domingo, 30 de noviembre de 2014

CONDENADOS





    Dicen, que bordeando las ruinas del viejo molino, serpenteaba el rastro desdibujado de un estrecho sendero, que desembocaba en el recodo oscuro, donde hacía eco el sonido de un cauce vacío... y allí, al amparo de sombras salvajes y con la incertidumbre trémula de un camino de tierra cortado, había que cerrar los ojos y dejarse llevar por la emoción, el vértigo y la osadía...si no, estabas más que perdido...
   Cuentan, que jugando al escondite entre angostos cañaverales y juncos secos, merecía la pena arribar a la otra parte del río, aparecido de la nada de repente, fugaz y espontáneo, meciéndose entre el blanco y azul de la fuerza de la corriente, enganchado en las crestas espumosas, para romper el espacio y el tiempo contra las rocas gigantes, vigías de aquel paisaje aireado de madera, cielo y verde...
   Algunos añaden, que si la noche te cae encima sin haber atravesado el bosque, puedes sentir en la nuca el calor húmedo que desprende la respiración ansiosa de alimañas siempre invisibles, persiguiendo incasables
alma y corazón, para devorar su esencia a la luz llena de la luna y al candor tenue del alba...
   Y siguen con la narración del crujir de aquella casona, un aserradero abandonado donde antes casi todos trabajaban...eran años vivos, de los que se contagió un pueblo adormilado y perezoso, indiferente y esquivo por su situación privilegiada en un mapa de naturaleza ideal, alejado entonces de cualquier conato de civilización ajena a sus propios habitantes y a sus costumbres y reglas...pero con el rumor llegó la certeza de un entorno majestuoso y rico, y con ella la ambición, el secreto y la venganza...por eso los más ancianos del lugar insisten...nadie debe subir al monte, muchas preguntas y ninguna respuesta...y colgando en el pasado los restos de un misterioso accidente que se llevó por delante el espíritu febril de una estampa enmarcada en perfecto, para rellenar su hueco gris por dudas, miedo y muerte...
    Y enumeran uno por uno los nombres que se ahogaron en el agua, parientes y amigos que aún deambulan como fantasmas entre paredes y esquinas, pasillos y rincones, arrastrando en lo imposible el resentimiento y la culpa...
   Es cuando el más valiente calla y después del silencio mudo empieza a narrar con detalle...el sol estaba en lo alto y su manto amarillo cubría de oro el horizonte, las sierras asesinas echaban humo y los troncos de los árboles mutilados se amontonaban en orden, esperando incautos el acuchillar de su inocencia, los hombres canturreaban la alegría de la primavera en flor y preveían el descanso del cercano domingo con una sonrisa de fiesta, engalanada de vino y baile... aún olía al barniz de las tablas recién pintadas, a masilla de los cristales nuevos en los ventanales, al frescor de los remolinos bañando ramas y raíces...de pronto una niebla espesa envolvió el aire y un viento sin escrúpulos arrancó de cuajo cualquier atisbo de claridad, por que una invasión de nubes teñidas de negro, empañó el futuro de penumbra, temor y tiniebla...se pararon en su eternidad las fechas del calendario, las agujas de los relojes...
   Con la voz atravesada en la garganta, nudo de razón y conciencia, la mirada extraviada y turbia escapándose en una pausa sin fin y el revuelo de sensaciones latiendo en las tripas, el testigo retoma la palabra enredado en recuerdos tan imaginarios como reales para atajar los remordimientos de quien sobrevivió al espanto, del que nunca regresó al infierno sin salir de allí...
   ...un estruendo atroz estalló en los tímpanos, miles de leños apilados en distintas alturas soltaron sus cadenas y como un batallón estratégicamente organizado avanzaron sin misericordia y cuartel, aplastando el ánimo, la carne y el grito de quien encontraban a su paso...las máquinas estallaron en fuego y ruido, las vigas del techo cedieron al peso del rencor y el remanso
del torrente, acogió en su abrazo de odio fluvial los cuerpos rotos y heridos de una nómina elevada a cientos, enterrada en la profundidad opaca del caudal tranquilo del olvido y la memoria....
   Una lágrima de escarcha, vence el gesto ajado y duro del rostro, moja con parsimonia el pergamino de su piel cuarteada, y salpica de sal unos labios demasiado finos, intuyo su existencia por el movimiento de una colilla perenne, cosida al rictus amargo de la melancólica nostalgia...
  Y con las pupilas nubladas de calma y tristeza, fijas en mi...prosigue el relato de lo sucedido con un poso de esperanza que alivia la intensidad del momento, para relajar también ganas, músculos y nervios, y así darle al ocaso sentido y rumbo con dirección al amanecer...
   ...No hicimos caso de los avisos, de las advertencias, de las amenazas, nos creímos los amos, los dueños, señores absurdos de un universo de plata y serrín...meses y meses sangrando la savia, extirpando la extirpe vegetal de un paraje fantástico...aniquilando el único pulmón que nos dejaba respirar su oxigeno, fastidiando el hechizo de las leyendas, torturando la moraleja de sus cuentos, sacrificando la historia de su subsistencia...sobra el después de los acontecimientos, las causas, las consecuencias...la montaña permanece...necios los que se aventuran a tentar la suerte despistada entre follaje, semillas y espesura para buscar qué...
   La sutil interrogación colgada en mi mente ida, las cabezas quietas pendientes de mi espectral explicación, y mi reflejo presente solo en el espejo de lo que fui...un rocío infante, con gotas de sudor helado, lava la cara de la madrugada, las piedras bostezan con sueño el despertar de las calles, se aproxima la hora de mi partida, aprovechando la dulce mañana con su caricia y su ronroneo...
   Hablan y hablan y continúan hablando...otra vez he bajado del aserradero en vano, inútil para escuchar los epitafios de tantas tumbas, aguantar sus quejas y reproches o desahogar en mi transparencia el lamento tierno de su rito y credo...ni siquiera puedo posar mi mano en su hombro para acompañar cómplice el rosario de su desgracia...y es que por más que me miran, en mi soledad, nunca me ven...

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