…Tú
no te dabas cuenta…hablabas y movías las manos, o me mirabas en el silencio más
absoluto, quieta…y seguías sin darte cuenta…al principio creí reconocer tu
propia sombra, pero según pasaban los instantes las vi aparecer…eran
transparentes, fuertes y precisas en su misma fragilidad y hermosas, muy
hermosas…es cierto que tu no te percataste de mi sorpresa, quizás porque todo
el momento era el resultado de un extraño conjuro…o por lo menos eso quise
pensar…y aleteaban, esparcían la luz de sus colores por toda la habitación, e
incluso anularon el siempre intenso rayo de luna, cuando las primeras estrellas
anunciaron la inminente llegada de la noche…dudé si compartir contigo la
sensación de levitar en el aire sin oxigeno para respirar, por que la verdad es
que tú no parecías saber nada de ti…me acostumbré a contemplarte y
disfrutarlas…y deseé que aquel día no terminara nunca…entonces sucedió…te
levantaste precipitada…o eso adelanté, sinceramente no hacía caso de lo que
contabas…y me enseñaste aquel dibujo tatuado en tu glúteo…¡Dios mio!...ahí
estaban…eran las mismas…los mismos colores, la misma forma…no podía ser que no
tuvieras ni idea…y me sonreíste tan inocente, tan dulce…ya mucho más tranquila,
completamente entregada a la calma de tus ojos, y con la mariposa tatuada
también en mi corazón, asistí con el alma entregada al vuelo inesperado de
tantos sentimientos…y no me importó que te escaparas radiante por la
ventana…llevabas las alas extendidas, encendidas, tuyas…dejé que alzaras el
vuelo más infinito y te seguí con la imaginación al lugar de donde viniste,
fuese cual fuese, mágico…pronuncié en alto tu nombre y cerré mi vida en un
efímero segundo…desperté en tus brazos y, no quise romper el hechizo más allá
de la ternura de tu cuerpo alado…y tú sin darte cuenta rozaste con él, ya para
siempre, mi hado…
Quise dibujar tu rostro y me perdí en los
rincones de tu alma…el tiempo dejó de imprimir las horas en un hueco sin fondo
y por primera vez sentí el roce de la nostalgia…las imágenes se confundían en
mi memoria, y de repente naufragaba en tu mirada como moría en tus labios…quise
anclarme en tantos momentos que invadimos juntas, pegadas la una a la otra en
la calma y la quietud del deseo más infinito, pero salvajemente me asaltaban
las palabras no dichas, y los silencios más olvidados, entonces la necesidad de
tu mano, el anhelo de tu abrazo, se hizo insoportable…mi corazón abandonó su
latido al borde de tu nombre, que mi voz enfurecida gritaba sin silabas, y el
pulso de mi sangre se convirtió en gélido humo que enturbia la razón en su
locura…fue una lucha desigual con la impotencia y la frustración de tantas
circunstancias, con sabanas y cadenas arrastrando, enfrentarme al destino
despiadado sin escudo y sin armas…con los brazos caídos, la piel erizada, y mi
amor por ti brillando en cada lágrima…
…Me dices que te escriba…que convierta en
palabras sensaciones del corazón, silencios del alma y, que llore en hoja en
blanco las lágrimas de mi piel…me dices y callas…el dolor de las heridas que
nunca cierran, atenazan mis dedos, y me cuesta descubrir entre letras y tinta
los infinitos universos que contiene tu nombre…por que no te das cuenta, pero
en en ti está todo…en tu risa se desbordan los ríos de la vida, en tus manos
las raíces de las montañas atan la esperanza, en tu boca se deshacen las llamas
que queman las entrañas de cada sueño…en ti…y te imagino perdida en tu propia
mirada, hablándome de un lugar desconocido…y me pides que te siga…que te
escriba…dibujarte un camino de símbolos oscuros que sólo existe en lo
imposible, en la magia del momento, en la transparencia del día…amor…que el
latido de sangre que empuja este instante, moje con la invisibilidad de mi
saliva el mapa de la espera…que escriba en mayúsculas el final…allí donde acabe
el mar…
…Permaneciste quieta…tus ojos estaban
abiertos pero sin ver…después sólo silencio…el de tus manos, el de tus labios,
el de tu piel…supuse que me habías reconocido, pero dudé…parecías
perdida…naufragabas en tu propia memoria sin anclarte en el hoy…yo estaba
allí…mi sonrisa inicial al encontrarte entre tanta gente, se fue tornando
sombra oscura que manchaba mis pasos hacía ti…quise tocarte…rozar los momentos
que juntas descubrimos, transmitirte con mi voz el calor de tantas palabras dichas,
calladas…como tú ahora…repetí tu nombre hasta que el velo de una nube de
angustia nubló la calma, y seguían inmóvil, con la mirada en el infinito…al
oído susurré el sonido de las olas dulces en las que tantas veces habíamos
bañado nuestra espera…nada…entonces te besé…posé en un leve beso todo mi
corazón, y supliqué a tu latido que tu saliva me contestara…de repente, un
suspiro, el suspiro de tu alma, el que sólo yo conocía, del que me enamoré y
del que sigo enamorada…
Reduzco a cenizas el misterio de tu
ausencia, y tú no estás…vuelas en el aire que respiro, pero no te puedo
tocar…es el sonido de tus alas…el eco del viento me lo trae envuelto en seda…la
seda de tus labios…me rebelo furiosa ante el silencio y la luna invade sin
razón el lado oscuro…no es de noche, pero las estrellas iluminan mi cielo…en el
centro tus ojos…he despertado creyendo que era un sueño, y he buscado tus
brazos…quiero huir del miedo…reduzco a cenizas el misterio de tu ausencia, y tú
no estás…
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