lunes, 2 de junio de 2014

03 Octubre

   He decidido escribir esta carta aún a sabiendas que después del último punto, el resto de la ortografía dará de bruces en el fondo de la papelera…es una forma más, supongo de manifestar su ya más que probada ausencia de interés por todo lo que corresponde a los avatares y desventuras de nosotros, pobres humanos…dicen en libros antiguos que tardó seis días en dar forma a un caos muy oscuro, y qué al séptimo descansó…se lo merecía…desde luego…vaya trago que se dio usted…nos dejó a expensas y de su propia mano, a un universo que no nos tenía, ni nos tiene, en cuenta…pero esto sí, ya se preocupó de que nosotros sí nos enteráramos en propia carne y en propio alma de esta situación en que su egoísmo nos ha sumido ingenuamente…podría estar días enteros resumiendo fatalidades y circunstancias que le entrarían por un oído y le saldrían por otro, y no acabaría nunca de relatar el desencanto que reina entre muertos y vivos de esta humanidad, que a poco estornude usted, seguro se irá igual que llegó, desnudos, una mano delante y otra detrás…pero dejando un poco de lado lo que usted, repito, ya sabe de buena tinta…y mejor tinto…digo yo…y no es que insinúe nada…pero bien hubiera podido ser que el supuesto arte de biribirloque, o arte de magia no estuviese aliñado por unas gotas de polvos (allá cada cual con su interpretación)…bueno lo dejamos ahí para otra ocasión que me permita explayarme más en mis teorías sobre su misterioso ser…perdón digo divinidad…el caso es que me atrevo a escribirle por que estoy enamorada…sí…así como suena…enamorada del ser más especial que nunca hubiera podido ni siquiera imaginar en los sueños más despiertos…ella…sí, no tuerca el hocico…ella es maravillosa…me hace sentirme en el verdadero paraíso, y no me refiero al que pregonan sus secuaces de negro desde las iglesias…el otro, el de verdad, ese donde una mirada de ella me hace temblar como una hoja de otoño, donde su voz suena a caricias de perfume celestial…no se mosqueé hombre por que utilice sus adjetivos sagrados…en fin, donde un roce de su piel me hace morir…no se ría…morir de ensoñación, de paz, de calma…¿sabe usted lo qué es eso?...sí, ya sé que lo pregona a los cuatro vientos, pero del dicho al hecho…que le voy a contar…que me siento la persona más afortunada…bueno tiene probar la emoción de evocar su imagen, su nombre, su presencia siempre en mi corazón…y se preguntará entonces, cuál es el recado de esta carta, el sentido de tanto entrometimiento en sus secretas causas creadoras…bien…quiero y necesito que interceda por mi con sus poderes, qué sé los tiene de sobra, para que la distancia en kilómetros que nos separa a ella y a mi, se convierta en milímetros…no, no piense que esto es una petición, un ruego, una súplica igual que la otra…no, es una oración…una oración de amor, desde la ternura y para la generosa aplicación de sus ideas más puras…esas que usted se empeña en justificar de sus años mozos…todo lo que no se da, se pierde…no sé si es una frase suya, pero me viene a la memoria en este preciso momento en que digo amén…mirándole a través de estas palabras directamente a los ojos me comprometo a ser, creer y defender desde estas premisas y nadar, andar, volar o atravesar las pruebas que usted estime oportunas para estar junto a ella…soy osada y rebelde…ya…atrevida y hasta irónica en algunas letras, pero no me negará que no se ha reído un buen rato de mi desafío, que le habrá parecido en algunas comas débil y demasiado sencillo…una oración de amor…ya puedo oír sus carcajadas…pero yo solo necesito la sencillez de vivir en paz nuestra historia…insistiendo en su bondad que a buen recaudo la tiene, le adelanto una pista…nos podrá encontrar cuando y como quiera, y por su supuesto con su permiso…donde acaba el mar…eternamente…

   Arrastraba los pies…machaconamente en mi cabeza se restriegan sus pasos…intocable su imagen de fantasma…imperturbable el ruido de sus cadenas frotando el corazón…aún persigo en mi memoria la sombra de su silencio, con la mirada siempre perdida, la boca dibujada en gesto esquivo, burlaba en los rincones, una a una, todas las palabras…nunca me atreví a cruzarme en su camino…se levantaba despacio e intermitente de la silla y, con los movimientos mecánicos del reuma, desafiaba al horizonte…el mismo de cada día…un pasillo estrecho y oscuro que acababa en una habitación vestida en cueros por la soledad…sus huellas quedaban intactas en el aire, los años no han sido suficientes para borrar su olor…hoy estoy aquí…la casa permanece en pie a pesar de los contagios de muerte…todo es humedad…la paredes, los suelos…incluso los pocos vestigios de lo que antes fue un hogar, agonizan inertes esperando que todo acabe…como su recuerdo…me dijeron después que no era mi abuela…ni siquiera lo sospeché cuando encontré aquellas cartas viejas y ajadas…apenas acerté a entenderlas en su caligrafía desfigurada por el polvo y las arrugas…ahora sé que fueron mágicas…cartas de amor…encantadoras de las serpientes de la tristeza…me convirtieron en la protagonista de mi propia imaginación…observando su rostro impasible al presente cuando me empeñaba en preguntarle por su historia…su voz callada, pero su piel me relataba en primera persona lo que yo adivinaba letra a letra en aquellos papeles olvidados…un invierno cesaron sus fugaces apariciones por mis oídos…entonces desapareció su presencia invisible…todos echamos de menos el peso de su vacío, todos quisimos recuperar lo imposible de su nombre…nadie sabía de ella…nadie dudaba de su existir…pero, ¿quién era?...


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