domingo, 17 de agosto de 2014

DESPEDIDA




   ...Y tuve que decirte adiós, el corazón encogido y las lágrimas ahogando en un nudo seco la garganta, un rastro sordo de palabras calladas seguido por mudo silencio y los ojos cerrados, borrachos de vida...fue en ese último abrazo que se me descosió el alma, herida para siempre de verde y tierra, y siempre a tu vera, me fui marchando...me dejé en tu piel recia el sabor del aire, en tus manos callosas el murmullo dulce de los arroyos, y en mi mente un desbocado latido de rabia y propósito, volver cuanto antes al recodo claro de tus fronteras, al canto melodioso de los ecos de tu nombre, a la caricia tierna de las voces de tus gentes...y sé que me esperas, paciente, en eterna quietud, como amante que se entrega a la desnudez de su vestido de luz, y en un suspiro invisible enamora con la cierta promesa de seguir allí...luego temblé de emoción, casi sin querer...los valles de tu calma, tan cómplices de mi melancolía, salían al encuentro del regreso y de mis pensamientos, mientras mi mente se iba llenando de imágenes de ti, y ese puro sentir bordando el recuerdo, el machaqueo constante de sangre y nervios en un vuelco del estómago cuando decidí parar, hacer un alto en el camino y abandonar al horizonte infinito la mirada de mis pupilas...ya la recogeré otro día empapada de bruma y rocío, o quizás, perseguirá mi nostalgia a través de fantasmas perdidos en gris, si acaso el destino juega al escondite de tu mapa conmigo...y sin vista me fui alejando, mi ansia en un rumor al borde del precipicio, las ganas frescas soplándome escalofríos en el cogote, aplausos tristes como testigos de finales rotos...y en este arrebato de terciopelo, clamor y púrpura, apuro todos los instantes en este mismo momento, las agujas en alto, los relojes parados y como no, a merced del tiempo y del espacio, que de antemano vencida, me buscan, me provocan y me pueden, lamentando caprichosos la dulce insistencia de mi memoria...que rebelde nunca renuncia...





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