viernes, 8 de febrero de 2013

6 de Octubre


  Supuesto: Fotografía buscada que no sea de familia, ni de personajes conocidos con los temas de personas, objetos o animales personificados.





   …Encontraron la fotografía en el bolso roto, entre carmines y pañuelos de papel asomaba intacta, en el reverso una fecha borrosa como único indicio de recuerdo y desgaste…podría ser cualquiera, pero era Ezequiel…el policía le reconoció por los zapatos rojos…eran los mismos que ahora vagabundeaban huérfanos de pies desnudos y pasos, alrededor de la farola…sólo era un crío…la frase machacaba su estomago, y tuvo que vomitar conciencia con la imagen de aquel cuerpo destrozado pegada a su mente…el nudo en la garganta y la lágrima furtiva vinieron después, cuando recogieron del suelo aquel esbozo de persona convertido en un grotesco garabato, y lo embolsaron como basura entre plásticos negros…el policía hubiera querido hacer, decir, espantar de un manotazo cobarde, las sensaciones con destello y forma reminiscente, que le dejaron clavado en aquel sitio donde le había conocido como Dulce unos días atrás…



   Se alejan las sirenas con su canto trágico del lugar del crimen, dispersos ya los últimos curiosos noctámbulos, un interruptor de melancolía y tristeza apaga la luz de la luna, acallando con su manto robado al silencio, las protestas, los ruidos, el alboroto…y el hombre de uniforme permanece inerte con la mirada pérdida en un charco de lamento y sangre…


   …Dos o tres madrugadas y una patrulla de más, sus ojos se habían cruzado, pero en un momento la figura desafiante, a medio hacer, disfrazada prematuramente de puta vieja, desaparecía descalza entre esquinas y callejones…cuando él llegaba al escaparate de comida rápida donde fugazmente se relamían las sombras, aún olía a perfume barato y añejo, y esperaba embriagado por el aroma del pecado y el vicio, que Ezequiel y Dulce las dos partes de un todo, volviesen, por que confiados e ingenuos, inevitablemente volvían…
   …De confidente en confidente, supo que se había escapado de casa, que cumpliría quince años en navidad, y que renegó de su pene desde y para siempre cuando entendió el significado de la herencia que le dejó su madre, huida de las palizas como fantasma hacía la muerte cuando ya no pudo más con tanto golpe injusto de la vida, y de su marido…Ezequiel anheló ser Dulce subido a los tacones de charol reluciente, que un domingo mamá estrenara presumida frente al mismo espejo donde su padre borracho de ira, le partió la cara, por que en lo bueno y en lo malo, se parecía demasiado a ella…
   Sin nadie a quien importar y sin más ahorros que la rabia, rimel y maquillaje, lo tuvo claro…confundido en el anonimato de la gran ciudad, al cuidado de sus compañeras de profesión, matronas con raíces por arrugas y culo gordo, frustradas la mayoría en el bien preciado del autentico disfrute de la maternidad, se entregó en carne y espíritu a lo más fácil y a lo que mejor se le daba…
  …Fuera de servicio, el agente, como si una fuerza invisible le empujara calle abajo, había regresado hacía unas noches al lugar del neón estrambótico, violador en serie de los inocentes faroles amarillos de antaño, y allí, en un despiste, sin esposas ni placa, sin pistola ni galones, pudo hablar con él, con ella…
   Recelosa, Dulce aceptó un café caliente de aquel espectro salido de la nada, y que no parecía tener otras intenciones que charlar con ella, replegó sus encantos infantiles y poco a poco empezó a mostrarse como Ezequiel, el adolescente conflictivo, rebelde en su valentía, que se dejó llevar por la calma de una conversación,  no por mil veces imaginada posible en su empeño, salpicada de palabras con futuro, collar galante de gestos francos, abiertos, con las dudas echadas ya a la suerte de una sinceridad revuelta y patas arriba…Dulce estaba encantada con la compañía y las circunstancias, durante un rato no tendría que dar placer y boca, intercambiar la soledad de su alma por la falsa ternura de unas cuantas monedas empapadas de babas y asco…y se abandonó al sentido común de sus sueños púberes, los de ser actriz, operarse en la clínica más cara para ser una mujer perfecta, e inteligente, dejar ese mundo sórdido que sin darse cuenta, se comería su orgullo y marchitaría su dignidad…
   Cuando se despidieron, Dulce se pintaba los labios con promesas frescas, húmedas de esperanza, y Ezequiel sonreía con la alegría innata de un buen muchacho, tan sensible, tan vulnerable…el policía, satisfecho de su iniciativa, caminaba despacio, con la cabeza llena de razones locas y el corazón mojado en almíbar… que disparate, con corona de visera y tela y cetro de goma dura, si su mujer y su hijo pudieran verle, se había convertido por arte de remordimiento en un príncipe azulón que moraba un palacio en la comisaría de centro…osado y convencido en su compromiso hasta puso ritmo musical a un algoritmo imposible, el intuido final feliz y sin llanto de una película con titulo egoísta, cuando Dulce, sensata y libre, tirara los zapatos rojos y no por que ya le quedaran pequeños…

   …Faltan escasos minutos para la hora punta, el sol pide una oportunidad al frío de la mañana…un agente local sale a su encuentro y compra ansioso un periódico mal escrito, y contador de mentiras, asesinato en una reyerta por hurto…no interesa la verdad oculta, no explica las amenazas grabadas a cuchillo en la piel blanca, el ensañamiento con el miedo del más débil, el odio escondido a lo diferente y por que sí…no merece la pena seguir leyendo…el dolor atenaza su respirar, resentido y oscuro, mientras avanza sin rumbo arrastrando su culpa…solo él guarda en su memoria el afán de la cita, el regalo sin olvido y con ayuda que no pudo ser, el instante quieto, suspendido, el segundo eterno ingrávido en el espacio, que como burla absurda del destino supone el no llegar a tiempo…





   






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