Supuesto: Descripción
minuciosa y detallada de un proceso en ejercicio formal
Intercalando una historia.
Ritmo creado por el proceso.
...Una vez que el
maestro de ceremonias ha sacado los utensilios de la sala, hace una reverencia
en silencio ante los invitados con lo que indica que el rito ha terminado, los
invitados entonces abandonan la sukiya, seguidos por la mirada del maestro de
ceremonias…
…Hubiera querido que
aquel momento fuese infinito, quedarme abrazada al siempre del silencio,
creyendo que tal vez, en su boca callada estuvieran todas las respuestas,
mientras sus ojos permanecían quietos en los míos unos instantes de más, quizás
los justos para entender que, irremediablemente yo, ya estaba enamorada…
La ceremonia completa dura unas cuatro horas,
aunque muchas veces se limita a la última fase o usucha, que dura alrededor de
una hora.
…Nunca fui creyente
de flechazos, ni amores a primera vista, sin embargo desafíe al destino y su
manto de azar, arropó mi suerte…
Aunque la ceremonia
del té se puede celebrar en casa, es costumbre el llevarla a cabo en una casa
especialmente dedicada a ello, que recibe el nombre de sukiya. Consiste en una
sala de ceremonias, propiamente dicha (cha-shitsu), una sala para los
preparativos (mizu-ya), una sala de espera (yoritsuki), y un camino de acceso
(roji) flanqueado por un jardín, que acaba en la puerta de la casa de té. Dicho
edificio suele estar situado en una zona arbolada.
…La mansión de los
japoneses en una urbanización de lujo a las afueras de la ciudad, se escondía
entre pinares de un verde intenso y las vallas disimuladas por una cuidada
naturaleza salvaje…de estructura sencilla, la casa invitaba al sosiego, sus
líneas rectas y una decoración precisa eran alimentadas por la luz clara de
inmensos ventanales, la mayoría orientados al jardín, matizado como en el mejor
de los lienzos, por las pinceladas exactas de detalle y color de la belleza…
Los utensilios son la
tetera (cha-wan), el recipiente para el té ( cha-ire ), el agitador especial de
bambú (cha-sen), y el cucharón de servir, de bambú también ( cha-shaku). Estos
utensilios suelen ser valiosos objetos artísticos, y muchos de ellos suelen
pasar de generación en generación….
El anfitrión alimenta
el fogón, cuyos cinco elementos representan el mundo material del taoísmo: el
metal de la tetera, la madera del carbón, la tierra de la cerámica, el fuego y
el agua.
…El día era inmejorable para disfrutar del hermoso espectáculo
de césped, flores y piedra que culminaba con la sorpresa y el encanto de una
construcción en miniatura, de lo que bien podría ser el hogar de un duende, o
el refugio ideal para el recogimiento y la soledad…pero se supone que mi
intrusismo en ese mundo de sutileza, correspondía a mis funciones de secretaria
y al empeño de mi jefe en que le acompañara, junto con otro directivo
importante, a lo que al principio se trataba solo de trabajo…y es que a
sabiendas del sentido de la hospitalidad oriental, la tarde guardaría un
secreto…
En cuanto al
vestuario, es preferible elegir los colores poco llamativos. Cuando se trata de
ceremonias formales, los hombres llevan kimonos de seda de colores lisos, con
los blasones de la familia y los tradicionales calcetines (tabi) blancos.
Los invitados deben traer un pequeño abanico
plegable y unas cuantas servilletas de papel pequeñas (kaishi), cada uno.
…El ambiente era tan
agradable que cuando el matrimonio anfitrión disculpó su ausencia unos minutos,
aún levitábamos en una nube borracha de embrujo, salpicada con gotas de
tradiciones ancestrales…las mismas que acompañaban su regreso al salón, los dos
vestidos con originales kimonos de seda, negro aterciopelado él, flor de loto
roja en la manga y verde oliva ella, con un gran dragón amarillo en la espalda…
Fases:
1) una comida ligera,
llamada kaiseki
2) el naka-dachi o
pausa intermedia
3) el goza-ire, que
es la fase principal en la que se sirve un tipo de té espeso
4) el usucha, fase
final, en la que se sirve té claro
...Hasta entonces mis pensamientos habían transcurrido ágiles
y distendidos, dejándose llevar por el ritmo cordial de las conversaciones, el
destello luminoso del paisaje y el aire fresco, que sin pretender embriagar,
inundaba cada rincón de aquel edén de tierra, calma y ladrillo, pero fue al
confiarnos a cada uno en una caja de cartón rectangular un pequeño abanico,
cuando mi mente se transformó en papel en blanco, y dejé mi alma abierta a los
sentidos…
Los invitados entran
a gatas, como gesto de humildad. En la sala hay un horno de albañilería fijo;
en número de cinco, se reúnen en la sala de espera. El maestro de ceremonias
aparece y los conduce, por el camino del jardín, hasta la sala de ceremonias.
A un lado del camino
hay un recipiente de piedra con agua fresca, en el que los invitados se lavan
las manos y se enjuagan la boca. La entrada a la sala de ceremonias es muy
baja, lo cual quiere decir que los invitados tienen que llevar un hornillo o un
brasero portátil para calentar agua.
