Supuesto: a) Contar
una historia
El domador de palabras
La dieta de un caníbal
Trampas para novelistas
Métodos para domesticar el silencio
Me parezco a las llamas/yamas
b)Titulo, personajes principales, tema,
argumento extenso…
—Me parezco a las
llamas, decía…y el muy mamón empezaba a escupir y nos ponía tibios…pero que
fin de juerga…
La tarde primaveral
había adelantado las ganas de tertulia en la terraza del café Gijón…sentados a
aquellas mesas mudas, testigos de mármol de tantas conversaciones, se reunían
los incondicionales de siempre alrededor de, a veces un algo que tomar con
derecho a una opinión o, a veces una hoja de papel preparada para irlas anotando…así ese jueves 10 de mayo los habituales se vieron sorprendidos por la
visita inesperada de algunos esporádicos y principiantes que al calor de la
noticia de la muerte de uno de los grandes habían querido rendir respeto y
admiración de la única forma que consideraban digna para honrar la memoria del
maestro…
—…pero no se corte usted don Ramón…cuéntenos con pelos y
señales…
—…Camilín muchacho, no quieras saber todo tan pronto…deja que
el tiempo te enseñe a descubrir…
—…¿el qué, los misterios de la noche?...
—…el alma de la colmena, insolente...ésta donde moramos…
—…pero al menos léanos algún párrafo de su obra…don Ramón…
—…¿y de donde has salido tú tan suelto de osadía y tan
impacientado?...
Un joven moreno e
inquieto de ojos oscuros sonrío a los presentes con un descaro travieso y curioso brillando entre los
labios…
—…me llamo Federico don Ramón, y es que…por más que busco no
encuentro el libro...
—…¡chico!...¿has estado esta mañana en el entierro?...
—…claro señor Poncela…no me lo hubiera perdido por nada del
mundo…
—…pues allí hemos disfrutado de algunas frases…nuestra
queridísima Celia ha puesto la voz a sus sentencias más celebradas…
—...yo tampoco las he escuchado…y eso que estaba al lado del
sepulturero…
—…vamos don Benito…que sabemos que está más sordo que una
tapia…
Sánchez Mejías, el
torero de moda, se acercó con paso altanero y con reverencia exagerada arrancó
alguna carcajada cuando señaló las orejas del viejo...
—...ya está bien de bromas señores...hoy deberíamos aprovechar
la ocasión para homenajear a nuestro contertulio y amigo como se merece...desde
donde quiera que esté
que se enorgullezca de nosotros...
—...ya veo que sigue ignorándome don Pío...¿es por ser mujer o
cantante?...
Don Pío se encogió de
hombros como si con él no fuera el asunto, sacó su boina del bolsillo y la
estrujó entre las manos...estaba nervioso...
—...insisto...
—...ni caso Celia...don Pío solo es un cascarrabias con una
fuerte herencia de fin de siglo...no se ha adaptado a los nuevos tiempos...
—...mira quien fue a hablar...el que se dedica a mirarse en
los espejos del callejón del gato y descojonarse de la risa...
—...don Pío tiene razón...
Camilín adelantó su
cuerpo para hacerse notar y lo consiguió...
—...quiero decir que...el
domador de palabras como se le conoce y se le conocerá en la historia de
la...
—ejem, ejem...
—...¿tiene algo que objetar don Pío?...
Don Santiago, que
había permanecido callado y a la expectativa de las circunstancias hasta ese
momento se puso en pie y levantó su copa de coñac...
—...era uno de los buenos...brindemos por los ratos que hemos
compartido con él y ofrezcámosle con humilde pleitesía un reconocimiento
común...
El grupo guardó
silencio...(menos uno que murmuró en un susurro y se quedó sentado):
—...¡matasanos!
...e imitó los gestos del doctor asintiendo con la cabeza...
—...por él...por su estilo inteligente...
—...por su sentido del humor...
—...por su aportación a la literatura de este país tan
necesitado de mentes despiertas...
—...por su honradez y modestia...
—...¡aduladores!...era un soplagaitas...
Don Pío dio un
manotazo en la mesa que concentró la sorpresa y la atención de los
concurrentes...
