Supuesto: Fotografía
buscada que no sea de familia, ni de personajes conocidos con los temas de
personas, objetos o animales personificados.
…Encontraron la
fotografía en el bolso roto, entre carmines y pañuelos de papel asomaba
intacta, en el reverso una fecha borrosa como único indicio de recuerdo y
desgaste…podría ser cualquiera, pero era Ezequiel…el policía le reconoció por
los zapatos rojos…eran los mismos que ahora vagabundeaban huérfanos de pies
desnudos y pasos, alrededor de la farola…sólo era un crío…la frase machacaba su
estomago, y tuvo que vomitar conciencia con la imagen de aquel cuerpo
destrozado pegada a su mente…el nudo en la garganta y la lágrima furtiva
vinieron después, cuando recogieron del suelo aquel esbozo de persona
convertido en un grotesco garabato, y lo embolsaron como basura entre plásticos
negros…el policía hubiera querido hacer, decir, espantar de un manotazo
cobarde, las sensaciones con destello y forma reminiscente, que le dejaron
clavado en aquel sitio donde le había conocido como Dulce unos días atrás…
Se alejan las sirenas
con su canto trágico del lugar del crimen, dispersos ya los últimos curiosos
noctámbulos, un interruptor de melancolía y tristeza apaga la luz de la luna,
acallando con su manto robado al silencio, las protestas, los ruidos, el
alboroto…y el hombre de uniforme permanece inerte con la mirada pérdida en un
charco de lamento y sangre…
…Dos o tres
madrugadas y una patrulla de más, sus ojos se habían cruzado, pero en un
momento la figura desafiante, a medio hacer, disfrazada prematuramente de puta
vieja, desaparecía descalza entre esquinas y callejones…cuando él llegaba al
escaparate de comida rápida donde fugazmente se relamían las sombras, aún olía
a perfume barato y añejo, y esperaba embriagado por el aroma del pecado y el
vicio, que Ezequiel y Dulce las dos partes de un todo, volviesen, por que
confiados e ingenuos, inevitablemente volvían…
…De confidente en
confidente, supo que se había escapado de casa, que cumpliría quince años en
navidad, y que renegó de su pene desde y para siempre cuando entendió el
significado de la herencia que le dejó su madre, huida de las palizas como
fantasma hacía la muerte cuando ya no pudo más con tanto golpe injusto de la
vida, y de su marido…Ezequiel anheló ser Dulce subido a los tacones de charol
reluciente, que un domingo mamá estrenara presumida frente al mismo espejo
donde su padre borracho de ira, le partió la cara, por que en lo bueno y en lo
malo, se parecía demasiado a ella…
Sin nadie a quien
importar y sin más ahorros que la rabia, rimel y maquillaje, lo tuvo
claro…confundido en el anonimato de la gran ciudad, al cuidado de sus
compañeras de profesión, matronas con raíces por arrugas y culo gordo,
frustradas la mayoría en el bien preciado del autentico disfrute de la
maternidad, se entregó en carne y espíritu a lo más fácil y a lo que mejor se
le daba…
…Fuera de servicio, el
agente, como si una fuerza invisible le empujara calle abajo, había regresado
hacía unas noches al lugar del neón estrambótico, violador en serie de los
inocentes faroles amarillos de antaño, y allí, en un despiste, sin esposas ni
placa, sin pistola ni galones, pudo hablar con él, con ella…
Recelosa, Dulce
aceptó un café caliente de aquel espectro salido de la nada, y que no parecía
tener otras intenciones que charlar con ella, replegó sus encantos infantiles y
poco a poco empezó a mostrarse como Ezequiel, el adolescente conflictivo,
rebelde en su valentía, que se dejó llevar por la calma de una
conversación, no por mil veces imaginada
posible en su empeño, salpicada de palabras con futuro, collar galante de
gestos francos, abiertos, con las dudas echadas ya a la suerte de una sinceridad
revuelta y patas arriba…Dulce estaba encantada con la compañía y las
circunstancias, durante un rato no tendría que dar placer y boca, intercambiar
la soledad de su alma por la falsa ternura de unas cuantas monedas empapadas de
babas y asco…y se abandonó al sentido común de sus sueños púberes, los de ser
actriz, operarse en la clínica más cara para ser una mujer perfecta, e
inteligente, dejar ese mundo sórdido que sin darse cuenta, se comería su
orgullo y marchitaría su dignidad…
Cuando se
despidieron, Dulce se pintaba los labios con promesas frescas, húmedas de
esperanza, y Ezequiel sonreía con la alegría innata de un buen muchacho, tan
sensible, tan vulnerable…el policía, satisfecho de su iniciativa, caminaba
despacio, con la cabeza llena de razones locas y el corazón mojado en almíbar… que
disparate, con corona de visera y tela y cetro de goma dura, si su mujer y su
hijo pudieran verle, se había convertido por arte de remordimiento en un
príncipe azulón que moraba un palacio en la comisaría de centro…osado y
convencido en su compromiso hasta puso ritmo musical a un algoritmo imposible,
el intuido final feliz y sin llanto de una película con titulo egoísta, cuando
Dulce, sensata y libre, tirara los zapatos rojos y no por que ya le quedaran
pequeños…
…Faltan escasos
minutos para la hora punta, el sol pide una oportunidad al frío de la mañana…un
agente local sale a su encuentro y compra ansioso un periódico mal escrito, y
contador de mentiras, asesinato en una reyerta por hurto…no interesa la verdad
oculta, no explica las amenazas grabadas a cuchillo en la piel blanca, el
ensañamiento con el miedo del más débil, el odio escondido a lo diferente y por
que sí…no merece la pena seguir leyendo…el dolor atenaza su respirar, resentido
y oscuro, mientras avanza sin rumbo arrastrando su culpa…solo él guarda en su
memoria el afán de la cita, el regalo sin olvido y con ayuda que no pudo ser,
el instante quieto, suspendido, el segundo eterno ingrávido en el espacio, que
como burla absurda del destino supone el no llegar a tiempo…
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