Supuesto: El espacio
determina la acción. Espacio y acción unidos…
Cafetería, dormitorio, cafetería
Trabajo, descampado, trabajo
Universidad, metro o autobús,
habitación
Caja de cartón, solar, ambulancia
Sanatorio de unicornios, cielo de
los demonios, cine de esfinges
―…en mi mundo imaginario todo es posible chaval…desde las
mentiras de los nombres hasta el reinado de un príncipe con corona de plástico…
―…vamos don Baltasar, no exagere…y estése quieto que le puedo
hacer daño…
―…¿otra vez me vas a sacar sangre?...esta semana me estáis
dejando seco…
―…es necesario…le ha vuelto a subir el azúcar y hay que saber
por qué…
―…ya…por qué…eso le preguntaron al Duende del Bosque Triste…
―…¿el qué descubrió el misterio de las cerezas enamoradas?
―…el mismo, muchacho, el mismo…
A don Baltasar se le
iluminaron los ojos antes de que su mirada se escapase por un resquicio rebelde
del ventanal…reclinado en un sillón tan cuarteado como el mapa de su piel, ni
siquiera hizo caso al enfermero que amablemente sujetaba el algodón sobre el reciente
pinchazo…tenía tanta prisa por cerrar los parpados…
―…don Baltasar,
oiga…don Baltasar…está bien…sé que me esta escuchando…y yo he terminado mi
turno, así es qué…
El anciano ni se
inmutó cuando el chico se sentó frente a él y apretó su mano…ya estaba lejos,
muy lejos…
―…llevo tiempo queriendo decirle que me siento muy afortunado
por haberle conocido, y tengo que darle las gracias por contarme esas
historias…verá…he ido anotando algunos detalles…
El joven estaba
siendo muy sincero…llevaba seis años en aquella especie de residencia todo en
uno, hospital, geriátrico y manicomio…mantenido con subvenciones de empresas
privadas y particulares anónimos y altruistas…
―...dejaré en su mesilla lo que he escrito, así cuando
despierte, perdón don Baltasar...cuando vuelva,
podrá echarle un vistazo...
Lucas tenía una
sensibilidad especial para cuidar, desde el respeto y la admiración que
merecían, a aquellos viejos que por diferentes causas habitaban entre los muros
del edificio, y que en su mayoría habían llegado siguiendo tortuosos atajos de
incomprensión y crueldad...no lo tenía tan claro hasta que en el lecho
agonizante de su abuela y madre a la vez, los que creía impotentes mimos y
desvelos se convirtieron en paz y sonrisa en el rostro de la mujer, que le hizo
prometer en su último suspiro, dedicarse en cuerpo y alma a la entrega de su
don...lo demás vino del brazo de la casualidad y del destino, un amor a primera
vista cuando Esperanza antes de abrir la recepción, le llamó de madrugada para
recoger otro abandono a las puertas, y ese inolvidable encuentro con don
Baltasar estando todavía en periodo de prueba...
―...no se sorprenda si espera un final y no existe...usted no
ha sido muy preciso en ciertas cuestiones...aunque eso ya lo sabe...pero puede
que le guste...
Lucas se dirigió a la
puerta moviendo la cabeza de un lado a otro, como si la situación no tuviera
remedio...ya eran muchos los minutos compartidos...desde aquella mañana, cuando
don Baltasar, consciente de que le habían dejado como a un perro, solo, helado
de frío y medio enfermo, decidió fugarse de la realidad y habitar eternamente
en su universo de fantasía...
―...no te vayas...quédate conmigo y léeme en alto...
