martes, 12 de noviembre de 2013

27 Abril

   ...Y decidió callar...se dio la vuelta con los ojos cerrados por la ira y de un portazo cerró una parte de su ser, aquella que comprendía su increíble mundo feliz hasta hacía ¿Cuánto...un mes, ochenta días, tres años...toda su convivencia con él?...nunca supo porque fue ese día y no otro, nunca sabría en que segundo de su pensamiento atorbellinado, el reloj de la paciencia, cambió su sentido y su tiempo se vistió de libertad...

   ...he desempolvado el viejo manuscrito, he recorrido con mis dedos lentos el mapa dibujado en su primera página, he llorado sobre el cuerpo de mujer que describen sus palabras...
...lo escribí sin orden, sin cuidado en la prosa, sin otra tinta que la sensación, el recuerdo engañoso de los sentimientos y el golpe cruel de cada circunstancia real...y sin saber por qué hasta el punto final resulta creíble, cercano, caliente...el eco de sus letras se acompasa a mi pulso...y todo él se funde en mi propio latido...el que es y será...el que fue...

   ...me acerqué despacio al lago de sus ojos, con la paciencia de quien nunca vio más allá de la oscuridad, y al contemplar su profundidad negra, verde y blanca, me adentré sin pensar en sus caminos de sonrisa, resignación y salsa...


   ...conseguimos superar la quietud sudorosa que nos atenazaba a nuestros brazos, y empezamos como locas a desnudarnos sin que nuestras miradas se retiraran ni un instante de nuestros ojos...cuando por fin la desnudez se instaló en nuestras retinas, la calma de las caricias desconocidas irrumpieron con toda la fuerza de la pasión más sutil...cada roce de los dedos, cada roce de los labios, cada roce de la piel, era una tormenta de goce y deseo mezclada con saliva y sudor...en el mismo suelo te tumbe y sobre tus senos pose mi boca, con la ternura de un bebé en el pecho de la madre, mientras con mis manos me aseguraba que se amoldaban perfectamente al hueco de mi tacto...

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