…La fascinación llegó
segundos después, al presentarse quien sería la maestra de la ceremonia del té,
el obsequio final de la familia, con forma de rito, del que habíamos oído
hablar pero ninguno conocíamos…no podría explicar con palabras lo que sentí al
verla, supongo que el misterio que envolvía su figura a contraluz, fue
suficiente para alimentar la curiosidad de mi corazón…la armoniosa expresividad
de su rostro hechizaba, y el dibujo perfecto de su sonrisa, soñé despierta,
firmada al viento con especial dedicación, completó un circulo imantado y
atractivo, hacía el que sin pretenderlo, me dirigía…
Cada invitado se
arrodilla ante la capilla o tokonoma y hace una reverencia respetuosa. A
continuación, con su abanico plegable colocado ante sí, admira la estampa o
pintura colgada en la pared de la tokonoma. Luego hace las mismas operaciones
ante el hornillo o brasero. Una vez
que todos los invitados han terminado de admirar estos artículos, se sientan;
el invitado principal se coloca más cerca que los demás, del maestro de
ceremonias. Una vez que éste y los invitados han intercambiado las cortesías de
rigor, se sirve kaiseki, que termina con unos dulces a manera de postre.
…En la elegancia de
sus movimientos se hallaba el poder de seducción que cualquiera hubiera
confundido con la sensualidad, si no fuera por que hasta en un gesto tan simple
como lavarse sus manos, flotaran, en la coqueta fuente destinada para la
ocasión, reflejos innatos de inocencia infantil, que espantaban con el rubor en
sus mejillas otras ideas que se apartaran de la timidez y algo de obligada
exposición intima…y que casualidad, la unanimidad en ser yo la invitada
principal, me colocó tan cerca de ella que fui capaz de respirar su aliento…
Cuando el maestro de
ceremonias lo indica, los invitados se retiran a un banco destinado a ello,
colocado en el jardín interior que rodea a la casa de té (es la pausa
intermedia o naka-dachi)…
Aturdida por la emoción y el descontrol de mis latidos, la
pausa del paseo puso un tanto de cordura a mi razón, desbocada un rato antes en
el interior noble de la sukiya (precioso nombre para una residencia de muñecas)…
El anfitrión hace
sonar un gong de metal, situado cerca de la sala de ceremonias, con lo cual
indica el principio de la fase principal del rito. La costumbre establece que
el gong se haga sonar cinco o seis veces. Después de repetir las abluciones purificadoras
en el recipiente de agua fresca, los invitados vuelven a entrar en la sala.
Un sonido metálico excitó las ganas de mi ansia, y la
necesidad por repetir sensaciones, hizo
acelerar el ritmo de mis prisas…correr, mojarme, sentarme…adelantar a mi propio
entusiasmo para naufragar en el asombro de su mirada, tan dulce como el
tartamudeo de mi torpe excusa que me descubrió vulnerable, pero al menos le
hizo reír…
Un ayudante retira
las persianas de juncos que cubren las ventanas por fuera, con el fin de dar
más luz al interior. La estampa o pintura ha desaparecido y, en su lugar, se ve
en la tokonoma un recipiente con flores artísticamente arregladas. Los
recipientes de cerámica para el agua y el té están ya colocados en sus sitios.
A continuación, entra el maestro de ceremonias, que lleva en las manos la
tetera, con el agitador de bambú dentro y el cucharón de bambú encima.
La caída del sol
amenazaba oscuridad…el tiempo parado en el ensimismar de tabúes y prejuicios,
advirtió de soslayo que también se acababa, y un empuje de melancolía acordó
una tregua con lo que yo estaba viviendo…aunque debo reconocer, la imaginación
añadió un grado al desconcertante ridículo de mi embobe, ante el semblante
sereno de su persona, al aparecer de nuevo portando bambú, cerámica y el
compromiso formal y serio del ritual que nos ofrecía, desplegando arte y
profesionalidad…
Los invitados admiran
el adorno floral y la tetera, igual que hicieron anteriormente con la estampa y
el brasero, al principio de la primera fase.
El maestro se retira
a la sala de los preparativos y no tarda en volver con el recipiente para el
agua sobrante, la cuchara y el soporte para la tetera o la cuchara. A
continuación, limpia el recipiente del té y el cucharón con un paño especial
que recibe el nombre de fukusa y enjuaga el agitador en el cuenco del té,
después de verter en éste agua caliente del recipiente colocado al fuego.
Luego, vierte esta agua en el recipiente destinado a ello y limpia el cuenco
con el chakin o paño de hilo.
