…Violeta no estaba
nerviosa todavía, aunque delante del espejo intentara convencerse, no tanto de
la decisión tomada como del lío que había formado para comunicar su futuro en
una frase…
Su marido había tenido que cambiar el turno en el hotel con la
preocupación consecuente, su hijo interrumpir una borrachera de las
imperdonables en fin de semana, la hija mayor pedir permiso en el cuartel a
cambio de dos guardias extras y la pequeña, bueno ella apenas salía, casi
siempre estaba en casa…menos, que casualidad, ese sábado que había quedado con
la pandilla del instituto…pero la insistencia en lo importante del momento, y
el que por una vez, en los veintidós años que llevaba casada, era ella la que
imponía sus necesidades a las de los otros, consiguieron que sin relatar mas de
lo normal, en un par de horas, se sentaran juntos a la mesa…
—¿Estoy loca verdad?.
—¿Tu crees?—la voz de su reflejo muy parecida a la suya,
contestó sin sorprenderla
—…¿Qué pensarán de mi?...
—¿Qué piensan tus hermanas y tu madre?...
—…que soy muy valiente, pero
—¿Cuánto llevas dando vueltas a lo mismo?...
—…no lo sé, aquella tarde de otoño, el mes de la operación,
las vacaciones pasadas, que más da…
—…no, no da igual, ¿que sentiste la primera vez…?
—…vacío, un vacío enorme que me arrastraba con el vértigo más
salvaje hacía mi propio abismo…
—…y luego…fuiste capaz de seguir…
—…no sabía lo que me estaba sucediendo, un anhelo permanente
angustiaba mis sentidos según pasaban los días…ya no era algo emocional, de mis
nervios o mi cabeza, era físico, dolor…
Violeta abandonó su
peso sobre la colcha sin dejar de mirar el rostro de su conciencia…de repente
estaba muy cansada, la energía que la había levantado al amanecer, dispuesta a
enfrentarse a carros y carretas, se consumía a la velocidad de las prisas en su
afán de que llegase la noche, cuando posiblemente, ocurriese lo que ocurriese,
la oscuridad entre sabanas confundiría el rubor de su vergüenza o el torpe
clamor de un latido recién nacido… pero las divagaciones dulces hundían sus ganas
en la miseria y se obligó a romper el silencio que empezaba a atraparla con el
abrazo dulce de una nana triste…
—…ya no puedo fingir más, cuando él me roza, mi piel le
rechaza inconscientemente, y hacer el amor es una tortura, mi cuerpo se tensa y
cierro los ojos deseando no su placer, ni el mío, si no que acabe pronto…
—…¿y aún dudas?—la pregunta fue como un disparo perdido a la
médula de su inteligencia.
—…mis hijos, ¿entenderán que soy una mujer más allá de su
egoísmo y sus celos?.
—…vamos, tienen su vida…¿cuantas veces más vas a sacrificar la
tuya por qué son tus hijos?...
—…precisamente por eso…
—…¿y a cambio de qué?...un beso de refilón y por que tu se lo
pides, malas contestaciones para recordarte que eres su felpudo, un abrazo
escaso, como si se avergonzaran de demostrar su cariño…
—…pero la pequeña…me van a necesitar…
—¡Tonterías!, no te vas al fin del mundo, simplemente te
liberas, fuera la falsedad,
al garete las mañas hipócritas, a la basura el verbo mentir…
—No, eso no, nunca he mentido…he callado, he sufrido, he
dejado que la apatía invadiera mi existencia…pero yo no entiendo de
mentiras…por eso hago lo que hago…
—…¿y?...crees que tu marido no pensará que durante este
tiempo…
—No siempre fue así…yo le quiero, a mi manera…hemos vivido
mucho y bien, tenemos tres hijos en común, y algún sueño…
—…¡¡ingenua!!,¿a quien tratas de engañar?...hace siglos que no
sueñas nada que tenga que ver con compartir en tu matrimonio, ni fantasías, ni
lo prometido…
—…quizás no se lo merezca, estoy siendo demasiado cruel…
—...ya estamos, que si la abuela fuma, la omnipresente
culpa…¿Acaso él no lo haría?...tu le conoces mejor que nadie…—la sorna rebotó
con eco por los rincones.
—Si, lo haría…de hecho…bueno…tuvo aquel escarceo con aquella
chica, ¿Cómo se llamaba?...los crios eran pequeños y a mi se me caía el mundo…
—…te das cuenta boba…no llegó a más por que ella no dio el
paso, por mucho que te contase cuentos chinos, para ella fue un juego…la que
salió perdiendo fuiste tú…
—…y él…a partir de entonces nuestra relación no volvió a ser
la misma…perdí la ilusión, creerle cuando decía amarme, la confianza…un
suplicio, pero nada de esto ha tenido que ver…tu lo sabes…
—…el qué, que te gustan las mujeres…que vas a empezar de cero,
así, sin haber tenido nunca una relación, ni siquiera platónica, sin haber
sentido el impulso auténtico de un contacto real, sin haber experimentado más
allá de tu imaginación y contigo misma… …vamos, es como tirarte a una piscina
sin agua, pero me encanta la idea…es una ironía maravillosa, un disparate
genial…
—¿te estás riendo de mi?...—una sonrisa burlona asomó por una
esquina del cristal que la contagió una carcajada abierta y sonora…
—…cuando se enteren tus nietos, serás su heroína…descubrir una
sensación, madurar su alcance y dejar tu universo mullido y seguro a cambio
de…¿una pirueta de trapecio sin red?...
