...¿Eran lágrimas o gotas de lluvia las que
se le escurrían por la cara?...si bien era cierto que el día y la noche habían
coincidido en su gusto por la tormenta, no lo era menos que la última vez que
se le vio sonreír estaba contigo...¿no lo recuerdas?...hace ya algún tiempo no
se habla de otra cosa en el lugar...pero supongo que tus quehaceres de desidia
te obligaban a no prestar atención a las habladurías de unos cuentos cotillas,
que además seguro se mueren de envidia...pero dime...¿es lo que dice esa canción?...en
la tasca de la calle Oscura hasta los borrachos la entonan, y en la tienda del
Callejón los niños buscan el ruido de la dueña tarareándola mientras busca en
el almacén...no puede ser que vivas aquí, que pasees por estas calles que te
vieron jugar y crecer como si nada, sin mirar al suelo una sola vez...no puede
ser...tu no eres así...
...Tu no eras así...aquel día era hermoso,
como la vida que te retaba desde el horizonte...y decidiste irte...dejaste tu
pasado, tus recuerdos, las personas...y creo que hasta tu nombre...si, lo sé,
te hiciste llamar como otra, avergonzándote de llevarlo como el peor estigma en
la frente...algo que sólo tenía validez dentro de estas casas, de estos
adoquines, de nuestros corazones...que ilusión me hizo la primera vez que te vi
en las noticias...me pareciste más que nunca el ángel al que rezaba todas las
oraciones...y sin embargo había eso en tu mirada, diferente, y releí todas las
fotos intentando lo que ya presentía imposible...no eras la misma...pero tu y
no iba a clamar al cielo pidiendo una explicación...luego la oscuridad del vacío,
la soledad de la nada...¿y para qué?...y volviste...hace ahora más de...que
importan los años...
...Que importaban los años...y supongo que
es tarde para rectificar...traer viejos pensamientos a tu memoria es pedirte
mucho...a ti, que apenas diste limosna...y más ahora que escarmientas en tu
conciencia sin que nadie perciba lo más mínimo en tus gestos...pero yo te amé
lo suficiente para interpretar en tu hielo lo que ni siquiera él fue capaz de oír
cuando a gritos le desafiabas a que te siguiera...y se quedó...como un perro
abandonado a sus pulgas, ¿o tengo que decir amo?...y durante meses sin lluvia
pasó desapercibido también para sus cuatro paredes...pero yo oía su silencio,
los lamentos callados de su alma, el derroche de su llanto cuando tu ausencia
estallaba al atardecer...era en ese instante, efímero y rojo, que su ternura y
mi compasión, se mezclaban en lo que los dos compartíamos...y no nos decíamos
nada...no hacía falta...bastaba el eco de esa oscuridad, de esa soledad, para
abrigarnos con la misma frase desgastada a golpes en el hueco más duro del
corazón...tu no estabas...y sus ojos en los míos...y sus manos en las mías...y
el olvido fresco del presente adquiría tonos dramáticos al evocarte...
...Y el olvido fresco del presente adquiere
tonos dramáticos al evocarte...pero ¿por qué?...estoy aquí, delante de ti, mirándote
a los ojos, escupiéndote ayer y rencor, sufrimiento y heridas abiertas...estoy rozándote
con los mismos sentimientos que el desprecio de tu orgullo me obligó a
esconder...es inútil que extiendas tus manos intentando que resulten
limpias...yo te vi...no hubo sangre que las manchase, pero te vi huir...las
noticias contaban tu gesta, tu boda...él nunca quiso enterarse de nada...y
aquella tarde derrotada como tu...su mirada...tu sonrisa...el reloj se volvió a
parar en ninguna hora...y la hierba muerta bebió, ya para qué, el agua salada
que te siguió...nunca supimos desde donde...
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