lunes, 17 de noviembre de 2014

BLONDA DE SEDA




  Marina estaba harta, de compañeros, de jefes, de conversaciones rebosantes de testosterona, y sobre todo de la soledad que la envolvía cada vez que se encerraba en aquel cuartucho dos por dos, que hacía las veces de cuarto de baño, adaptado a la fuerza a las necesidades femeninas de las que ella era única titular en aquel despacho, en ese departamento, en esta planta de todo un edificio que para más sorna llevaba el nombre de su empresa MAN.
   Un mundo de hombres del que Marina se estaba cansando, un universo masculino creado a imagen y semejanza del machismo más básico, y adornado con ideas y principios del más resentido de los misóginos...no se había dado cuenta hasta hacía unos días, en aquella reunión con rutina de corbata y voz grave que el agotamiento por demostrar que era una mujer y que a la vez podía ser como ellos le estaba pasando factura a su salud física y mental...
   Sintió un vértigo extraño, una nausea que le revolvió las tripas y la angustia a estrenar de querer escaparse...insinuaciones a elegir, burlas con y sin guasa, las bromas para arrancar lágrimas...en un segundo estalló su razón para hacer desaparecer a sus ojos las pizarras con estadísticas, los planos técnicos y los cientos de informes que llenaban la mesa de carpetas y papeles...

  El minúsculo espacio con lavabo y espejo incluido le sirvió esta vez de refugio, y entre sus paredes alicatadas con el dibujo de la rabia y sus consecuencias de chocar puños y cabezazos, Marina se liberó de pensamientos obligados a cuentas y resultados y se dejó llevar...
  Pronto se cumplirían dieciocho años desde que con la ilusión a flor de piel y la inocencia de su primer trabajo, recién licenciada y en prácticas, atravesara aquellas puertas de cristal tintado con la intención de que su sueño se hiciera realidad...también en clase eran pocas las chicas que competían por hacerse un hueco entre gafas de pasta, genios despistados y
algún que otro loco que se dejaba caer ocasionalmente para probar si eso de la programación solo era una moda...pero Marina lo tuvo claro desde el principio, una inteligencia fuera de lo común, las ganas perfeccionistas de superarse continuamente y una decisión cercana a la de un burro con orejeras, se aunaron para ser una de las tres matriculas de honor de su promoción...
   Le cuesta reconocerse en el rostro cuarentón que se refleja de frente, los rasgos marcados en exceso y el brillo apagado de unas pupilas que insisten en ser azules, eso sí, lleva el pelo más corto, por comodidad, no como antes que...se sonríe con mueca melancólica...antes las cosas eran diferentes, no sólo la melena rizada y larga, o el maquillaje preciso suavizando con matiz desenfadado una expresión demasiado seria, con gesto de eterno cavilar...las tareas se realizaban hombro con hombro, de igual a igual, no importaba si las ideas eran propuestas con boca roja de carmín o rodeada de barba negra, nadie se fijaba si los trajes eran de grandes almacenes o hechos a medida por un sastre, ni si tomar una copa los viernes significaba tontear, o si las complicidades y risas en la oficina eran un guiño latente a la hipocresía...lo que de verdad valía entonces era crecer, avanzar juntos, el buen ambiente que hacía lento y largo el domingo...luego llegó el contrato, el ascenso, las bodas de los más amigos, las envidias, los reproches, los hijos sin pan debajo del brazo, los malos rollos, el distanciamiento, las arrugas, el miedo al despido, los rencores, y por fin la ambición y el individualismo, mientras la dirección, a la expectativa de tanta competencia, de tantos errores, sin remordimientos, frotándose las manos y los beneficios...
   A Marina se le hace un nudo en la garganta, ella también dejó mucho en el camino, entre jornada y jornada de doce horas, vida social y familia, cada entrega urgente sin fines de semana ni descanso, unas cuantas relaciones...que no la hablen de sacrificio, ni la den detalles de lo que es sufrir...otro vuelco en el estomago...mira que si, ¿por qué estoy tan sensible?, a mi esto...siempre eran circunstancias...en un instante fugaz un recuerdo espontáneo cruza su memoria y huye por el sentido del tacto dejándole la piel de gallina, y un convencimiento distinto, de que en nueve meses su vida ya no sería la misma...y de repente como un escalofrío inclasificable, su corazón se acelera para convertir su ánimo ausente en un enigma por descifrar, pero se moja la cara y su pulso late sin dar tregua a ninguna duda, a ninguna sorpresa, a todas las esperanzas...y se le ocurre, como otra oportunidad, como una venganza, como la determinante confirmación de un punto final.
   En su ordenador, guardados con contraseña, dormían los fallos del sistema de seguridad de un cliente, El Casino. Marina, supervisora de la sección Análisis Informático tenía ventaja...¿y si no los corregía?, ¿y si se callaba
el descubrimiento de unos parches mal aplicados?...el plan se elaboró en su imaginación en un momento, lo que tardó en pintarse los labios y atusarse el flequillo, respirar hondo y volver a la sala más segura que nunca, pisando fuerte con sus tacones altos y la intención en alma y espíritu de que ninguno de los allí presente olvidara la apuesta de su nombre...




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