—...¿pero se puede saber que demonios le ocurre don Pio?...
—...si eran inseparables...
—...no entiendo...hace unos instantes era usted mismo el que
pedía seriedad y decoro...
—...efectivamente...por el hombre, pero no por el escritor...
—...eso significa que...
—...que a regañadientes le publicaron un puñado de folios
rellenos con lo primero que se le pasaba por la cabeza...
—...¡que barbaridad!...como puede usted decir eso don Pio...
—...exijo una explicación por su parte ante semejante
aberración...
Don Santiago con el
ceño fruncido y la bilis revuelta por la indignación que tales afirmaciones
habían provocado en su estado de ánimo, buscó la aprobación de los demás
fijando su mirada en una cartera de cuero ajado, que posaba adormilada
recostando el peso de su contenido en el respaldo fibroso de una silla...
—...Federico, si es tan amable de alcanzarme...
—...como no don Santiago...
El ambiente se estaba
cargando y no precisamente por el sofoco y el polen de la primavera con matiz
evidente de verano adelantado...
—...¡ufff!...y este bochorno insoportable...tenía que morirse
ahora precisamente...con la falta que nos hacía para soportar estas
tormentas...
Aunque con sutil
frivolidad y doble intención, Celia añadió con su sarcasmo y el meneo de sus
manos abanicándose contra su pecho, un toque distendido a la refriega
preliminar de lo que se avecinaba como una interesante contienda...
—...¿alguien aparte de don Pío, duda de la calidad y el valor
de esto?...
Don Santiago colocó
con sumo cuidado y en delicado equilibrio sobre las tazas vacías, un ejemplar
bastante desgastado del titulo “Trampas
para novelistas”...el texto que estaba motivando la discusión a la que con
oculta emoción e ilusionadas expectativas estaban asistiendo Camilín y Federico
que cruzaron una mueca cómplice y satisfecha, disimulada y contenida para el
resto...
—...bueno, para ser sincero don Santiago, algunos capítulos
pecan de incoherencia...
—...como sus lances con el capote, Ignacio y eso no es óbice
para una faena perfecta...
—...quizás con menos metáforas...
—...no me diga don Ramón...
—...a mi solo me gusta ese apartado casi al final...como se
llama...Métodos para no sé qué...
—...uy doña Celia, es que Métodos
para domesticar el silencio es un ensayo magistral...una lección de
supervivencia…
—...Federico hijo...si dijiste que no habías encontrado su
obra...
—...pero la he leído...don Pío me dejó el manuscrito dedicado
tres meses antes de la primera edición...
—...y única...cincuenta copias...la mayoría regaladas...
—...está bien...está bien...dejemos a don Pío que nos instruya
con su critica ácida y sagaz...¿está de acuerdo don Santiago?...
—...estoy de acuerdo con lo de la critica ácida y sagaz don
Ramón, no tanto con que don Pío nos instruya, las excelencias de este tomo
hablan por si mismas de...
—...¿ciencia?...Pío no me digas que todavía le estás dando
vueltas a eso del árbol...
—...excelencias don Benito, excelencias...
Como pillado en un
renuncio, el anciano se atusó el bigote presumido, ignorando el reproche con sorna
del matador, que parecía tenerla tomada con él...total por un despiste...
—...Pidamos otra ronda...esto va para largo...
—...como todas las batallas de egos Poncela...un pacharán para
mi por favor...
—...Celia es el tercero y no son las cinco...a esta paso...
—...hoy libro Ignacio...me lo puedo permitir...
—...¿y vosotros que queréis?...
Rufino el camarero de
chaqueta blanca impoluta y pajarita negra torcida se dirigió a Camilín y a
Federico con ademán cansino y fastidiado...
—...la verdad es que...
—...anís... y tráigalos el del mono que invito yo...
—...muchas gracias doña Celia...
—...gracias señora...
—...no hay de que...hoy me siento especialmente generosa...
—...y beoda...
—...¿quien coño se casa?...
—...nadie don Benito, nadie...
El camarero sirvió
sin prisas el pedido y se alejó con la bandeja debajo del brazo con el
aburrimiento mermando su sombra...don Pío presto a dar rienda suelta a su
vanidad empezó su perorata dirigida a una audiencia dispar, algunos entregados,
otros con cierta reserva...
