domingo, 15 de diciembre de 2013

9 Mayo

   ...Descubrió el sol a la vuelta de aquella esquina, es cierto que la luz cegó sus ojos, pero su piel percibió el contacto tibio de sus dedos...y se quedó parada, así de repente, los pies pegados al piso y su cuerpo inmóvil, sólo su bolso siguió su camino, y sus pensamientos que se le fueron cruzando la calle y saltándose el semáforo en rojo...lo demás vino en punto y aparte al compás de aquel recuerdo, de también aquellos otros dedos largos y tímidos que recorrieron un día, ya muy lejano en el otro tiempo, cada rincón de su ser, cuando no hacia falta descubrir el sol, por que él lo hacía solo rompiendo la oscuridad de golpe, como un martillo que clavaba la mañana...se abandonó, que iba a hacer si no, meciéndose en el aroma que aún impregnaba su memoria y se dejó hacer como se dejaba antes, en aquella playa, en aquella casa, en aquella ciudad...
   ...Le falló el aliento, y después el pulso, sus ojos se cerraron a si mismos y su piel se contagió del blanco níveo de otro invierno...el ruido al caer despistó a la calma, transeúntes anónimos tropezaban con su nombre pero nadie sabía como ayudarla...entonces las palabras enfurecieron su dulce silencio y decidió, así, en un segundo, desplegar sus viejas alas y naufragar...naufragar volando en la conciencia de otras sensaciones, otras almas, otras vidas...
   ...No quiso reconocer su forma en la mancha gris que se hacía cada vez más pequeña, ni derramar lágrimas cómplices de impotencia, como aquellos ya diminutos personajes que se empeñaban, inútiles y desesperados, en explicarse que extraña magia les había sorprendido en un reloj sin hora...una mujer, una calle, el sol que todo lo cubre y una paloma blanca que busca el mar y que surgió de la nada...



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