Supuesto: Descripción
de un espacio físico qué esté al servicio del carácter del relato
escrito…
…El encuentro, como
siempre, sería en una habitación de hotel, pero esta vez iba a evitar los más
discretos del centro, se arriesgaría…el elegido, en las afueras, adornaba la
carretera nacional con luces de colores incrustadas en la fachada, y un gran
cartel luminoso con trazos que podrían ser cualquier cosa, incluso letras, eso
sí, escritas de cualquier manera…era lo que más le había llamado la atención
desde el arcén cuando paró, eso, y el esfuerzo por comprender que puestas en
orden, se leía “El Milagro”…
Qué extraño, juraría
confiada que el sábado al pasar por el mismo sitio, aquel edificio de pálido
malva no estaba allí…quiso asegurarse de no haber equivocado la salida
correcta, pero la gasolinera verde y el descampado triste, ¿o era al
contrario?, bueno que más daba, confirmaron que ocho días al mes repetía el
mismo camino al visitar a sus padres, y que las posibilidades de error eran
ninguna…en fin no era momento de darle vueltas al asunto, faltaba poco para la
oscuridad, y menos para dar rienda suelta a los deseos, que esta ocultaba bajo
su manto negro bordado de luna, hasta se felicitó con una sonrisa por el
verso…así es que con zancada firme de adultera convencida aparcó el coche en lo
que pretencioso, apuntaba ser el parking de clientes, cuatro rayas torcidas
dibujadas con tiza en una tierra roja y blanda que no parecía característica del
lugar, como una mancha viva derramada sobre fondo gris cadavérico o como un
sello de sangre estampado en el blanco inmaculado de la inocencia…¡Dios mío que
comparaciones se le ocurrían!…el cuidado de no caerse con los tacones invitaba
al despiste y seguro que los pensamientos volverían por los derroteros
habituales, como por ejemplo el que…
…Antes de atravesar
la puerta, imponente y desproporcionada, hiciera la llamada de rigor sin
conseguir hablar con nadie, y como de costumbre el verdadero mensaje del mensaje,
su voz, fuese grabada por un contestador hueco, que le devolvía con guasa el
eco vacío de su urgencia…resignada, que remedio, a un idioma en claves, bastó
una pista apelativa a la religión más elemental, y un número de tres cifras,
para dar por terminado lo que al principio era un juego divertido y morboso de
seducción, y que con el tiempo se había convertido simple y llanamente en solo
eso, un juego…
Empujó el cristal
biselado con pocas ganas y con la mente en otra parte, quizás en su conciencia,
esa que no sabía como se las apañaba, inesperadamente, le aguaba la fiesta a
menudo…como ahora…y justo en la fase del engaño que más concentración requería,
y también la que más le gustaba… sutil e inadvertidamente poder fingir ser
otra…pero hoy, que ironía del destino, las consecuencias de una excusa típica,
válida para remendar lo mismo un roto que un descosido, desembocaron en un
viernes insulso de marzo a las siete de la tarde, perdida de repente en sus
propias intenciones, y no le hicieron falta ni las gafas de sol, socorridas
donde las haya, ni disimular el gesto clandestino, por que el ambiente que
envolvía la entrada, despejaba a cualquiera que atravesase la electrizante luz
azul de bienvenida, las dudas sobre el propósito de su viaje o estancia, por
supuesto, dichas voluntades, indiferentes en contenido y continente, a la
cordura… y es que nadie en su sano juicio, ella era una excepción, no tenía
juicio, osaría aventurarse en semejante laberinto, sin anteriormente, haber
puesto a buen recaudo la identidad de su sombra, por si acaso…
El universo
inclasificable que descubrieron sus ojos, pasado el efecto cegador de la
acogida, por cierto tan helada como el aire que congeló un saludo no
correspondido, no pertenecía a categoría ni etiqueta alguna, de este nuestro
mundo…alfombras voladoras como las descritas en los cuentos orientales
recorrían suelos, paredes y escaleras cambiando tamaño y textura según el
espacio exacto que cubriesen…la moqueta de nudo corto que forraba los tabiques,
cambiaba el tono indefinido original por otros fluorescentes según te acercabas
o te alejabas, y las cortinas, combinando gasa y terciopelo, bailaban al son de
