martes, 7 de octubre de 2014

MONÓLOGO INTERIOR



  



...Y es cuando el reloj de la pared estalla, con el griterío mudo de un cuco imposible anunciando las doce, que la luna viene a jugar y la noche lo oculta todo...entonces la libertad recorre las venas y el pulso y el respirar, aunque sin razones claras para poder dar una explicación convincente a la conciencia sutil, tan vestida de oportunas y exigentes prendas...quizás sea el espeso silencio que contagia esquinas y rincones de esta morada, humilde en sus oropeles y lujos, habitada de día por movimiento incesante y ruido ensordecedor que invitan a huir, si acaso las obligaciones esclavas o el estado gaseoso lo permiten, para refugiar la paz en un rellano tranquilo al encuentro de su absurdo, su abstracto, su nada...y es en el revés sin significado de una silaba, en el borde escaso de un suspiro, o en el rimbombante terciopelo de un halago, donde naufraga ese afanoso sentir, las ansiosas ganas, los inútiles y fríos intentos por desaparecer...
   ¿y para qué?...si después está esa esencia, la invasora de ánimos siempre con el mismo nombre en la boca, una presencia efímera y dudosa a cuestas y la incertidumbre loca de unos pasos...

   ...Y ya son las doce y media, de habitación en habitación sin molestar, sin sorpresas, el recorrido lento de escaleras y pasillos no sea que la casualidad apriete, y al milímetro preparado el suceso, otros dirán incidente, espejismo, error...¡¡¡Atención!!!...la una en punto... y la aparición entre sabanas blancas y arrastrar de cadenas...

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