viernes, 4 de abril de 2014

18 Julio

   …Como cada tarde el último minuto fue eterno…salió disparada pensando en llegar a casa lo antes posible…el calor era ya insoportable y prefería no pensar en el rato de espera en la parada del autobús…como cada tarde buscó a la salida la cara que más deseaba ver, la imagen que pretendía en su memoria de aquella otra tarde que sí la encontró…luego decía su nombre bajito para que nadie pensara que estaba loca, pero en realidad si lo estaba…loca de amor…por ella…la llamaba confiada que algún día tendría que interrumpir su voz al quebrarsele la mirada en aquellos ojos que, bueno, eran todo…dejó que vagara su mente lenta pero efectiva por los momentos, cada vez más intensos, que sabía de sobra le sentaban bien a su ego, y caminó sin pausa, con prisa por el atajo de los cisnes…el lago olía a humedad sudada y en la sombra de los árboles las crías pequeñas dormitaban sus plumas bajo la vigilancia de sus mayores, dos aves imponentes por su aspecto oscuro y elegante…entonces oyó su nombre…se quedó parada de súbito con el corazón en la garganta…se volvió con la esperanza cierta de reconocer el tono suave y concreto de ella…pero no había nadie…gastó la mirada escrutar escondrijos y sombras, pero nada…y de repente otra vez su nombre…sonrió segura en el fin de lo que supuso una broma que ya cansaba…a ella le gustaba hacerlo…entonces delante de sus posibles pasos, impidiendo su avance, aquel cisne blanco la desafiaba humanamente con gesto amable…¡Dios mio esto es imposible!...el calor debe haberme afectado…el cisne repetía su nombre y un discurso incomprensible a los oídos asombrados de quien creyó estar soñando un sueño…consiguió calmarse un minuto después que la luz de nieve de aquel pajarraco la invitara a seguirlo…empezó a andar vacilante y perezosa…no podía ser…el cisne se adentraba en el lado quieto, y ella detrás…se mojó los zapatos, los pantalones, y ya con el agua en la cintura, el cisne se volvió con la vista perdida, cuando encontró la suya, naufragó en aquel iris que conocía de memoria, el del mar de ella…asustada y trémula…miedo…sorpresa…luego el pico fue su boca de miel, y las alas se extendieron en los cálidos abrazos que la apretaban contra el pecho de su amada…cerró los parpados convencida de querer ahogarse así, enamorada y llena de ternura…una mano sacudió violenta su hombro…otra vez aquel último segundo se le había atragantado, otra vez la ilusión de vencer la impotencia le había gastado una mala pasada, otra vez recorrer el asfalto en busca de aquel cisne blanco…


    Hace calor…los sentidos se derriten lentamente, la memoria naufraga en gotas de sudor que inundan el olvido, mi cuerpo lánguido y ausente flota en un aire rojo, de fuego…con los ojos sellados en pasta de lágrimas, dudo entre que imágenes dormitar, entre que nombres recatar la esperanza perdida, o que otras emociones me despertarán después…si despierto…la única mota de ilusión, el susurro de tu nombre, que se me escapa una y otra vez entre mis labios, que arden inútiles en la hoguera de tu ausencia…hace calor…llueve espejismos de cristal liquido, y ya no hay respiración, ni movimiento, ni pulso…ni locura ni razón que lata en mi alma, asfixiada por el sopor inmundo de un verano imposible…y es que hace calor…las horas cansan los relojes sin tiempo, los pasos confunden los caminos sin espacio y la distancia, es el horizonte que anuncia el otoño…el que añora mi espera, mi ser…las hojas caídas de agosto que bañan el mar de tu vida…que mutilan las olas de mi muerte…

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