una música apenas perceptible si no fuera por que cuando menos te dieses
cuenta, ya estabas tarareando su estribillo desconocido y machacón, entonces no
había marcha atrás, las neuronas del cerebro estaban contagiadas, y una
campanilla estridente avisaba que era hora del siguiente paso…la recepción
…Encontrarla primero,
y tarea difícil entre cuartos escondidos, despachos nobles, y salas
acondicionadas, sucedidas sin concierto ni armonía por pasillos sobrepuestos a
distintas alturas y sobrecargados de adornos, cuadros y tapices que hacían
imposible localizar algo en particular sin un inventario y un mapa…
Decidida a abandonar
una excursión que prometía incertidumbre y probable dolor de cabeza, y no era
cuestión…quiso devolver sus huellas por donde habían pisado… pero pobre
ingenua…tuvo que pararse en seco, so pena de caer en el abismo que separaba su
cuerpo del vértigo ante aquel agujero de dimensiones colosales y cavado en un
instante, ¿sería su imaginación que le estaba haciendo un lío?...el croar de
una rana amarilla con albornoz de lunares talla XXL, se interpuso entre el
susto y un pasmo que ahogó de miedo su grito de auxilio, pero lo que tiene
dárselas de valiente y atrevida, es que a veces, es verdad, por lo tanto con
temblores hasta en las orejas y sin decir ni pío siguió los saltos insistentes
de su improvisado guía…y ¡vaya! a la derecha, después de la quinta esquina,
girando un tercio a la izquierda para subir por veintidós peldaños y esquivar
la columna rosa, detrás de la biblioteca, en el rincón más apartado enfrente
del portón por donde había accedido hacía escasamente un minuto, un severo
mostrador de marquetería y caoba…y para variar entre un buen surtido de objetos
inútiles y decoración hortera, una persona…rara, pero una persona…
―Gracias Señor Rufus, muy amable…no sé por qué pero todos
extravían el rumbo…¿Cómo está su señora?...
Una mujer de aparente
belleza serena, desplegaba con naturalidad los encantos educados y aprendidos
de una buena y profesional anfitriona, pero curiosamente los rasgos y muecas de
su rostro mutaban al compás de las palabras articuladas en la conversación, y
era asombroso que la fugacidad del significado de adjetivos como guapa, fea,
joven, vieja, agradable, antipática, dependiera de la expresión, su locución,
timbre o matiz…
―estupendamente…ya sabe con lo suyo…pero lo lleva
bien…sensata, se ha acostumbrado, no me besa tanto, pero el resultado es el
mismo…jamás me convertiré en príncipe…
―...haré que el maniquí 57 les suba una botella de champán sin
cargo alguno…
―…no tiene por qué…sólo salí a por hielo y presentí que la
huésped estaba algo desorientada…por cierto si pudiera ser otro camarero…a mi
mujer le dan nauseas los calvos…
―…faltaría más…disculpe señor Rufus…se le ha caído el
peluquín…
El señor Rufus
recogió el matojo de pelos artificiales y se despidió deprisa, con el recelo de
verse atrapado en un desliz…
―Usted me dirá…¿también viene por lo del milagro?... ―con una
entonación algo condescendiente su cara adquirió un semblante dulce y repulsivo
al vaivén de la mirada de nuestra huésped que seguía sin poder pronunciar ni
mu, estupefacta por ser testigo de un panorama sin parangón y tan peculiar…
―verá yo…
―…no se preocupe…pasa mucho en el periodo de iniciación, al
desflorar los sentimientos…relájese y disfrute de nuestras ofertas…
―¿ofertas?...
―…vamos, no se haga la tonta…¿Qué necesita?...¿pasión,
compañía, reír, desahogarse, otras distracciones?...tenemos alcobas, incluso
para estar a solas con uno mismo…
―…no sabría que…
―claro, claro…son tantas las opciones…déjeme adivinar…
Un reloj de cuco mudo
interrumpió con el anuncio intuido de las en punto la disparatada escena que se
estaba desarrollando en sus narices, perdón su pico…y es que como si del
escenario de un teatro de papel se tratara, los decorados se modificaron en un
santiamén…un parpadeo, y dos damas tomaban un té con pastas, sentadas
cómodamente en un sofá de cuero tan mullido como pasado de moda…
―estudios universitarios, trabajo monótono, la rutina del
hogar y los niños y un marido egoista…¿sigo?...