Si tuviera que
enumerar el orden o las normas, los procedimientos, el protocolo o la liturgia
del culto al que estaba asistiendo, el resumen sería un esquema reducido al
escozor áspero de su ausencia, y al pulso explotando mis venas con el roce de
su ser, extendido por esquinas y rincones con la misma delicadeza con la que
ella convertía la vulgaridad de ciertos actos, en hábiles y diestros regalos,
de contenido profundo y estético…increíble, si tengo en cuenta y me remito a lo
difícil que había sido hasta contemplar su estampa por primera vez, embaucarme
con enredos y patrañas o conquistarme
con complejos juegos de seducción… quizás por eso, en mi afán de sinceridad,
estaba sola…
El maestro de
ceremonias levanta el cucharón y el recipiente del té y coloca el matcha (tres
cucharadas por invitado) en le cuenco; a continuación, llena el cucharón de
agua caliente, que toma del recipiente colocado al fuego, vierte un tercio del
agua en el cuenco y devuelve el resto al recipiente. Luego agita la mezcla con
el agitador de bambú, hasta que adquiere un aspecto y consistencia similar a
una sopa de guisante espesa. Esta mezcla recibe el nombre de koicha.
…Sin pareja, sin
ataduras, libre…sin más responsabilidad que el miedo emergente en el ahora,
dueño y señor de un revoltijo de recuerdos empapados en la nostalgia de la
mediana edad, cuando el recuento de las experiencias se decanta del lado de la
juventud pasada o se ilusiona con el futuro de un horizonte canoso por llegar,
y entremedias el presente fiero y hambriento que devora con la inmediatez del
reloj el olvido y la memoria…la niña que fui, la adolescente perdida, la joven
rebelde, la mujer que soy…
El matcha que se
utiliza para esta fase de la ceremonia está hecho de las hojas jóvenes de
plantas que tengan más de veinte años de edad (hasta un máximo de setenta o más
años). El maestro de ceremonias coloca el cuenco en su lugar correcto cerca del
brasero o hornillo y el invitado principal se desplaza sobre sus rodillas para
tomar el cuenco. Este invitado hace una inclinación a los demás y coloca el
cuenco en la palma de su mano izquierda, al tiempo que lo sujeta por uno de sus
lados con la derecha. Toma un sorbo, alaba su sabor y toma otros dos o más
sorbos. Luego limpia la parte del borde que ha tocado con los labios, sirviéndose
de una de las servilletas de papel (kaishi), y pasa el cuenco al invitado
siguiente que repite las operaciones del invitado principal.
…Y en estas estaba,
divagando sobre los entresijos de la existencia, y esas cosas ininteligibles
que de repente y sin querer, en un despiste absurdo, te arrastran al borde
consciente y triste del impulso y el caos, que no supe prevenir el temblor, el
escalofrío, el brutal aviso del estomago cuando una suave piel de raso acarició
la mía, llamando mi atención, para aceptar la ofrenda humeante y aromática que
como maestra, mostraba al recién estrenado deseo, que se apoderó de mis
fuerzas, y que concentré en beber de aquel cuenco, como si me entregara al beso
fugaz y espontáneo de sus labios, rezando, para que no se hubiera notado, ni lo
más mínimo, como se me escapaba el juicio en cada sorbo, y se travestía mi
carácter en locura, con el regreso al deleite de la divinidad de sus
rasgos…
El cuenco pasa luego
sucesivamente a los demás invitados hasta que todos han bebido su parte del té.
Una vez que ha terminado el último invitado, éste devuelve el cuenco al
invitado principal, que lo entrega al maestro de ceremonias…
El maestro de
ceremonias se prepara para la última fase o usucha
Entonces, encomendé a
la inercia el esfuerzo inútil de ir contracorriente, y en la decisión de
abandonarme a las olas peinadas de furia, celosas de cielo y sal, me sumergí en
el océano simétrico de la nada y la esperanza, encontrando conformismo y
tregua, para afrontar los últimos retazos sentimentales de carne herida y
espíritu impresionable…
4) Usucha
Se diferencia del
koicha sólo en que el matcha que se utiliza está hecho de las hojas jóvenes de
plantas que tienen entre tres y quince años de edad. La mezcla verde que se
consigue así tiene consistencia espumosa.
Así es que mecida por el vaivén de despedidas y
agradecimientos, rayando mi educación en el descaro, dudé si atreverme o no, a
rasgar de un tajo valiente la etiqueta y la costumbre cultural, vaciando en mí
saludo la integridad sinvergüenza de mis entrañas, con un suspiro y en un
susurro…
El té se prepara
individualmente para cada invitado con dos cucharadas de matcha. Cada invitado
debe beber su cuenco entero. Cada invitado debe limpiar la parte del borde el
cuenco que ha tocado con los labios con los dedos de su mano derecha y luego
limpiarse los dedos con el kaishi…
…Pero la exquisitez
de su paciencia también era digna de admirar, e ignorando mi propuesta de si
pudiera ser, volvernos a ver, dejó en suspense la mueca de un invisible tal
vez, inclinando amable la cabeza y permaneciendo firme hasta que yo me diese la
vuelta, y saliera de mi espejismo por la misma puerta por donde había entrado…
Y aquí estoy,
esperando por si acaso, como un fantasma errante, hipnotizada aún por la sombra
de su rastro, a tres semanas de la tormenta que destrozó los moldes de mi
ternura, leyendo en alto instrucciones solemnes para preparar infusiones, y
llorando la amargura de lo imposible sobre agua caliente y hojas de té…
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