Según iba pasando el
invierno, don Baltasar parecía tener menos momentos de lucidez, cualquier gesto
o comentario distraían su atención hasta límites insospechados, pues daba la
impresión de que una mueca o una palabra eran suficientes para que su cerebro
se embarcarse en el viaje sin retorno hacía el infinito... pero Lucas entendía
su dolor, la soledad, la dignidad orgullosa de quien respira herido, la
elección de evadirse...y por eso aprovechaba cada instante para hacerle la vida
que le quedaba lo más cómoda posible, con tacto, sumisión y sobre todo
siguiéndole la corriente...por eso ahora no le importó que otra vez con la
razón y el conocimiento huidos, don Baltasar casi ni estuviera...cogió su relato
y despacio, con la tranquilidad de estar haciendo lo correcto se colocó al lado
de un inmóvil don Baltasar, más estatua que fantasma, y con pocas perspectivas
de hacerle regresar, la ilusión y la confianza al mínimo, empezó a leer...
―...en los valles oníricos de las tierras del tiempo, este
gobernaba bajo el influjo de un terrible hechizo...el caos de los planetas
había desencadenado en una interminable guerra entre las excesivas fuerzas,
exigentes y disciplinadas del presente, y los ejércitos diezmados por los
recuerdos y la memoria del pasado...los relojes destruyeron con su exactitud
matemática la espontaneidad y valentía de la evocación y la reminiscencia, y
poco a poco se fue implantando la voluntad del vencedor con su sello de
olvido...ningún súbdito doblegado por las armas con forma de aguja era capaz de
sentir nostalgia, ningún corazón vencido pudo latir al ritmo agridulce de la
melancolía...eran épocas convulsas, sombrías y violentas...generaciones de
ciudadanos al completo fueron engullidas por los tiránicos poderes del día y
hora...sin posibilidad de volver atrás o ir hacía delante...el ayer nunca había
sucedido y el futuro era el minuto siguiente...
Pasaron los años y el
espacio se fue convirtiendo en un agujero oscuro cansado de brutalidad y
espanto...debilitado por el desgaste, la opacidad de su negro se fue
decolorando, la claridad se manifestó entonces como una nueva y fresca
alternativa y el embrujo del ahora se fue salpicando de matices atemporales y
relativos...cuando el Señor de la
Luz nació, un insólito clamor popular se hizo dueño de
rincones y esquinas por los cuatro puntos cardinales y la resistencia, oculta
en los confines del Bosque Triste reclutó a miles de leales seguidores que
habían aguantado desde la humildad y la osadía los abusos de la insaciable
fugacidad, poseído su amo por el maleficio contradictorio del sueño
despierto...así en una jornada de caza, el todopoderoso se quedó prendado de la
belleza de una jovencísima campesina, cuyas siembras lindaban con algunos de
los centenarios árboles, del único resquicio de naturaleza que no había sido
arrasado todavía por las ambiciosas huestes del rey...
Cuenta la leyenda que
allí se refugiaron los perseguidos y oponentes al régimen de tan temible
dictador y que una música de acordes mágicos los guiaba hasta un manantial de
agua cristalina encantándoles hasta el extremo de hacerles beber sin
sed...después mientras saboreaban el rico aroma a la menta que despedían sus
alientos, caían postrados de rodillas y sin conciencia ante su propia imagen
transformada en el espejo del aire en el más simbólico de los animales, y el
secreto mejor custodiado por los duendes del lugar, el unicornio…
Pero también cuenta
la leyenda, que la avaricia de uno de aquellos guardianes, un elfo escurridizo
y avaricioso, traicionó la honestidad y nobleza de aquel conjuro, delatando por
unas monedas inútiles el camino que llevaba al claro, donde aquellas
extraordinarias criaturas convivían con los originales moradores de aquel
frondoso vergel...la calma y armonía en la que se desarrollaban los cotidianos
quehaceres y su peculiar y cómplice relación con los aldeanos que bordeaban las
fronteras de su espesura, se vio alterada de repente un atardecer de otoño por
mercenarios en nómina del heredero al trono, tan despiadado y sátrapa como su
padre...
