...Me
guardaba en otro cajón diferente al de mis compañeras, y agazapada entre
consoladores, bolas chinas y preservativos, esperaba el momento, siempre
inesperado, de que ella, siguiendo el mismo ritual minucioso y lento, me
utilizara...
Reconozco que fue un flechazo, descubrí en su mirada a través del cristal del escaparate, esa ansiedad fría que disimulan las mujeres que se conforman con su lógica, que contraste con las otras, las que a pesar de la lógica se conforman...y en cuanto pude le hice un guiño descarado, aprovechando el truco del anochecer...
Supongo que ya sabía de antemano que yo
quería ser su cómplice, por eso su sonrisa triste al desenvolverme me cautivó y
ya no era importante calmar mis nervios, conociendo a destiempo el por qué de
aquella sutil seducción...se me olvidó hasta el sentido de mi vida cuando me
rozó suave con el dorso de su mano, y creí desmayarme al escurrirme entre sus
dedos...
Sentí el tacto dulce de sus mejillas, y el
sabor aterciopelado de su labios acariciándonos mutuamente a la altura de su
rostro...frente a un espejo comprobé que hacíamos buena pareja, el tejido de mi
piel se adaptaba perfectamente a las formas de sus nalgas y de su pubis, y el
elástico de mis brazos se cernía su cintura por debajo del ombligo...
Girando sobre su propia imagen, me envolvió
con el aliento embriagador de sus mil carcajadas, el color amarillo de mis ojos
resaltaba lo justo y necesario para hacer más hermoso el moreno de su
cuerpo...Y dándome, dándose unas palmaditas de aceptación, me humedecí a la
misma vez que ella, mientras se tumbaba en la cama y jugueteaba conmigo...
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