Supuesto: Un cuadro
famoso, describirlo con exactitud y de repente darle cinco minutos
de vida y volver a la realidad
Horacio Galán se
había levantado extraño esa mañana, no precisaba muy bien algunos detalles de
la experiencia onírica, pero así, con la legaña aún en el ojo, creía haber
tenido una horrible pesadilla…el despertarse tantas veces sobresaltado y
empapado en sudor delataba el gusto amargo de sus sueños, y propiciaba las
quejas violetas de su descanso… y es que últimamente, y no encontraba
explicación lógica, no conseguía dormir de un tirón, y eso en él, como mínimo
inquietaba…es cierto que había más trabajo del normal, con tanta exposición
itinerante y tanta reserva por adelantado con eso de la informática…pero ya
eran muchos años de veterano a cuestas para no haberse acostumbrado todavía a
ese trajín, custodiando los tesoros de lienzo y pintura que con trazos y
regalos de color, resucitaban y vestían las paredes mortecinas y desnudas, de
aquellas enormes salas centenarias, indispensables y atractivas para millones
de visitantes, que cada temporada, fuese otoño o primavera, hiciese frío o
calor, e indiferentes al calendario, las llenaba…
Ni siquiera le
apetece el café, espeso y en vaso largo, que recién hecho con ritual monótono y
automático, se traga el fregadero, donde raro muy raro, se acumulan
también los cacharros y cubiertos de la
cena…un ligero desasosiego se apodera de su habitual semblante de hombre sereno
y prudente, cuando descubre al afeitarse que las cejas pobladas y circunspectas,
levemente, se le han arqueado, desconcertando con matiz suave al acento
circunflejo que marca su cara pálida y pedriza, aunque su boca rebelde dibuje
en su reflejo, una mueca indefinida que parece sonreír…por su mente desfilan
entonces, alborotados y nerviosas, pensamientos e hipótesis, hechos y
suposiciones, y repasa minuciosamente con memoria fotográfica la agenda virtual
de su rutina…
Para alguien como
Horacio Galán, solterón y a punto de cumplir los sesenta, la vida tiene dos
partes claramente diferenciadas…una encorsetada que pasó aburrida y lenta, y
otra que empezó en el mismo momento que el féretro caoba con los restos de doña
Ursula, su madre, fue sepultado bajo tierra…
Hacía casi un lustro
desde que la buena señora nos dejó, y Horacio había podido por fin ser a ratos
él mismo…no por nada en especial, pero relajó las manías, había modernizado su
fondo de armario, y respiraba aires de libertad cuando se ofreció voluntario
para cambiar su horario fijo por otro por turnos, incluido el de medianoche y
hasta el amanecer…
Por que desde siempre
había querido recorrer las galerías del museo cuando no hubiera nadie…detenerse
a capricho delante de un cuadro, y que ninguna sombra estorbarse su
contemplación y su deleite, es verdad que a veces la soledad que sentía ante
aquellas obras maestras y sin igual, empequeñecía el secreto de sus
pretensiones…pero también era verdad que tampoco hubiese podido disfrutar de
semejante privilegio, el aspirar al misterio del silencio, indispensable para
concentrarse, tener tiempo para hacer las cosas despacio, de otro modo, y ser
el dueño, aunque fuera imaginariamente de tan importante pinacoteca, no estaba
al alcance de cualquiera…
Horacio termina de
asearse con la incertidumbre alojada en el cielo del paladar y toses
impacientes que anudan su garganta, por más vueltas que les da a sus quehaceres
cotidianos, no encuentra razón alguna, ni motivo aparente para justificar lo
que le está pasando, por qué consciente es, de que algo incomprensible sucede
para su mollera que altera su estado de ánimo y le hace levitar en un cómodo
despiste…
Apasionado de la
fiesta nacional, leal a sus amigos de charla y partida de mus en Los Timbales,