Cronos, alentado por
su madre, la reina Inmediata decapitó al traidor en la plaza pública, a la
misma vez que abría la veda de su recién inaugurado coto privado para la
cacería de aquellos seres fascinantes que desafiaban con su estirpe ancestral y
enigmática, la frívola y predominante eventualidad...
Y fue en una de
aquellas tardes de batidas y capturas cuando el emperador de los instantes se
encandiló de Esperanza…la muchacha, atrapada entre el deber a su Señor y el
asco a la injusticia, optó por correr hacía la arboleda cuando el que desmontó
del caballo no tenía cetro ni espada y sólo era un sátiro con inmundicia y
desvergüenza en la entrepierna...en el circulo de los cerezos de flor perenne
apresaron su cuerpo para goce y satisfacción del más valiente de los cobardes y
allí la dejaron desnuda y medio muerta cuando dieron por satisfecho el ego de
su hazaña, pero ese miserable con capa de armiño nunca llegó a saber que aunque
lo había intentado no pudo ultrajar su alma, enterrada a buen recaudo entre
hojas y raíces...
El Duende del Bosque
Triste...el que aún quedaba en libertad en los restos de un oasis que gemía su
saqueo...curó sus cicatrices con el zumo de las mismas cerezas que habían sido
testigos del agravio y regadas por el flujo de su sufrimiento...durante el
embarazo cuidó con mimos y ternura de ella y de su pena y la medianoche que
Esperanza se puso de parto y justo cuando el Señor de la Luz asomaba la cabeza, el
Duende del Bosque Triste se colaba en palacio con los bolsillos repletos de
guindas y una idea obsesiva y perseverante envolviendo su regalo...
Después de morder
aquella fruta dulce y carnosa, el rey cerraría definitivos los ojos a su
maldición en vela para abrirlos rotundos a una insoportable pesadilla...no se
explicaba lo que le estaba pasando, una extraña sensación se había cosido a su
sombra que le hacía rebuscar constante en el
interior de su mente, donde encontró el rastro perdido de algo parecido
a un sentimiento, y retazos semejantes a la añoranza...impresionado, un impulso
con ínfulas de emoción, le empujó a seguir las huellas resecas, derramadas en
los radios simétricos con trazos de perfección en su circunferencia, flanqueada
por unos cerezos en flor de los que no se acordaba, pero si de Esperanza, la
adolescente por la que padeció un arrebato de pasión y deseo y por la que
estaba soportando resignado esta desconocida locura de amor...con las nieves de
enero cubriendo su descenso a los infiernos en su desespere por volver a verla,
ofreció recompensa por quien diera alguna pista sobre su paradero, y que
curioso que su primogénito Cronos se esforzase por obedecer y
encontrarla...para agradar las que estaba convencido serían las postreras
voluntades del viejo y confirmar las sospechas de que se acercaba el inevitable
y ansiado relevo, desplegó incontables batallones, recorrió uno por una,
extremos y puntas y registró agujeros y escondrijos, hasta dar, pasado un
lustro, con el objeto codiciado, Esperanza, que voluntariamente por proteger a
su hijo de amenazas innombrables, dejó a este al amparo y cariño del duende y
genio, para dar la cara sin ningún miedo ante su violador...no hubo
resentimiento en sus entrañas, ni rencores que escupir, tampoco un simple
reproche con el que premiar al monstruo de antaño, en su presencia un pobre
hombre enamorado que le ofrecía cerezas doradas arrancadas por el mismo de las
ramas de aquellos troncos donde había ordenado instalar el altar de su
anhelo…Esperanza se nubló a la mención de lo que para ella fue un sacrificio y
con la ira emponzoñando las palabras y la imprudencia de los pensamientos
huecos le insultó, le despreció y en un acto de odio y venganza le quiso
confesar la verdad de su otra descendencia...pero con el asombro dibujado en su
rostro y los celos mordiendo su perversidad vacía, antes de mover los labios,
Cronos atravesó la espalda de Esperanza con un puñal de cólera y acero, por lo
que había considerado una ofensa a su madre y reina…el duelo de después fue
espeluznante, Inmediata acudió envuelta en pánico y sofoco a los gritos
desgarradores del escándalo…allí se encontró con la dantesca escena…su marido
abrazando con rabia asesina el cadáver ya inerte de su propio hijo…
―...ese fue el principio del fin...pero aún quedaba mucho por
hacer...
