...Hacía
una tarde horrenda, tormentosa, gris, fría, ¿qué se podía esperar en un día de
Enero?, pero me atreví a ir a pasear por la playa...como buena mediterránea el
mar me conmueve, exporta al más allá, me tranquiliza, me calma...¡Dios!...el
contacto de mis pies desnudos en la arena...tan relajante, tan suave, el olor
de las olas llegando meticulosamente a la orilla, ese olor, ese aroma, ese bálsamo,
ese perfume embriagador.
De repente un fuerte, violento, precipitado,
huracanado golpe de viento irrumpió imperiosamente sobre mi, yo, que paseaba
protegida bajo mi paraguas, lo vi alejarse, distanciarse, se adentró hacía el
mar como quien reclama con ahínco algo de su propiedad, desprotegida, apresuré
mis pasos para poder cobijarme, cubrirme, taparme en algún sitio de la fastuosa
tormenta, oí gritar a alguien tras de mi, era una mujer...
...Aún se estremece al contacto de sus manos
como aquella primera vez, bajo la tormenta...sus ojos, ahíto de otros,
confundieron su reflejo en tantas gotas de lluvia, en tanto mar...vio como la
sombra se alejaba de la orilla, quizás a refugiarse del agua rebelde, quizás de
su voz...le había llamado sin saber por qué, se sorprendió a si misma
pronunciando aquel nombre maldito en otro tiempo...que dulce sonaba ahora...y
la mujer del paraguas había vuelto la cabeza...no parecía ella, pero que
importaba ya, estaba esperándola...y corrió hacía esa imagen difusa, mojándose
también su memoria y como sólo el suicida se aventura en su propia muerte...
...La humedad impregnaba la habitación, y el
viento que golpeaba las ventanas, y su piel...el silencio se contagió de esa
otra tormenta, y ya sólo acertó a rozar despacio, leve, aquella otra piel que
se le ofrecía descarada desde no entendía que mundo...y temblaba...sus manos
recorrían minuciosamente aquellos caminos que antes había adivinado demasiado
suaves para resistirse a...¿a qué?...y fue la otra boca que invadió la
suya...recreó una sonrisa en su cerebro y el primer beso de amor resultó el
primero de los olvidos...después como si la saliva tempestuosa ahogase cada
minuto de su existencia, olvidó en esos labios presente, todo su pasado...y
cerrando los ojos, dejó el momento se llevara en volandas su nombre...para
envolverlo luego en la esperanza, en el calor, en el abrazo del otro aliento...
...Con los ojos aún cerrados, se dejó
llevar, se dejó llevar a limites insospechados, el roce de la mano sobre su
sexo, le despertó un deseo que hasta entonces estaba aletargado, dormido, y
abrió sus muslos para que ella pudiera entender, sin palabras, la complicidad
del momento, el deseo oculto, que ya para entonces dejaba de ser oculto y
oscuro, y se convertía en realidad, en luz, esa realidad que le estaba
volviendo loca, loca de amor, de deseo, y como si de una ola se tratase, su
sexo se llenó de amor, del líquido maravilloso del amor...
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