hacía honor a su apellido siendo un señor y un caballero como los de antes con el
género femenino…y aunque había tenido algunas novias y más de un escarceo que
se salían del patrón, su entusiasmo por el arte de la pintura, inculcado desde
pequeño por doña Ursula, por que un artista en la familia daba desdén y
categoría, y la devoción sin limites por su admirado Julio Romero de Torres,
habían decidido sus preferencias estéticas…no en vano, las desgastadas
reproducciones del pintor, aún bailaban por cada rincón de la casa al ritmo
repetitivo y machacón de los pasodobles, la perdición confesable de don
Ricardo, su padre, que Dios le tenga en su gloria, y así fue tal la influencia
que cuando cumplió los veintiuno, y su progenitor, le llevó al prostíbulo más
discreto del Madrid de principios de los setenta, conocería a Angelita ,
presentada por don Ricardo como “la piconera”, y bautizada en ese mismo
instante para los restos, por su innegable parecido con la original de tela y
sello, y por el obsesivo delirio paterno en las comparaciones artísticas entre
las damas del burdel, su otra perdición, esta inconfesable …Angelita “la
piconera”, que recién llegada de su Córdoba natal para hacer carrera en la
capital, ya se había convertido en singular y en exclusiva, la propietaria de
su corazón, y en un suspiro…
A Horacio se le va
la cabeza y regresa divagando a un pasado que ayer mismo, jornada de asueto,
vulnerable a los cada vez más continuos ataques de nostalgia, pudo tocar con
sus manos…
Horacio había adorado
y adoraba a ese monumento de mujer morena, mirada profunda y labios tiernos,
que a punto de jubilarse y con tres nietas seguía acudiendo presta y fiel a la
cita en el Hostal Las Cruces, cuando este libraba…cuantas lágrimas derramaron y
cuantos lamentos callados sufrieron por no poder vivir plenamente su amor
sincero y enamorado, pero habían aprendido que poco se puede luchar contra
adversas circunstancias, si la frase concluyente y despectiva de doña
Ursula…”¿casarte con una puta?, por encima de mi cadáver”…y un descuido
desafortunado con un cliente, e imperdonable para la época, acababa en
embarazo…
Entregado sin remedio
al descontrol de sus actos, tan ordinarios como corrientes, ahondar en sus
recuerdos y rescatar aquel pacto salpicado de tópicos, deudas y promesas, es un
inaudito gesto de valentía que al comprobar las agujas del reloj en las y
media, revuelve el estómago de Horacio y le hace plantearse si está en
condiciones o no de acudir a lo que este jueves se le antoja un tormentoso
martirio…
La relación con
Angelita, tras el chasco accidental que había terminado con sus esperanzas
decentes y convencionales, traspasó el linde comercial y se transformó en algo
mucho más serio, furtivo y clandestino, pero rozando lo eterno…
El empeño por
encontrar la excusa perfecta, cuando va hacía el aparato ancestral que
desempeña las labores de teléfono, hace vacilar a su equilibrio, y un somero
mareo da el aviso, con toques de realidad, de lo necesario de su ausencia en su
puesto de vigilante…total hoy rotaba y hasta que salía a las cuatro, le
hubieran tocado: grupos infantiles que atronaban los oídos, estudiantes
inspirados con lápiz y papel, japoneses hasta hartarse y algún que otro
despistado que acabaría con su paciencia… quita, quita, sería mejor así,
reponerse…con esta eran tres las veces
que faltaba a la faena, tampoco era cuestión de tirarse de los pelos y
sucumbir a los remordimientos…el esfuerzo quizás, merecería la pena por la
tarde, tan distinta, parejas agarradas de la cintura, turistas interesados con
guía particular, talentosos adictos al carboncillo y…un espasmo…féminas, multitud
de…un escalofrío…de todas las edades y tamaños, recrearse en las peculiaridades
de sus características físicas…¡Dios mío! ¿Qué me ocurre?...
