...Y
decidió callar...se dio la vuelta con los ojos cerrados por la ira y de un
portazo cerró una parte de su ser, aquella que comprendía su increíble mundo
feliz hasta hacía ¿Cuánto...un mes, ochenta días, tres años...toda su
convivencia con él?...nunca supo porque fue ese día y no otro, nunca sabría en
que segundo de su pensamiento atorbellinado, el reloj de la paciencia, cambió
su sentido y su tiempo se vistió de libertad...
...he desempolvado el viejo manuscrito, he
recorrido con mis dedos lentos el mapa dibujado en su primera página, he
llorado sobre el cuerpo de mujer que describen sus palabras...
...lo escribí sin
orden, sin cuidado en la prosa, sin otra tinta que la sensación, el recuerdo
engañoso de los sentimientos y el golpe cruel de cada circunstancia real...y
sin saber por qué hasta el punto final resulta creíble, cercano, caliente...el
eco de sus letras se acompasa a mi pulso...y todo él se funde en mi propio
latido...el que es y será...el que fue...
...me acerqué despacio al lago de sus ojos,
con la paciencia de quien nunca vio más allá de la oscuridad, y al contemplar
su profundidad negra, verde y blanca, me adentré sin pensar en sus caminos de
sonrisa, resignación y salsa...
...conseguimos superar la quietud sudorosa
que nos atenazaba a nuestros brazos, y empezamos como locas a desnudarnos sin
que nuestras miradas se retiraran ni un instante de nuestros ojos...cuando por
fin la desnudez se instaló en nuestras retinas, la calma de las caricias
desconocidas irrumpieron con toda la fuerza de la pasión más sutil...cada roce
de los dedos, cada roce de los labios, cada roce de la piel, era una tormenta
de goce y deseo mezclada con saliva y sudor...en el mismo suelo te tumbe y
sobre tus senos pose mi boca, con la ternura de un bebé en el pecho de la
madre, mientras con mis manos me aseguraba que se amoldaban perfectamente al
hueco de mi tacto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario