“James Dean tiraba piedras a una
“Casablanca”, entonces te besé...” y fue
dulce
y fue salado, y en una imagen en technicolor, sobrevolaron fugaces todos los
momentos, hasta el eterno final de película, del beso...Cine de domingo por la
tarde a las cinco, sesión especial a veintiséis pesetas, entradas de colores,
numeradas, que aún guardo en una caja de cartón, como un decorado más de un
guión cualquiera...Hasta que un jueves en la fila uno, ardió mi acné con Tara
entre llamas, había cruzado de repente, como la bofetada de Glenn a Rita, la
barrera a la sesión de tarde-noche...
Era Katherin quien convertía Hollywood en
Philadelphia, Susan quien gritaba angustiada “Quiero vivir”, mientras Audrey
desayunaba diamantes y Marylin de sonrisa infinita, moría ante nuestros ojos y
para siempre, en la foto hoy enmarcada en dólares, de “Niagara”...Algún que
otro día, sobre los zapatos mágicos de Ginger y Fred, abandonábamos el cine a
medias, ficción y realidad se mezclaban, horas largas que había que resumir en
el corazón, luego te imaginabas en forma de quimera, tantas veces, que en un
instante creías soñar el universo de palabras y papel que pertenecía a
otros...y tarareabas sin darte cuenta “Strangers in the night”, y al compás del
saxo de Woody “New York, New York”, Charlot entonces te daba la espalda y Liza
desafiaba la gravedad de una silla en “Cabaret”, por qué alguien había volado
sobre el nido del cuco y Jack y Shirley no querían salir de un apartamento...
Un día de abril te marchaste, atrezzo de
militar, también hubo lágrimas, como las inútiles de Jane, tan impotente su
ayuda a “Julia” ya coja. Eran tiempos duros en el Vietnam del celuloide, Europa
se entregaba a la “Muerte en Venecia”, y yo pensaba más en ti...
A tu regreso un otoño, abrazados en la
penúltima fila, sesión de noche, pasamos del no-do y nos perdimos en colores
púrpuras y conocimos a príncipes de las mareas, adivinamos gorilas, tiburones y
aliens, y nos estremeció en blanco, rojo y azul, la música incomparable de un
piano...
Y después de casarnos, siguiendo nuestro
“Instinto básico”, volvimos a empezar, aprovechamos sin duda una “Belle
Epoqué”...¿Te acuerdas?...Y ahora son nuestros hijos, reflejados en otras
pantallas, los que sufren y viven, sin numeras, nuestro
ayer...¿sabes?...regresa la fiebre, bailan “Flashdance” untados de brillantina,
porque les suena la “Fama”...y es que aunque Judy se empeñe en hacernos niños
al toque de varita de su “Mago de Oz”, Walt Disney ya no está, desapareció una
sesión golfa de madrugada, en brazos de su propia “Fantasía”...
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