Con los brazos
extendidos hacía el infinito, Horacio Galán se abandona al temblor de su cuerpo
y al triste sopor de la melancolía…las opciones de superar el caos de sus
neuronas, son ninguna si no las entiende, si no comprende el disparate al que
ignorante del cuando, como ni por qué, se ha visto avocado…en su afán de burlar
al destino, reducido ahora mismo a un hogar rancio de cincuenta metros
cuadrados, un relámpago fugaz atraviesa su cerebro, y raudo busca entre sus
pertenencias intimas el preciado don, que con forma de cuaderno lleva cosido a
la piel de su ser…
Hacía cinco meses que
la colección de Julio Romero de Torres había viajado desde Córdoba hasta Madrid
para reconocimiento del gran público, durante esos cinco meses y hasta el
domingo anterior que había finalizado, cuando el ciclo laboral de Horacio Galán
coincidía con el de la luna, este aprovechaba la ocasión que le brindaba el
vacío de ruido y gente para, refugiándose en la escasa exigencia de su
compromiso, aislarse del mundo en el hueco de una sutil metamorfosis, que
confería a sus sentidos el ingenio y la destreza que su aspecto vulgar y un
uniforme azul marino, disimulaban y escondían…por que Horacio era capaz con
cuatro garabatos de copiar cualquier escena, cualquier paisaje, cualquier
retrato…
Abre las tapas y pasa
las hojas del tomo dedicado a Julio Romero, con la satisfacción de saberse amo
de su habilidad y el orgullo de poder dejar algo de herencia a las generaciones
posteriores, y aunque su nombre no figurase en los libros de texto, ni ningún
mecenas presumido le mostraría como su descubrimiento, Horacio intuía que
seguro en el futuro, cuando él ya no estuviese, alguien sacaría pingues
beneficios con el contenido de los cajones donde guardaba meticulosamente
clasificados y en orden, agendas, blocs y libretas, por fechas, movimientos y
autores…
Horacio Galán fue un
chaval regordete y apocado, que inútil para los estudios, cedió al empuje de
sus padres para hacerse con un oficio, sin embargo antes de que pudiera elegir,
una oferta de empleo en el Prado y una especifica recomendación de un amigo de
juergas de don Ricardo arrastraron sus pasos hacía tan hermoso universo…y allí,
victima de una broma de novato por la que sigue dando las gracias, la sorpresa
le pilló desprevenido…
Le dijeron que en el sótano, enigmática y envuelta en mantas
se camuflaba la joya más valiosa del Museo, que en cuestión de minutos la
trasladarían, y que era un delito, teniéndola tan cerca, no echarle un
vistazo…Horacio bajó las escaleras convencido de asistir a un encuentro mágico,
inocente retiró las mantas, pero sólo halló un espejo con la imagen de su doble
tan perplejo como él…acalorado por la vergüenza, se tomó un respiro que
aprovechó para observarse sin pudor en el cristal, y de un plumazo plasmar en
una cuartilla doblada, su autorretrato…así se había iniciado la historia de una
ambición con trama latente, y firma disfrazada que duraba casi cuarenta
abriles…
Como si se estuviera
mirando en aquel espejo por primera vez, Horacio Galán detiene el pulso de su
tacto en cada lámina que va reconociendo como suya, se entretiene pegajoso en
milímetros de curvas, vértices y rayas, mientras se deja llevar por
litografías, acuarelas, grabados y… se enreda con el impresionismo de “La
siesta” y vagabundea entre los símbolos de Mitología y Alegoría con “Canto de
amor”…ufano, abre las ventanas de su percepción a los “Carteles” del modernismo
y a las vanguardias históricas de “Celos”,”Nocturnos” y ”Alegrías”, mozas y
hembras, en Interiores y costumbres… ya presiente la mejoría de su latido en
las sienes, un rubor sonrosado pastel tiñe sus mejillas, y va recobrando el loco
juicio su cordura…con otros brios se prepara para el gozo con “La chiquita
piconera”, “Poemas de Córdoba” y “Viva el pelo” y curiosea picarón, los
desnudos “Contrariedad” y “La musa Gitana”…pero el placer intenso llega con el
regocijo del análisis meticuloso y exacto de esa delicia realista que ocupó la
esencia de su alma tantas madrugadas…y no le importa enfrascarse con carne y
espíritu, en la quimera de una patio repleto de plantas, colocadas por la
estrategia de la casualidad matemática de un pincel, y todos los tonos y
modalidades del verde, los tiestos de barro cocido abrazando sensibles y
