…”me gusta la gente que se complica la vida”…alguien
lo dijo por televisión y yo sentí un extraño alivio…nunca había odio decir nada
a nadie públicamente relacionado con ese concepto de vivir…”complicarse”…cuantas
veces me había preguntado hasta ese mismo momento qué tenía de raro mojarse el
culo…es cierto que todos mis allegados, más o menos cercanos, cuando me
conocían un poco convertían en su frase favorita, y por tanto mi propia
definición, o mejor etiqueta, que ya sabemos por donde van los tiros…”tu es que
te complicas demasiado”…el consiguiente gesto después del silencio más
confundido era bajar la cabeza, y replegar mis propios principios al origen de
los errores, a la sombra de la culpabilidad, a la esquina más oscura de la
conciencia…lo peor es qué pensé muchas veces en cambiar…pero, ¿cambiar
qué?...llegaba a la conclusión, después de interminables comidas de coco, que
tendría que nacer de nuevo y con los chips renovados…y lo cierto es que luego
miraba a mi alrededor y no justificaba la superficialidad de los otros, su
vacío, su hipocresía y su…en resumidas cuentas…infelicidad…por eso me resistía
a rasgarme yo sola las vestiduras por nadar contracorriente, ir a pecho
descubierto, o ser sincera has ta las últimas consecuencias…amén de no callarme
una critica, rebelarme ante mi misma complacencia o llorar impotente en forma
de revolución, aunque fuese interna, es decir, negarme a protegerme con el
paraguas que a todos nos reparten por igual, ese negro y grande, que nos
acojona con sus varillas amenazantes y sus goteras supuestas, pero que impone
su respeto al que lo lleva encima…¡pobres!...con la de formas que hay de
protegerse de la vulgaridad, la mentira, la puñalada trapera y todos esos
adjetivos que nos igualan en masa, no en iguales, si fuera así otro gallo
cantaría…en fin, qué ya casi se me había olvidado que yo me “complicaba” la
vida cuando oí, a este buen señor decir semejante locura, dirían algunos
ignorantes…y han pasado ya muchos días desde ese rato de complicidad, y mis
circunstancias no han cambiado…ni la gente a mi alrededor, ni las bases de mi
pensamiento…total que también en ese minuto me mojé cuando era otro quien me
prestaba el paraguas de la falsa comprensión, es decir, la complicación,
obstáculo, depende nuestro sentido de la sencillez, de nuestro propio mar y sus
tempestades, y como no, de nuestra muerte…yo quiero llegar a ella empapada en
vida…¿y tú?...
Dar forma al silencio…rompiendo las palabras,
esquivando el pensamiento, y es que digo tu nombre y calla el viento, evoco tu
roce y suspira el tiempo…las grietas de tu ausencia estallan en los rincones de
cada momento, y sin ti…un hueco sin nada cuando siento…es tu mirar mi día, y tu
respirar mi latido, es tu caricia mi sueño, tu beso mi única medida…y ya no hay
verbos, ni adjetivos, ni letras de colores, ya no hay comas, ni dos puntos, y
los adverbios has desaparecido…duermen las preposiciones, se quiebra la
exclamación, se esconden los puntos y aparte…¿Dónde están los
paréntesis?...ahogado aparece el punto y seguido, el futuro en brazos del
presente, perdido el pasado imperfecto, ciego el condicional…mudos los
refranes, naufraga la pregunta y en sus alas muere la interrogación…entonces,
en el aire la soledad de un gesto…tu que vienes…yo con los brazos abiertos...
…Explicarte el placer que sentí anoche y no
poder mirar tus ojos, relatarte los pormenores de un momento fugaz y no rozar
tu piel, contarte con mis gestos el suspiro que tus oídos no pueden ver…de que
serviría torturar la imaginación a golpe de recuerdo…mi amor…fueron tus manos
quienes recorrían mi goce secreto, tu boca secando el escozor de mi humedad,
mientras tus brazos acunaban el vaivén de mi cuerpo…vida mía…tantas ganas de ti,
bastaron en mi mente, para saciar el deseo salvaje que provoca el simple y
sencillo intuir de tu nombre…no fue necesaria más pasión que la acumulada en la
memoria, ni más fuego que el que arrebato al olvido, ni más caricias que las
que respiro en las sensaciones de tu silencio…
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