lunes, 6 de enero de 2014

17 Mayo

   ...Los nervios atenazaron su estomago de tal manera que creyó desmayarse al despegar el avión...le pareció increíble lo que estaba sintiendo...viajar le causaba la misma emoción de siempre, pero ese día...es cierto que durante toda la semana había dormido poco, inquietud y desasosiego fueron las estampas que se cosieron a su ánimo y no sabía por qué...podía intuir que el encuentro tan deseado motivaba aquel remolino de sensaciones, pero no controlaba su ansiedad ni con el bálsamo de los besos soñados...el garabato de sus tripas se borró en un instante al tomar tierra...¿estaba mejor?...ni siquiera se paró a pensar, y aunque faltaba un buen rato para la cita, una extraña calma invadió su espacio...quiso distraer su mente en algo y recorrió el aeropuerto de arriba abajo, los escaparates se desgastaron en su espera, y se puso al corriente de las últimas novedades literarias...se dispuso interesada entonces a terminar el libro que reclamó su interés, como un relámpago y...sonó el teléfono...su voz sonó a música sagrada y el vello de sus brazos atravesaba montañas cuando confirmó su presencia cerca, muy cerca...se licuó su agua cuando tuvo frente a sus ojos aquellos otros por los que morir...quedarse ciega y no volver a mirarlos...adelantó el abrazo antes que la caricia y humedeció sus labios en la miel de una boca que se imprimió en la suya lentamente, despacio, como la ilusión que segundo a milímetro habían trenzado desde que se conocieron allá...ya no importaba que día, que mes, que año...y bastó una sonrisa y sobró una palabra, y el último adiós callado volvió a encender aquella llama en la que se fundieron dos cuerpos en un solo alma...

   ...Su voz era como la de todas...como las demás, como otras mujeres que estaban así, en su misma situación, arruinadas de espíritu y rotas de mente...llegaban, como ella, esprintando hasta cumplir los cincuenta y después de golpe...al escucharla, pensé en mi madre, en mis tías y en conocidas que desfilaron ante mis ojos en retratos mohosos, olvidados en una pared de ninguna habitación...y volví a concentrarme en sus palabras, arrastrando resignación entre letra y letra, la historia se repetía y seguramente volvería a repetirse todas las veces...no sentí miedo por mi destino, pero traté de imaginar mi vida si hubiera seguido el camino que dejé...que curioso no pude...los hijos abandonaban, no tanto el hogar, pero si la dependencia de una madre entregada desde el mismo momento de nacer...y el marido, bueno ya se sabe...¿es que nunca antes tuvo tiempo, tuvieron tiempo de mirarse, de reconocerse en un espejo?...la miré con el velo de la complicidad, algo difícil de entender desde el otro lado, desde donde yo estaba...sus ojos sin verme delataron la tristeza acumulada durante, ¿Cuánta vida sin vivir?...y no tuve valor para perderme en los vericuetos de una historia donde ella no era la protagonista, pero si la narradora muda que precipitaba el espacio y el tiempo...supongo que fue el fin del viaje o el nudo en la garganta...a esta horas que más da....el viento cruzó nuestros gestos y la lluvia empapó nuestras lágrimas...



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