Lucas se quedó
perplejo...don Baltasar le estaba mirando fijamente y hasta se asustó cuando le
cogió por el hombro...
―...don Baltasar...creía que estaba...bueno...ya me
entiende...
―...pamplinas...tu lo sabes igual que yo...no disimules...
―...no sé a que narices se refiere con que no disimule...¿por
que no me habla claro?...
―...ya te lo he dicho...este es el principio del fin, he
reconocido a la de la guadaña trapicheando con la luna...pero aún queda una
deuda por cobrar y tengo que darme prisa...
Lucas se inquietó, él también sabía que se
acercaba el final, pero no era oportuno
dejarse invadir por la aflicción, ahora no...Don Baltasar le
necesitaba más que nunca y no le podía fallar...
―...escúchame hijo...yo estuve allí, cuando las tropas desaliñadas
pero entusiastas de la resistencia a las ordenes del Señor de la luz,
invadieron los aposentos reales...fue como subir al cielo, pero al cielo de los
demonios...los años de tortura y suplicio por los que había pasado el Señor del
Tiempo estaban allí, impregnando cada milímetro de aquellas paredes arañadas
con la saña venenosa del remordimiento...tras el crimen de Cronos, Inmediata
tomó el poder y mandó recluir a su esposo en una habitación angosta pintada de
blanco y azul, con catre mezquino y piojoso, de parcos y crudos
ornamentos...una mesa y un taburete, un cubo y una escasa ventilación que
filtraba una rejilla de hierro agobiante y roñoso...con la suciedad y la saliva
aquel desgraciado, inventó la manera de hacer penitencia con sus dedos, descarnados
y sin uñas al recoger del suelo su esqueleto agonizante de huesos amarillentos
y pellejo duro...aún pudo balbucir un perdón y señalar con la vista hundida las
marcas de sus lamentos en los muros que resumían su vida de excesos y
culpa...pero por mucho que te describa las miserias del ser humano que contenía
el polvo de aquella celda, nada comparable con el espíritu endemoniado que
usurpaba con disfraz de pecado, cada frase, cada imagen, el revoltijo enredado
de reflexiones, letras y signos con olor a sangre putrefacta, orín añejo y excrementos podridos...condenado a la
eternidad de la duda, le dejamos consumirse entre la repugnancia y la nausea de
sus oraciones, vilezas y errores...no merecía ni una ejecución digna en su
fracaso...
La reina Inmediata se
suicidó sin rendir cuentas por la destrucción a fuego lento del Bosque
Triste...un solar de ascuas candentes humeaba el circulo perfecto de los
cerezos en flor y las centenarias arboledas fueron pasto de usureros furtivos y
saqueadores de
horizontes...y aún estaba el Sanatorio de los Unicornios...
―...pero...¿y el duende?...por qué no protegió el Bosque, y el
Señor de la luz por qué no...