delicados el desborde comedido de tanta naturaleza…insiste en la nada de un
jarrón colgante y de flores trepadoras que, ¡ojala! sirviesen de corona…hace
daño el sol cuando penetra en las pupilas de quien mira, por que no protegen
las tapias encaladas, ni la cortina azul sedoso y plomizo a medio correr, si
acaso lo justo para crear el ambiente constante, provocando, que engulle a la
muchacha meciéndola en una dulce ensoñación, se puede adivinar un pozo y
árboles frutales que escalan las fronteras, las de la fantasía donde nos
encarcelan a cadena perpetua…y entonces el estremecimiento adquiere poder
frente a la estampa de ella, frágil, en postura de sacrificio para no ceder ni
un ápice a la sensualidad y al sentimiento, desafiando torpes, al anhelo de
quien pretenda interceptar señal alguna que cruce el simple umbral de la
desidia, la dejadez, el descuido…elegante, herida, salvaje…Horacio se emociona
y distrae al llanto con la lectura entrelineas y una subjetiva interpretación
de lo inverosímil…embriagado eso sí, por
el aroma sofocante de la calma y el estrepitoso canto de una chicharra
tempranera…los escalones, irregulares, en dispar proporción, guardaespaldas celosos de huellas pisadas
mendigando penumbra fresca…la misma con la que juegan las planchas de madera
ajada por el bochorno, pigmentos cobalto, prisioneras y a la merced de un
deseo, ser acariciadas por el viento y que un cerrojo fuerte las aísle unidas
como puerta de la feroz y ardiente canícula…y esa silla, que arriesga osada la
dignidad de su esqueleto, barnizada por la intemperie en negro deteriorado,
sirviendo de apoyo al hastío y la indiferencia de la que sospecha, es
doncella…fundiendo en una masa a contraluz, tal vez, resignación y
resentimiento…Horacio se abstrae dejando caer los parpados, no consigue
descifrar el mensaje que hace renacer su angustia, ni el efímero consentimiento
al fantasma del miedo…y esa puñalada trapera con la que amaga el olvido para
morir de añoranza…Angelita, Angelita…
De regreso del
letargo al pretexto de cartón y carpeta, retorna de la modorra a la armonía de
verano, belleza y colorido…resumen de luminosidad en un titulo “Pereza anda…
―…luza!”…vamos no te asustes Horacio, soy yo…¿no me estabas
buscando?
Horacio no daba crédito…la chica de “Pereza andaluza” había
desaparecido del folio dejando el patio y la silla huérfanos de modelo
humano…el vuelco en las entrañas vino después cuando escuchó una voz…
―…vamos Horacio, no me
digas que de repente te has quedado mudo…con la cantidad de cosas bonitas que
me has dicho durante todo este tiempo…en el museo, aquí...en alto, a gritos,
bajito, en el oído…
―…bueno, verás…es
qué…esto es increíble…imposible…la ironía de un sueño…mi imaginación guasona se
debe estar mofando…
―…¡Tonterías!...acércate y compruébalo, soy
real…
Horacio hizo amago de
levantarse del sillón, pero algo parecido al sentido común le hizo permanecer
quieto, en alerta y expectante al desarrollo del insólito suceso…
―…cobarde…como siempre…un meapilas…farsante…¿y tu querías
triunfar en el arte?...pero si no tienes coraje, ni para…
―…¡Basta!...ya está bien…no sé quien coño eres, pero te estás
pasando…
―...vaya lo que faltaba…ahora no me reconoces…desde crío
mirándome y…
―…yo miraba y miro el patio, las plantas, la luz del sol…
―…ya y yo como si no existiese…machista…
―…no es eso, el contexto, los elementos, las partes…son una…yo
no distingo entre…
―…entonces estarás conmigo en que me llamo Pereza andaluza…
―…más o menos…
―…bueno en que quedamos…soy o no soy la pereza…
Horacio estaba al
borde del colapso, transpirando humedad, las tripas se le removían y el bombeo
acelerado de su sangre, peligraba el estallido de sus venas…aún así cedió al
interés de la conversación…
―…¿la pereza?...no te entiendo…
―…pues deberías…tienes virtudes y defectos como todas las
personas…pero que seas tan perezoso…
―…¿que estás diciendo?…
―…repito…perezoso, comodón, títere…pudiste ser lo que hubieras
querido, vivir feliz con quien amaras, dedicarte a hacer lo que más te gusta…y
sin embargo…
―…ya veo…pues ya que sabes tanto…también sabrás que no era tan
fácil…había impedimentos, dificultades, barreras…
―padre, madre, prejuicios y bla,bla,bla…
―…¿te estás riendo de mi?...