—…no puedo vivir así…ya no…entregada a la ruina de mi alma,
amordazada mi pasión, fundida mi estima en la pasta anónima de ser madre y
esposa…quiero más, desnudar la coraza de las apariencias, desarmar el
fingimiento, defender la honesta causa, tan despreciada, de la sinceridad…
—…tendrás que dar muchas explicaciones, alguien creerá que te
has inventado esta quimera para fines menos leales y dignos…
—…a estas alturas, las habladurías se pueden ir por donde
vengan, hay pocas personas a las que me debo…
—… y ellas aplauden tus agallas…que no tengas miedo al
ridículo de tamaña pretensión, un beso y una caricia como la tuya…— una gota de
ternura se escapó entre los dientes del sarcasmo para salpicar de lila suave el
barniz de su metáfora…— elogian el arrojo de escribir un capitulo nuevo con
nombres femeninos…
—Mi madre no solo comprende mi lucha, también mi elección y no
le importa la forma de como llegue a ser feliz…¡¡felicidad!! ya ves, insensata
y efímera búsqueda del ser humano que nos hace atrevernos con trampas y
caprichos del azar, sin darnos oportunidad a pararnos y reflexionar las
condiciones y el peaje a debito del camino…y mis hermanas están ahí…apoyando
mis tropiezos y mi intención tan osada como solitaria de volar por fin con alas
distintas y en calma…
—…vuestros amigos, los vecinos…tus compañeros de trabajo…—la
segunda voz vaciló con melodía acongojada.
—...seguirán siéndolo…¿o no?...
—…tu podrás ser muy natural, pero las circunstancias…los
tabúes,
los prejuicios, te va a costar…¿estás preparada para la
sangría?...
Una mueca con rastro
melancólico se instaló en su memoria, los recuerdos atravesaron sus imágenes en
la garganta y un revoloteo breve de mariposas cantarinas cruzó su estomago…el
semblante intuido de su gesto gemelo huyó sutilmente por la ventana cuando
llamaron a la puerta de la habitación…
—Mamá…¿estás ahí?...¿falta mucho para la comida?...
—…no, ya voy…
Violeta no pudo
despedirse de su sombra con el ensayo de su discurso, un temblor inoportuno de
sus manos dibujaba en el aire las disculpas y reproches a los que seguro
obligarían la situación, entonces los remordimientos del espíritu se quedaron
en blanco y las palabras hablaban mudas, pero recuperó el genio recorriendo al
dedillo su estampa aprendida, y la compostura, regalándose un guiño cómplice,
dando por zanjado el intimo asunto dirigiendo con ímpetu su voluntad expectante
hacía la cocina…
—Hacía mucho que no coincidíamos todos…me alegra poder deciros
algo que llevo…
La comida había
transcurrido con la algarabía de costumbre,
un postre especialidad de la cocinera adornaba la escena
final,
Violeta se había levantado firme pera cauta y observaba con
deleite las expresiones de sorpresa ante su figura inusualmente
centro de atención…
—…os quiero mucho, que digo, os adoro…siento haber estropeado
vuestros planes y obligaros, pero había que hacerlo, como mínimo una vez al mes
y ser una familia, que últimamente hemos estado un poco dispersos, además tengo
unos ahorrillos y…¿Qué os parece?, vuestro padre y yo vamos a hacer un viaje…
—abandonó su engaño al difícil equilibrio de permanecer
paciente asumiendo el desbarajuste de las protestas, pero…
El suspense se había
diluido con el azúcar en el café de la rutina… y cada uno retornó a lo suyo con
mohín indiferente y ademán de aburrimiento, mientras Violeta se quedaba de pie,
sola, otra vez esposa y madre desapercibida, el corazón con piloto automático y
el coraje disimulado en absurdo…el viento de las esquinas entró sin avisar y
sin permiso por la terraza del salón, derramando en un instante sentimientos
arrepentidos con adorno de luna quieta…
—¡¡Cobarde!!—un suspiro impotente y de sobra conocido insultó
con tono incrédulo y decepcionado el misterio de su frágil e incapaz aliento,
cuando la cucharilla de acero inoxidable brilló en el mantel, mojada con el
secreto latente de sus lágrimas…
Dialogo interior de un personaje consigo mismo
ResponderEliminar14 Marzo 2011
Mucha realidad en esta ficción, mucho desacuerdo con una misma. Qué difícil resulta tomar decisiones drásticas en la vida.
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