—...como es bien sabido, el maestro y yo discutíamos
mucho...se empeñaba en la fatalidad de las letras y para remediar la casualidad
se limitaba a dejarse llevar...poco se esforzaba en rebelarse y asumir el
riesgo de lo original o utilizar algunos recursos fáciles como la imaginación o
el dialogo para mostrarnos un fondo a la altura de lo aparente y
superficial...y eso que la personalidad del autor queda muy bien reflejada en
ese personaje principal...Silvestre...que cazó al vuelo la agilidad de su
verbo, el derroche de simpatía, el lado canalla de su atractivo...y por
supuesto tenía su pelo rubio y trote desgarbado...el que cuando bailaba volvía
loca a las mujeres...una de ellas...ya intuimos quien, se convierte en su
conciencia...y resalta a mejor el panorama sórdido y gris que nos pinta...
—...pero don Pío, si Mata-Hari estuvo solo por aquí un par de
veces...como es posible que...
—...y tu que sabrás chaval de la intensidad de sus
encuentros...ahí están las huellas...
—...Poncela no dé más pistas que Camilín es un crio...
—...a mi me contó que hubo tema en el Palace...
—...como para no contarlo don Santiago...
—...bah...vanidad masculina...fanfarronadas de un piojoso...
—...eso no Celia...un piojoso no...pobre si...y decente...
Don Pío continuó su
discurso inalterable a las aportaciones jocosas y con un tanto de mala idea que
le salivaron aún más la boca...
—...le aconsejé que aunque el tema elegido fuera el amor por
ella y como le destrozó el corazón...debería haber buscado maneras menos obvias
de mostrar sus sentimientos...desnuda su sensibilidad para entregársela al
lector envuelta en la seducción de una come-machos...el resto de personajes
secundarios no entran al juego y nos deja pendientes de la pasión y el deseo
entre dos seres arrastrados al abismo por sus propias decisiones, erróneas y
predecibles...ni Balbina, la pitonisa de feria, ni Alvin el sabio de la otra
dimensión son capaces de seguir ni el rastro, ni el ritmo del relato...
—...¿y qué me dice del argumento don Pío?...¿se sostiene o no
se sostiene?...
—...Buena pregunta Federico...conteste, conteste...somos todo
oídos...
Don Ramón aplaudió la
intromisión del que llegó a considerar más adelante y a su sano juicio, un
poeta con un futuro prometedor...
—...su lógica es aplastante...
—...si don Santiago, pero no basta para darle
consistencia...recuerde que hasta esa especie de epilogo que es Métodos para
domesticar el silencio...todo transcurre en un
espacio atemporal...no hay fechas, ni direcciones, ni siquiera
una triste descripción que nos saque del agobio de una atmósfera
asfixiante...Silvestre y Milenia se encuentran fugazmente en el primer párrafo
y quedan atrapados como el que lo lee en lo absorbente de la relación que han
creado...no hay coraje, ni ambición por escapar...
—...¿y para qué?...son felices así...
—...¿felices Camilín?...¿pero tu lo has leído?...
—...bueno...trozos...no se que me pasa pero es cogerlo y el
sueño me vence señor Poncela...
—...orgullo herido...
—...¿que dices Celia que vas a tener un niño?...con quien
andarás liada ahora...
—...no don Benito...que el maestro estaba enamorado y
pretendía darnos una clase transparente y al detalle viviendo su decepción, su
fracaso y su desencanto...
—...esos tres vocablos definen una época...
—...y definirán muchas más si no aprendemos...
—...por eso es importante analizar hasta que punto las
aventuras y desventuras de los protagonistas tienen potestad para hacernos
reflexionar si son suficientes unas sabanas, la piel y unos roces para darnos
esperanza...
—...la ternura es universal don Pío...
—…y el sexo…bueno no me miréis así…me callo…
—...no es ternura Federico...ni el cariño más
profundo...tampoco apego...es humanidad en estado puro...instinto salvaje
disfrazado de comunicación, costumbre, rutina, dentro de unos limites
educados...y nos intenta convencer que a través de su saliva y su sudor se nos
abre el cielo...