―...calla impaciente...no me interrumpas con tus nervios, que
bastante nervioso estaba yo cuando abrí aquel portón y...Siempre habíamos
temido lo peor cuando se llevaban a los unicornios para no volver,
sospechábamos que los encerraban en algún sitio donde experimentar y jugar con
ellos...pero el horror más tenebroso tenía forma de equino níveo con cuerno
mágico...muchos con las patas rotas, otros con los ojos arrancados y la mayoría
sin el asta de su orgullo, yacían frustrados y hambrientos en los pisos de
barro cenagoso y paja húmeda que alfombraban su hogar de horror...con los pelos
como escarpias y un nudo en el estomago, fuimos recorriendo los establos donde
nadie nos esperaba y menos aún nos recibía...descubrimos laboratorios donde
investigaban semen y huesos triturados, quirófanos con camillas repletas de
tripas y órganos en estado inconcebible, secadores de crines y cuero, un
pequeño matadero donde se empaquetaba la carne sobrante de operaciones y
ensayos, la herrería donde se les tatuaba ardiendo su identidad en un número y
una oficina donde supuestamente se llevaba el control y registro de residentes
y visitantes, si es que los había, aparte de los desalmados doctores, soldados
y carniceros...abatidos por la atrocidad y el salvajismo imperante en la
atmosfera, arrasado el Bosque Triste que protegía el manantial encantado,
necesitábamos una solución para afrontar aquel desastre tan inhumano...tenía
que encontrar a mi padre...él sabría que hacer...
―...¿su padre?...
Lucas sintió un
angustioso escalofrío cuando don Baltasar se quedó mudo...su pulso volvió
cuando creía que habían pasado siglos...
―...mi padre biológico era el rey, pero el hombre que más
atenciones me dedicó el que más meritos logró para mi devoción como hijo, fue
el duende, el que sanó a mi madre y el único que con su inteligencia y
sabiduría, me podría ayudar...pero no sabía nada de él desde que el Bosque
Triste sucumbió a las llamas y tuvimos que cobijarnos en campamentos clandestinos
e improvisados, yo tuve que partir en primavera y no quiso venir conmigo, decía
que era más útil en la retaguardia...un grupo de descerebrados armados con
palos protestaba por los impuestos reales y se encendió la mecha de la gran
revuelta nacional y el inicio de la caía del régimen...
―...pero, entonces...usted es el Señor de la Luz.. .
―...a la salida del sanatorio, se me ocurrió mirar la tétrica
estampa que se recortaba contra nubes encapotadas y densas que anunciaban su
tormenta, algo no cuadraba...recordé como los mayores contaban que duendes,
gnomos y elfos también habían sido presas fáciles durante la etapa de los
sanguinarios a sueldo o los burgueses millonarios que incluso pagaban por ese
divertimento de acecho, acoso y derribo...pero no habíamos encontrado rastro de
ninguno de ellos...entonces volví otra vez a la
Casa Roja , y me adentré en sus tenebrosos
pasillos...habíamos registrado palmo a palmo, pero...el indicio vino servido de
la argolla en una tabla...unas escaleras, un túnel y un cartel luminoso con
fluorescentes rosas que parpadeaba fundido y tuerto...Cine de las
Esfinges...sorprendido por tan inofensivo crédito abrí las cortinas de
terciopelo y...la pantalla mostraba los fotogramas torcidos y estáticos de una
proyección interrumpida...apenas si se diferenciaban los rasgos de los
contornos o el matiz de los paisajes...la sala no muy grande, tenía un solo
corredor y butacas repartidas a los lados, tapizadas del mismo gris de las
tapias enteladas y los techos estucados...el ruido de mis pasos era amortiguado
por la moqueta que sin embargo crujía con el opíparo festín de insectos y
bichos...busqué un interruptor, una lámpara de emergencia, una cerilla...las
lágrimas anegaron mi animo al comprender el titulo del salón, Cine de las
Esfinges...petrificadas en su actividad y ajetreo, disecadas en sus expresiones
y muecas, las siluetas de los habitantes del Bosque Triste, prestaban para la
eternidad sus pupilas y su silencio a la película estancada...el espectáculo
era aterrador...distinguí en la penúltima fila el característico sombrero de
fieltro que llevaba el duende y me acerqué conteniendo el aliento...su
semblante en concordia con su ademán de reírse y el pulgar y el índice,
rebuscando en un bolsillo del que asomaba, imperceptible, una carta...
