…Hablar contigo es como saborear el más rico
manjar del mundo de los sonidos…escuchar el río de tus susurro es desear
ahogarme en él y, qué me lleve la corriente donde desemboque…supongo que
desembocar en tu silencio, el que me envuelve el corazón y el cerebro, el que
delata mis sueños y teje mis ilusiones…y entonces dejar que las olas espumosas
y saladas de tu piel me sumerjan en la profundidad oscura y misteriosa de tu
mirada, tu caricia, tu beso…arrastrarme hacia el infinito de tu boca, deleitar
el resto de mi tiempo descubriendo cada milímetro de tus labios y naufragar, ya
mi cuerpo muerto, en las playas de tu sexo…calma y sosiego después de la
tempestad, que agota mi anhelo y mi angustia…que explota en la pasión de mi
pecho y se entrega a ti convertido en estrellas de deseo…de amor…tu sexo…cielo
de mis alas, universo de mi ser, mar de mi alma…
…Miró a su alrededor…nada…movió las manos…nada…su
piel se dejó llover lágrimas y el pulso desapareció…después la oscuridad, el
recorrido quieto del silencio, el vértigo del vacío que respiraba sin vivir…aquella
sonrisa estúpida dibujada en la cara…los pies preparados para salir corriendo,
y los ojos perdidos, naufragando en sabe dios que mar, de los muchos que
inundaban su pensamiento…no pasaba un segundo, la fugacidad del más efímero de
los instantes, sin que su imagen, la de ella, se interpusiera entre su alma y
la de los demás…pero nadie sabía, nadie quería saber, y todos ajusticiaban el
gesto, la palabra, el hecho…ya no importaba el qué, o el donde, ni siquiera el
por qué de aquella decisión…la esencia de su ser, el de ella, permanecía por
siempre en su aliento…a fin de cuentas, quien se lo iba a quitar a un muerto…
…Desperté con la humedad del amanecer cosida
a mi espalda…la luz que se le escapaba a la luna apenas iluminó su piel, y supe
que era suficiente, el deseo vivía allí…enredado entre sus gestos, a la sombra
de su mirada, en el roce de cada pétalo en que se convertían sus palabras…cerré
los ojos para ver mejor el cuerpo desnudo que se me ofrecía indefenso, sin
sabanas, sin nada…aún podía recorrer con mi boca, los rincones más ocultos del
universo que desplegaba con su presencia…pero no quise tocar lo prohibido,
antes de decir su nombre…sólo versos, versos gastados de infinitos en su
repetición, frases que aspiraban a poesía, olvidada después de dicha…su mano se
movió, registró despacio el vacío que rodeaba su forma, y abrió los ojos para
abrir los míos…quise vencer las letras usadas y llamarla…sus dedos sellaron mi
silencio, y su boca me dio la mañana, la vida, el alma…
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