La cuarentona morena
de físico agraciado y atractivo, aturdida y confusa por el desparpajo de la
anciana con cabello blanco, que digo, rubio, no, naranja, de acuerdo ya…a
mechas…se encogió de hombros…
―será mejor empezar sin preámbulos…el primer piso está
habilitado para los estados de ánimo, se admiten carcajadas y lágrimas,
depresiones y ansiedades, alegrías tristes y penas jocosas…se permiten las
fiestas y los funerales, las mascotas fieles y las parejas que traicionan el
sentido de la lealtad…ya ve si se consiente…lo único que no se puede es
reservar 48 horas seguidas el dormitorio de la soledad, por eso del
suicidio…prohibido terminantemente, es un engorro y tanto papeleo pondría en
evidencia a muchos de nuestros asiduos…La segunda planta es diferente, menos
estricta, ocasiones especiales y celebraciones espontáneas, bodas, cumpleaños,
ligue que estrenar, nuevas citas, cuernos, herencias provocadas…y arriba, en el
ático, tres suites, El Cielo, un paraíso salpicado de nubes y detalles naif,
recomendado para amores delicados, relaciones fraternales, amigos sin derecho a
roce…El Infierno, una delicia, caliente y placentera, con cama gigante, envuelta
en las más exquisitas de las tentaciones y con la novedad de poder acceder al
canal privado de televisión que conecta en directo con cada una de las formas
del pecado…hemos omitido el purgatoria por ética, no nos va eso del limbo legal
mientras se es victima del calvario y el tormento…y para terminar esta breve
exposición, la más singular y representativa, marca de la casa, El
Milagro…donde se cumplen los anhelos, las fantasías, los sueños…
Ahhhh!!! se me olvidaba…no hay ceniceros por lo de que fumar
perjudica la salud y la ley antitabaco, ni espejos, a excepción de quien
presente una receta médica, la casualidad de su reflejo es mala consejera de
culpas, remordimientos y del arrepentirse, precisamente la mayoría de las
veces, al firmar la factura…y eso que es invisible y las cantidades que
figuran, mero trapicheo por Hacienda…por que, moralmente, todas las
consumiciones y alojamientos son gratuitos…pero me he desviado del tema…la que
a usted le convendría, desde luego sería la más cara, desde luego la más hermosa,
desde luego la más exclusiva, la que nos nombra…
―…¿Quién coño es usted y qué demonios le importa por qué se
supone que estoy aquí?...
La protagonista, no
sabemos bien si de esta historia, pillada en un renuncio, enfadada por la
trampa y dispuesta a borrar de un plumazo tanta demostración obsesiva y decepcionante
de su ser, se puso de pie, alterada y enérgica…
―…tiene razón…quien soy no es importante…lamento haberme
metido donde no me llaman…si quiere marcharse el maniquí 13, supersticiosamente
y por arte de magia le indicará la salida y si al irme, el latido del silencio
le devuelve la nostalgia de lo que pudo haber sido…aquí le dejo la llave…es
fácil la dirección, siga la transparencia de su alma…o su frustración y su
fracaso…
Una niña de seis años
se evaporó de la mano de su muñeca con el soplo frío de un viento de repente
con alas infinitas…la atmósfera se contaminó entonces de temores y tinieblas y
en su efímera revista al aliento de su corazón, la mendiga de amado y amante,
supo que hacer…
Lo próximo en su
memoria, es una secuencia de recuerdos nítidos enturbiados por el afán de
enlazar e interpretar, una sucesión de símbolos y gráficos enigmáticos a más no
poder, que probaban la locura de su inteligencia…unas mesillas de ébano
colgadas del techo, las sabanas de raso suave adherentes a la piel, una lámina
de esbozos abstractos a carboncillo que contaba cuentos, televisión con
películas sesión continua melancolía, una bañera con peces tropicales…y ella,
en la intimidad misteriosa de su secreto, los nervios de puntillas sobre la
colcha de algodón desnudo, perseverando en lo absurdo de permanecer allí, como
lo fue en el mes de febrero, o en el de enero, en otros refugios de alquiler
adonde escapar… aquella mujer, niña, anciana, espíritu o extraterrestre lo que
fuera, había acertado, esperaba sin que hubiera suerte, el milagro de la
emoción y las sensaciones a repartir entre ternura, cariño, comprensión, tenía
tanto que dar, tanto que recibir…pero preparándose para lo que podríamos
entender perfectamente como una huída…esta vez, si llamaron a la puerta…
Se despertó
sobresaltada con los golpes de unos nudillos aporreando la cancela de
madera…por favor que no se levanten los niños, todavía no…su marido roncaba,
ajeno, como no, al ruido que le había despabilado, y al sudor que le empapaba
con gotas de evocación la delgada frontera del ensueño con la realidad,
inquieta, y aún naufraga adormilada de lo que más bien consideró una pesadilla
con fantasmas y sus debilidades, y con la idea fresca de remojar en la ducha su
resaca de alucinaciones, a ver si así el sumidero se tragaba tanta tontería
onírica, y el veneno iluso de volar en libertad se daba a la fuga…abrió el
cerrojo a la sorpresa y a la mañana…
―Buenos días, ¿la he despertado?...lo siento…he venido a
devolverle esto…se lo debió dejar esta madrugada…estos monederos modernos con
tanta documentación a cuestas…me figuré que…pero no quiero molestarla más, es
temprano y yo debo irme…las obligaciones eternas de El Milagro me reclaman…
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