―...y no había forma de recuperar aunque fuese con alguna
pócima la vida de aquellas...¿esfinges?...los héroes tienen siempre otras
circunstancias don Baltasar, digo...Señor de la Luz.. .
―...circunstancias...vienen tiempos difíciles y oscuros, os
emborracharan con nombres pomposos que llevaran al fraude, la estafa y el
engaño y os gobernaran los mismos príncipes con corona de plástico...hazme caso
Lucas, apenas me quedan pulmones para unos minutos, ya presiento el velo
negro...
―...no me puede dejar así...tiene que seguir hablando...su
deuda, el Duende, la cerezas enamoradas, su mundo...
Lucas se levantó para
insistir al viejo, le tomó el pulso, auscultó su latido, examinó el tono de su
cornea...le abrazó
―...ya viene a por mi...toma...lee esto y sabrás que
hacer...aquella mañana cuando te vi por primera vez, supe que no había sido de
chiripa, ni mi familia y sus destemples, fue el destino el me trajo, por que la
suerte está en ti...la quimera ha cobrado por fin sentido...
Don Baltasar como si
se hubiera tomado una pausa, y estuviese descansando, y en un sosegado reposo,
sin excusas ni pretextos bajo el sobaco, se dejó ir...Lucas tardó en reaccionar
y en soltarse de su abrazo sin respuesta…luego el llanto…llamó por teléfono
para que acudiese urgente el médico de guardia, y fue recogiendo y guardando en
una caja de cartón las exiguas pertenencias del anciano…
Cuando se le llevaron,
permaneció en la habitación siguiendo la estela luminosa que se reflejaba en el
cristal de la ventana, preguntándose si lo que estaba sintiendo era cansancio o
decepción...entonces cayó en la cuenta de la carta que don Baltasar le había
entregado...
En el sobre escrito
con letras de molde se leía “Al Señor de la Luz ”...dentro una cuartilla doblada sin fecha
decía así:
“...amé a tu madre
por encima de todas las cosas, yo probé con conocimiento de causa y
consecuencias, las cerezas mágicas que me harían enloquecer de amor y quise
compartir con ella y contigo el devenir de los acontecimientos, que ojala
hubieran sido otros...yo envenené al rey con mi mismo castigo y luché por
mantener el equilibrio en el Bosque Triste, pero ya es tarde para
quejarse...hay que seguir andando, desafiando las piedras y los tropiezos del
camino, con la vista al frente y el honor henchido...nada quedó del tesoro y la
magia del Bosque, solo un solar, pero he conservado para ti una cereza
enamorada...con ella pagaré mi deuda de ausencia…debes encontrar su gemela y
sembrarlas juntas en el mismo lugar...cuando germinen...un cerezo de flor
perenne dará el aviso...el Señor de la
Luz volverá, de alguna manera pero volverá...”
Lucas observó la
hermosa cereza dorada con forma de corazón y sonrió...después de lo vivido no
estaba mal...alguna joya antigua, o un recuerdo de una novia de juventud...vete
tu a saber...y en cuanto a la caligrafía, se parecía bastante a la de don
Baltasar...en algún delirio seguro que...el papel estaba muy usado...
―...¿molesto?...¿estás bien Lucas?...sé lo unido que estabas a
don Baltasar y en cuanto me he enterado...
Esperanza, la
recepcionista, golpeó con los nudillos en el marco de madera, Lucas se volvió
con la sorpresa arqueando las cejas y tiznando de rubor sus mejillas...
―...no claro que no...estaba...bueno...estoy bien...
Lucas se acercó
despacio a la joven y con la determinación que llevaba preparando desde hacía
semanas...entonces un pálpito tembloroso aceleró la respiración en su garganta
y...la quimera ha cobrado por fin sentido...del cuello de Esperanza un colgante
con la melliza de su cereza, brillaba como los ojos de su propietaria...
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