―…que va…te estoy haciendo de rabiar…a ver si así espabilas…
―…me he perdido…
―…¿hay hoy jueves 19 de enero a las dos y media de la tarde
algo que te impida
echarle un par de huevos al asunto y…?
―…bueno no es que sea la alegría de la huerta, pero estoy
bien, funciono, tengo una casa, un trabajo, buenos amigos…Angelita…
―…Angelita, el meollo de la cuestión…y ¿eso funciona?...
―…eso a ti no te importa…además llegamos a un acuerdo y hay
que respetarlo…
―…y ¿si el acuerdo no te respeta a ti?...¿que crees que te
está pasando?...
―…no sé, es verdad que estoy un poco raro, tonto, pero…será
la…
―…la pitopausia no te jode…serás bobo…
―…Y que se supone que debo hacer…
―…vivir como sientes…ármate de valor y habla con ella, dile lo
que deberías haberle dicho cuando aún teníais ilusiones…
―…pero…y si cree que estoy loco…y no quiere volverme a
ver…estamos en una edad los dos que quedarnos el uno sin el otro…es arriesgado…
―¿más que quedarte ahí sin hacer nada?...pues que la vejez te
arrope de arrugas, achaques y arrepentimiento por ser tan débil, tan
pusilánime…
―…¿es una maldición?...
―…claro, reflexionar y concienciarse es eso…
―…pero…
―…no pierdas el tiempo, aún puedes enmendar el presente…no
dudes más, rectifica el error y corre…
Horacio naufraga
entre nubes dulces, con un sinfín de sensaciones contradictorias emborrachando
su entendimiento y con la osadía de frente, retando su pretérito imperfecto
conjugado con charcos y tropiezos…
―...tengo que agrade...
La insistencia del
timbre retumbando con eco corta la frase y deja a medias las gracias que
Horacio honesto ofrece con ímpetu a la joven...la equivocación de piso sólo ha
sido una pausa en el dialogo pendiente, pero la habitación se hace la sorda a
sus palabras…se pellizca la oreja, teme que el cansancio haya causado una
alucinación, pero no es un espejismo que en el suelo tirados, los restos
esparcidos de su particular homenaje a Julio Romero de Torres, le hacen un
guiño...
Cuando los operarios
del Museo de Bellas Artes, desembalaron el óleo de “Pereza Andaluza”, se
quedaron estupefactos al advertir que contornos y superficie estaban
difuminados y borrosos...a la alarma de los expertos se apuntó la prensa y
mientras reposaba en el laboratorio de estudio y conservación...a trescientos
kilómetros, Horacio Galán en un trastorno extraordinario, reponía en su archivo
de maravillas, ya sin ninguna reserva, el ejemplar restaurado de su estimado
Julio...y Angelita con anillo de compromiso y ramo de novia, esperaba en el
portal para ir al juzgado, con la página de cultura de un periódico nacional en
el bolso y el titular ”...milagrosamente el cuadro ha recuperado su auténtico
formato…” escrito con letras invisibles, emotivas y sentimentales, en el
comieron perdices de su cuento y en el erase una vez de sus metáforas…
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