…Giro la cabeza con los ojos cerrados, aún
te huelo, pero no estás…muevo mis brazos
desesperados en encontrar el abrazo de tu cuerpo, pero no estás…aún está
caliente el hueco de tu ser en mi cama, y adelanto mis labios, impacientes de
morir en tu boca, pero no estás…y me sorprende mi propia voz llamándote, se
extingue el grito en el suspiro ahogado de lágrimas que mojan tu nombre…nadie
contesta…tu no estás…me levanto sin posar los pies en el suelo, y te busco en
los rincones de cada momento vivido…registro cada espacio que la huella de tu
presencia haya tocado…rozo con mis dedos el detalle al milímetro de los trozos
que tus ojos hayan mirado…y tu no estás…después nada…el vacío de tu ausencia,
el llanto del adiós, la impotencia del silencio…y vuelvo al oscuro refugio que
me ofrece el último lugar donde hemos estado juntas, y tanteo la humedad de
nuestro amor…quizás ya latente…y entonces…entonces, descubro la playa caliente
de tu piel, las olas salvajes de tu deseo, la sal dulce de tu sexo…y me sumergí
en el mar de nuestro encuentro otra vez, y te encuentro…allí donde acaba el mar…aquí
en mi alma donde permanece la eternidad de la tuya…
…mis pies se hundieron en el cieno y
entonces ya no pude andar…poco a poco me sumergía en una humedad viscosa y
negra, después el frío fue insoportable…temblaba en un hueco vacío de espacio y
tiempo, nada existía más allá de mi aliento cada vez más invisible…el miedo me
sorprendió sin fuerzas para que mi corazón siguiera latiendo, y con la mente
abandonada a la impotencia, a la rabia adormilada ya de lo inexplicable…me
dolía algo que parecía seguir siendo mi cuerpo, y los recuerdos empezaban a
sangrar…tu estabas en todos ellos…tu mantenías mis ojos abiertos, tu me
obligaste a gritar un nombre…el silencio me devolvió el eco de un llanto seco,
las alas rotas de una esperanza, y el futuro reducido al secreto de sobrevivir…luego
no pude pensar, el sueño invadió los misterios del cerebro, y la magia
fantástica de una ilusión me hizo estremecer sin yo casi saberlo…venías a
rescatarme con los brazos extendidos, la sonrisa franca de un te quiero, y los
ojos fijos en ese agujero que empezaba a clarear a golpe de viento…desperté en
las sabanas encharcadas de mi propia angustia y la tristeza inquieta de la
verdad…tu no estabas…la última lágrima se escurrió sin querer y murió lenta…tal
vez, donde acaba el mar…
Qué lo sepa todo el mundo…si, lo dije…no
para defender la bandera de la diferencia, ni para esclavizarme de falsas
verdades…sólo era una frase en alto…que escuche también el viento las palabras
que el alma escribe en el silencio…que se haga eco el día de los sueños
dormido, despiertos…que la noche muera entre secretos mientras las estrellas
apuñalan la oscuridad…que lo sepa todo el mundo y usted también…que la amo…que
mi vida no tiene más dueño que el latido de su ser…que mi corazón se ahoga si
no nada en su nombre…que mis sentidos se esfuman si no existe su piel…y usted
cree que estoy loca…envolverme en la sutil seda de la hipocresía, deshacerme en
mentiras ocultas, consumirme en el sufrimiento del otro deber…el fácil pecado…no…sería
como cerrar los ojos y no ver el mar que me ofrece en su mirada…romper las alas
que su presencia me presta antes de intentar el vuelo, consumirme en el
sufrimiento del que dirán cuando mi biblia sagrada está en ella, en sus gestos,
en sus suspiros, en su sentir…Y no…no se me rinde la voz para gritar otra vez
que la amo, y la amaré siempre…y que lo escuche quien quiera, y que me
excomulguen del universo si hace falta…yo no necesito más espacio que su
huella, ni más tiempo que el del próximo encuentro y respirarla cerca…Si…prefiero
que siga creyendo que estoy loca, pero por favor no arranque mi luna del único
cielo que me queda, no atraviese de excusas la esperanza que me arropa, no ria
mis lágrimas y calle mi angustia…el destino llueve desierto, no existe río que
moje, el frío tiembla de miedo…y yo…camino despacio buscando de su mano…donde
acabe el mar...
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