…Llovía…fuera el sol despuntaba por los rincones…pero llovía…el
espejo imaginario me devolvió mi rostro cubierto de llanto, y mi corazón se
ahogaba en el silencio de una tormenta en calma…después…seguía lloviendo mi
alma en pequeñas gotas de razón, o locura…qué más daba…no había otra realidad
que la que empapaba mis pasos…quietos…mojados mis recuerdos, mis esperanzas,
mis ganas…quise nadar contra corriente para poner a salvo al menos tu nombre,
entonces la ola invisible de la pasión más auténtica, estrelló mi cuerpo contra
las rocas de la muerte…y llovía…llovía en mi boca el aliento de tu amor,
mientras tus manos secaban mis lágrimas…fuera llovió contra el cristal de la
ventana, dentro las sombras envolvieron en rotos las circunstancias…tu piel y
mi piel latieron en una misma…nació la vida…
…Si tu me faltaras, no habría días ni noches…el
tiempo sería una masa informe de momentos sin espacio, de horas sin reloj, de
fugaces segundos muertos antes de nacer…si tu me faltaras…ni sol ni luna…ni
frío ni calor, ni hambre ni sed…sueño y vigilia en una misma forma impresa en
mi mente…si tu me faltaras…ni esperanza ni ilusiones…ni estrellas ni nubes…ni
mar ni cielo…y silencio, atrapado por siempre en la tempestad rebelde de una
calma olvidada…si tu me faltaras…ni pasado ni presente…ni futuro ni horizonte…el
destino convertido en los pasos quietos de un camino equivocado…si tu me
faltaras…ni vida ni muerte…ni sonrisa ni lágrima…ni dolor ni paz…ni sensación ni
emoción…sólo tu nombre cosido en la única palabra que reconocen mis labios,
sólo tu imagen en el recuerdo inerte de una memoria cuidada, sólo tu presencia
en el roce incauto de una mano sin alas…si tu me faltaras…
Supongo que es fácil preguntarse el por qué…lo
difícil nos parece entonces la respuesta, y dejamos que el destino, convertido
en presente, nos dé las pistas…pero, ¿y si preguntarse el por qué fuera lo más
difícil?, ¿y si ante nuestros ojos, toda una serie de momentos vividos, y por
vivir, desplegaran sus alas invisibles, esperando ser elegidos?, ¿y si llegar
al principio sólo fuera posible después del fin?...ya ves, ni siquiera entre
interrogaciones…¿para qué?...preguntas y respuestas hoy en mí tienen la misma
forma, el mismo tono insolente y triste, de quien arrastra a cuestas la sombra
de la melancolía como su propio peso contiene el cuerpo…ante mi, irreales
todavía mis sueños se confunden con tu nombre, mis sentimientos se pierden en
el horizonte de tu piel, y mis días estallan en mis noches, cansados y
rebeldes, temerosos de que la oscuridad no les devuelva ya nunca más la luz…tu
luz…y sarcástica, aburrida de esta emoción, más que previsible, me dejo arrastrar por el camino de el no
deberás, qué me amenaza silencioso y osado desde la profundidad de tu ausencia…ya
la mía…
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