EN APENAS DOS PÁGINAS...
...Faltan
pocas calles y muchos minutos para su encuentro con Clara, pero Olivia no
tiembla de impaciencia, ni le castañetean los dientes por el frío...a Olivia el
corazón le palpita trémulo porque tiene miedo, miedo a sentir lo que siente
cuando está con ella, a que una mentira le marque y le condene, a una despedida
sin posibilidad de encuentro al día siguiente...por eso quizás, camina despacio
con las prisas de la emoción excitando sus pasos lentos, mientras en su mente
se empeña en encontrar aquel instante, aquel detalle, aquel despiste que
despertó su piel y su alma a la vida, y sembró su conciencia de dudas y
alarma...la que nunca le molesta cuando solo comparte con Clara despacho,
comida y algunas confidencias amables...la que duerme tranquila, cuando por las
noches grita muda su soledad, acompañada de un marido de hielo y escarcha...la
que le impide el consuelo de una palabra y el gesto amigo, en medio de tanto
silencio, tantas lágrimas de Clara llorando de color herida y morado, tanto
sufrimiento...
Olivia
ha salido de casa con tiempo en el bolso y en la locura, el suficiente para
arrepentirse de la decisión tomada, el necesario para bordar a su razón, y con
el latido inquieto de su sangre, el dibujo perfecto de tal vez el momento
soñado...masticar así, con aire fresco y pausa, los trozos de su osadía, ya
casi rozando con la palma de la mano el aroma a deseo y entrega, que sus ojos
encharcados en destellos de esperanza e ilusión, distinguen en las esquinas y
rincones intuidos de un íntimo secreto...ojala que en el horizonte de un mapa y
un reloj con Clara, que ojala anhele la espera nerviosa, aunque sea ignorante
todavía, aunque sea al otro
lado del mismo sentimiento, pero que ojala, despabile al menos su curiosidad
para querer el misterio, el motivo, la incertidumbre, da igual si la sospecha,
del ímpetu con forma de voz ahogada, que la habrá sobresaltado esta, seguro que
otra madrugada prisionera de tristes desvelos, salpicados de ausencia y alcohol,
que seguro regresarían pronto, envueltos en un manto violento que ajeno,
repetirá, con golpes e insultos, el vaciado de su ser y su nombre para después,
recubrir su cuerpo de oscuridad, desesperación e impotencia...
Olivia
se para en seco entre tinieblas y sombras, a escasos metros de un cielo
abierto, teñido de castaño claro, nubes de labios intensos y reflejos de mirada
transparente...en la sien clavándose como una traición en su cerebro, la
desconfianza en una pregunta... ¿y si Clara hubiese sido feliz...se hubiera
enamorado de la ternura acariciadora de su presencia, del sutil roce de su aura
embrujada, del toque sensible y mágico de su calma serena?...y acecha el
desasosiego que inhibe, que convierte el aliento de Olivia en escaso y
vulnerable, que la obliga a dejar la maleta valiente en el suelo, desparramadas
las circunstancias personales y los matices intrépidos, y un recelo tímido y
suspicaz que nace en su estomago y muere de dolor en sus entrañas...disfrazado
de suspiro, lamento y espanto...por que ¿y si Clara no la entiende, no
comprende el significado del termino huida, no valora su ofrenda dulce de amor,
cosida a un regalo de alas limpias y libres?...marcharse juntas...Olivia no se
perdonaría un futuro con el recuerdo de una última imagen fija en su memoria,
Clara sin respuesta en la cara, alejándose confundida sin mirar atrás o Clara
con sonrisa fugaz inventando una carcajada de desprecio...Olivia no puede
pensar en eso, se desgarra en un vano e inútil intento de borrar una Clara
desconocida, por descubrir, resentida en sus reproches y sus muecas...aunque
insiste en no rendirse arrastrando las ganas desnudas de su equipaje, entonces
el alba del domingo la recibe con abrazos de sol y besos cálidos de
primavera...a lo mejor Clara no dice nada, se encoge de hombros y la convence
de su error o la convida a tierra de nadie para preparar un viaje a ninguna
parte y a todas...
A
Olivia le queman las huellas de su urgencia al identificar el trazo de la
figura de Clara, advierte también que su rastro profundo deja en el asfalto
señales escondidas, será por si acaso su espíritu se pierde y tiene que
recogerlas...¿y si se diera la vuelta?...aún puede recoger algunos pedazos de
verdad en la cordura que le queda guardada como un tesoro sin dueño, sin embargo
descarta la idea ensayando el hierro de su voluntad, para que sus tacones se
acerquen al borde del vértigo y prueben de sopetón la ira de la tormenta por
venir, y una certeza, tampoco merece la pena el mundo congelado y de nieve que
abandona...y en las aceras, en los locales, por los balcones, demasiados ruidos
desperezándose, que sin pretenderlo, animan su aliento torpe y precipitado...y
de repente acelera, el azar, con su velo de suerte bordado de imposibles, le ha
lanzado un órdago por una ventana, en juego el destino en la estrofa de una
canción y Olivia, sea lo que sea lo que suceda, sabe que ya no tiene más hueco
para remordimientos, así es que sigue adelante firme, tarareando un susurro a
los cuatro vientos que como una quimera se escapa de su boca para
siempre...”Que no daría yo por empezar de nuevo”...
No hay comentarios:
Publicar un comentario