domingo, 17 de enero de 2016

DE CÓMO VENDERSE AL DIABLO SIN DARSE CUENTA




                  


  ...Abrí la puerta. Tenía prisa y no miré al suelo, quizás fue por lo qué tropecé con algo cuando cerrada la llave, me dí la vuelta. Me quedé desconcertado...nadie había llamado al timbre, tampoco recordaba estar pendiente de ningún envío, pero allí estaba aquel bulto sin forma definida, envuelto en un papel marrón vulgar, sin ninguna dirección, sin ningún remite, sin ninguna pista que pudiera darme una idea de qué era aquello...por mi mente a la velocidad del rayo desfiló un sin fin de propósitos absurdos que tuvieran sentido, mientras mis prisas se fueron archivando en el sistema neurológico sin más y su objetivo, se perdía inexorablemente en la parte más efímera de mi memoria...y es qué no conseguía quitar la vista y el cerebro de aquel paquete, supongo que por que todos escondemos en la conciencia retazo de hechos inexplicables, misterios sin aclarar, espacios oscuros o simples casualidades, equivocaciones, bromas...sí, eso pensé, tenía que ser alguna broma...por eso no me atreví a tocarlo aún, y me senté en la escalera intentando ganar un tiempo que se había parado. Mi razón exigía sin embargo darle solo la importancia necesaria al asunto y golpeaba insistente con sus neuronas la piel de mi impaciencia...cuanto antes se descubriera el enigma, antes se despejarían las dudas que pulsaban el latido de la otra dimensión de mi corazón...por que lo cierto fue que al inclinarme para recoger lo que suponía una caja, mis manos no acertaban de ninguna manera a levantar y sujetar aquel fardo que amenazaba ya con otra posible definición de disparate...con una sonrisa boba y el temor de que una cámara me estuviera grabando para provocar quien sabe si una carcajada anónima o un estudio sociológico para una encuesta subvencionada, reaccioné comprobando por techos y rincones la prueba de mi sospecha, y me cercioré, que los vecinos del rellano, no delataran su presencia testimonial con ruidos harto conocidos...fue entonces cuando osé, utilizando la corpulencia de mi metro ochenta y la fuerza de mis músculos, trabajados durante años en un gimnasio, arrancar de cuajo la insistencia de semejante cosa a permanecer pegada a un baldosín, y consecuente a esa energía desatada, fue también el costalazo que me dí cuando mis dedos resbalaron por una superficie que se iba reblandeciendo al contacto cálido y vivo de mi ser...me rasqué la cabeza como en un tebeo de los setenta, y absorto por completo en descifrar el jeroglífico en el que se había convertido aquel jueves de abril, opté por observar minuciosamente el contorno de su volumen...pero cuál fue mi sorpresa que cuanto más acercaba mis pupilas al entorno de su contenido, el formato original, si es que era capaz de dibujarlo en mi retentiva, alteraba su tamaño en la misma proporción que el susto se hacinaba en mi garganta, para salir pitando a las primeras de cambio en improperios y exclamaciones con la boca abierta...ya sí que no entendía nada...¿era un sueño?, ¿me estaba volviendo loco?, ¿una mentira?...¿y si entraba en mi apartamento otra vez?, ¿y si me iba?...y mientras divagaba entre preguntas que a mi me parecían existenciales y cuyas respuestas se concentraban en un envoltorio de aspecto inocente, que descarado se estaba quedando conmigo...eso, sea lo que fuese, se empezaba a mover...el miedo me pilló desprevenido divagando en una nube de interrogaciones, el estremecimiento y el escalofrío también, me tapé la cara y me encogí, sabiendo a ciencia cierta que algo reptaba como una serpiente de masa maleable directamente hacía mis zapatos, atronando con un susurro ininteligible el temblor de mis huesos y el aire frío que respiraba...luego un olor sin descripción registrada, embriagó cada poro de las paredes de mis otros sentidos, y algo parecido al asco revolvió las entrañas instaladas hacía rato en el estomago...el contacto inminente, que por un instante creí preludio de mi defunción, no se hizo esperar en mi sobresalto, pero como un sentimiento recién nacido, calmó de repente, con su llanto de piel de gallina, la angustia esperpéntica que segundos antes disfrazaba mi existir...como un guante de arcilla convertido en sensación, aquello, abstracto e invisible, se ajustó sin contemplaciones a las medidas de mi esqueleto y un ligero mareo de placer místico cerró mis ojos...una luz blanca parpadeó en las sienes y...
   Una música estridente que identifiqué como el sonido alborotador de mi teléfono me despertó de mi letargo...desperezándome de una posición fetal que entumecía por segundos mi despiste...
—...oiga???...llamo de la oficina de objetos perdidos...ha recibido usted ya lo que le pertenece???...verá alguien muy generoso lo encontró caído váyase a saber donde según sus propias palabras, y lo entregó con la esperanza de ser devuelto conveniente y discretamente a su dueño...necesitamos confirmar la entrega, así qué si es tan amable de...
   Otra vez una sonrisa boba como único gesto del rostro y una expresión de idiota como única mueca de la realidad, y se me encendió en un palpito el ayer, y la niebla de los pretextos, y el error de las jodidas prisas...supongo que por que todos escondemos en la conciencia retazo de hechos inexplicables, misterios sin aclarar, espacios oscuros o simples casualidades, equivocaciones, bromas...ya no dictaba tiránica la suerte ajena, ni los caprichos circunstanciales o un destino esquivo con el futuro...el ahora se reveló con ganas, resuelto en traje valiente, sin cuestionar la esquina de cualquier donde, el secreto a voces de un como, ni la segura traición de todos los porqués...y yo, ignorante al cuando, huido de puntillas, en una fecha sin apenas escapatoria en el almanaque del remordimiento, ese jueves de abril, había recuperado mi alma...¿olvidada?...
  




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