—...explícitamente...casi...
—...don Ramón por dios...tanta pornografía...
—...en eso fue un innovador...
—...usted cree Ignacio...le recomiendo que se de una vuelta
por los clásicos o el renacimiento...el erotismo está ya inventado...
—...me refiero a recorrer en unas cuantas páginas y sin salir de
lo que suponemos una habitación de hotel que llega a ser claustrofóbica,
prácticamente dos personajes, no me negará que muy bien dibujados y siendo un
poco voyeur de su intimidad...repito, a recorrer nuestras entrañas, las
miserias que nos hacen vulnerables y los secretos que escondemos para
compadecernos...y que nos compadezcan...
—...vaya Ignacio...eso si que ha sido un muletazo...a ver si
me invitas a una de tus corridas...¿que tal un paseíllo para echarle ganas?...
Celia con el impulso
de la insinuación tiró un par de vasos...los cristales se esparcieron por el
suelo y Rufino acudió con el recogedor y la escoba justo cuando la luna
esquivaba bailando el rojo del horizonte para ser otra vez la reina de la
noche...
—...ya me tiene harto, señorita...luego se queja de mi falta
de aprecio por su persona...es valiente y audaz en algunas de sus pretensiones,
pero burda y vulgar en los planteamientos...además de una impertinente...
—...ah si...pues le diré misógeno y soberbio gruñón que no
hace más que contemplarse el ombligo, marear la perdiz con pamplinas y buscar
los tres pies al gato de una autentica tontería...es un libro...maldita
sea...que nos cuenta los pensamientos y las inquietudes de nuestro fiel
compañero...y usted don Pío debería estar en deuda con él...no había nadie más
leal, ni que le tuviera tanto afecto, era más que su familia...se volvería a
meter bajo tierra si le escuchara hablar así de lo que le costó tanto esfuerzo,
tan cínico, con ese menosprecio...no aspirará a premio Nobel, pero a mi me
estremece...y eso créame es mucho...cada uno tenemos nuestra quimera
particular…la suya Mata-Hari…¿Qué hay de malo?...
Don Pío con cierto
recelo agachó el mentón...un velo de envidia cubrió su calva cuando se encajó
la boina, y ese silencio que el maestro ansiaba domesticar se instaló dócil y
suave con el frescor de la medianoche...
—...lo sentimos señores, pero es hora de ir
recogiendo...cerramos en veinte minutos...
El camarero se acercó
bostezando...la profesionalidad se la había dejado en el mostrador con el
último servicio...
—...si, es el momento ideal para estirar las piernas hasta
casa...
—...¿mañana trabajas Celia?...
—...Si Poncela...entro más tarde de lo normal...pero os haré
una visita si es qué soy bien recibida...
—...no te preocupes...se le pasará...
—...adiós, Camilín...Federico...ha sido un placer invitaros...
—...¡mujeres!...¡presuntuosas!...
—...¡mujeres don Santiago!...quien las entienda que las
compre...
—...eso digo yo Ignacio...
—...por cierto don Ramón...Celia sigue viviendo cerca de la Ventas.. .
—...seguro...por lo brava...
—...don Pío, don Pío...¿como se atreve después de...?
—...la dieta de un
caníbal...ya me acuerdo...
Estupefactos y
pegados al cemento, como estatuas cinceladas en figura imposible, clavadas a la
existencia, se mantuvieron estáticos, y fingiendo no darse cuenta que don
Benito era el más sensato y a pesar de su sordera selectiva, el más cauto en
sus comentarios, espontáneamente pero al unísono reiniciaron sus pasos
volviendo a sentarse alrededor del que se había convertido por el arte de la
magia de polvo de estrellas y el oportuno y experto genio de la lámpara, vamos
que Los Episodios Nacionales fueron un capricho del destino, en el nuevo
maestro a elogiar…¡qué ironía!...
—…¿Puedo?...
Rufino, deshecho el
lazo de la pajarita torcida y abandonada la chaqueta de blanco inmaculado en
algún armario, se arrimó a tribuna…si no puedes con ellos…únete…¡que
remedio!...
—…y digo yo, si se comen a la gente…¿se les atragantarán
algunos nombres y apellidos al masticar?...
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