domingo, 9 de junio de 2013

Pide un deseo

        Supuesto: Contar una historia partiendo de:
                 a)Constatación: Las hormigas unas tras otras formaron la misma fila, 
                 recorrieron el mismo camino y se escondieron en el mismo hormigero.
                 b)Situación:Mis padres.Mi hermana mayor. Mi hermano el idiota
                 c)Suceso: Cuando me levanté el sol no había salido, cuando me acosté 
                 aún no lo había hecho, era el 13 de febrero de 2012.




     Cuando me levanté el sol no había salido; cuando me acosté aún no lo había hecho, era el 31 de agosto de 1989 y yo seguía sin levantar las persianas, sin abrir la puerta y encerrada…supongo que para alguien normal, acostumbrado a dejar que la luz de la mañana invada la oscuridad de la noche, o que el frescor de una corriente de aire renueve el ambiente más o menos cargado de una habitación más o menos intima, el hecho de que mi dormitorio voluntariamente fuera también mi cárcel, sería el indicio de que algo dentro de mi cerebro no funcionaba bien…

    Algunos pensaran que es locura, otros simplemente desidia, o miedo, o el no tener nada mejor que hacer que llamar la atención…precisamente atención…permitan que dude…si hubiese sido hace un tiempo, quizás sí, pero ahora…
   Las hormigas unas tras otras formaron la misma fila, recorrieron el mismo camino y se escondieron en el mismo hormiguero…me pasaba las horas quieta, sentada en la acera, observando casi sin pestañear el trajín incesante de movimiento y perseverancia de estos puntos con patas, tan negros, tan suspensivos como su suerte y el dibujo interrogante de mi destino…por qué yo quise ser hormiga…y les digo con convicción que durante unos meses lo conseguí, claro que no tengo pruebas de tal evidencia, si acaso un puñado de turbios recuerdos y algunas respuestas que seguro les hará plantearse la posibilidad de que todo lo que narraré a continuación pudiera ser verdad…
   Habría que empezar preguntando a cada uno de ustedes, que entienden por insecto, y la mayoría seguramente definiría: ser vivo, bicho, asquerosidad, hablaría de sus especies predilectas o se identificaría con alguno, los menos describirían meticulosamente las características de muchos de ellos y un reducido número resaltaría su interés en diferentes grados desde el apasionamiento hasta la mera curiosidad… y sólo unos pocos, con su silencio, obviarían su existencia…a estos les tengo que constatar que partiendo de una situación real y el suceso casual que la provocó, entré en otra dimensión y conocí el submundo que tocamos, pisamos, oímos y lo peor, presentimos…
      Ya a mis once años sabía de sobra que para ser un formícido bastaba con pasar desapercibida...no tuve que dedicarle mucho al análisis y la deducción, ni tampoco entregarme a complejos experimentos médicos o conjuros de hechiceros supersticiosos, no había magia, ni brujería, ni siquiera la fe ciega que sin explicar te hace creer...pertenecer a mi familia era todo lo que necesitaba para ser uno de ellos...me dí cuenta a finales de aquel Agosto, vísperas de mi cumpleaños...el calor era tan incesante que la vida pasaba a cámara lenta, y la monótona rutina se derretía ante cualquier otro empeño que no fuera buscar sombra, refrescar la garganta o adormecer el sudor entre sabanas de siesta, era entonces, cuando las tormentas de media tarde animaban a cargar la atmósfera de sopor, sed y aburrimiento que me enclaustraba en el único refugio que era capaz de albergar a mi imaginación, formaba la misma fila, recorría el mismo camino y me escondía en el mismo cine...el de mi barrio.
   Sesión continua, infantil de cinco a nueve, risas, palomitas y compañeros del colegio que me miraban como si fuera un bicho raro...tres avisos a golpe de timbre y la sala apagaba las luces con alguna burla resonando en mis oídos, la broma de turno plasmada en mi cara o el insulto que cortaba la banda sonora al empezar la película, ¡pobres!, si ellos hubiesen siquiera sospechado que nada de lo que me hicieran o dijeran podía causar más dolor que el que ya llevaba...pero que me importa a mi la gente, ni siquiera con su afán de hacerse notar conseguían distraer la rabia muda que arrastraba como un peso muerto encadenado a mi alma, y que me hacía cerrar los puños y apretar los dientes, naufragando a la deriva en un llanto desbordado de lágrimas y soledad, aferrándome a la tabla invisible de tener un sitio adonde ir y donde estar...por que yo, mis queridos oyentes, acudía a aquel lugar de pantalla gigante y patio de butacas,  a almacenar los sueños y esperanzas que me harían falta, para alimentar el anhelo trémulo de espanto y frío en los largos crepúsculos del invierno...cuando mis leales y fieles amigas fueran presas de la inactividad del dulce letargo...
   Las vacaciones agonizaban como paréntesis de la situación, expiraba la tregua conjugando el verbo constatar, y perecía la pausa de la tramposa presentación del suceso…reiniciaba sus constantes vitales el sufrimiento, sin retraso concertado, justo y preciso, puntualmente con el aniversario de mi...considerémosle así, desgraciado nacimiento...
   Y como en años anteriores, las disculpas llegarían con forma de septiembre...Mis padres. Mi hermana mayor. Mi hermano el idiota...nadie se acordaba, nadie acertaba a suponer que quizás para variar, no ignorarme podría ser el mejor regalo...para mi no se organizaban fiestas, no se apagaban velas, ni se comía tarta...y tendría que escuchar a mi madre, triste y sumisa, fingir con la pesadumbre rayando el remordimiento, la recurrente excusa de que sus jaquecas le habían hecho olvidar tan señalada fecha, y volvería a contemplar como el gesto altivo y austero de mi padre, firmaba por encima de mi hombro la dirección de sus ordenes y  muecas, tan autoritarias unas como antipáticas las otras, eso sí, obviando por completo el insignificante significado de mi presencia...y de mis hermanos que contarles que no se intuya...nunca los aprecié como tales...la diferencia de edad con ellos me aislaba aún más en una prisión vulnerable al ensimismamiento y al egoísmo...no hubo juegos ni travesuras, no quisieron ser cómplices ni testigos de mi infancia, afortunados y dichosos, ajenos a mi suplicio, se hicieron adultos entre arrullos y cariños que yo no tuve...robados al rencor y al resentimiento... 
   Regresé temprano, hueca y empapada, un aguacero sordo estaba dejando las calles vacías de vecinos y coches, entré sin aviso previo, no debía molestar el descanso merecido de papá acomodado en su sillón, ni soliviantar los quehaceres cotidianos de mamá preparando la cena...mi hermana mayor trabajaba por turnos en una cafetería del centro, esa semana le tocaba de cuatro a diez y al ser viernes se quedaría a tomar algo...mi hermano el idiota estaría embobado delante de una pared descascarillada intentando ser un Picasso o un Dalí con botes de spray por pinceles y pintura y un encefalograma plano marcando las pautas de su creatividad artística...como en los álbumes de fotos cada uno ocupaba correctamente su puesto, menos yo, que no encajaba en ninguna toma o destacaba demasiado, resultando inadecuado permanecer como vestigio tan inapropiada protagonista, por eso lo conveniente era apartarme o dejarme un tanto a mi aire...así es que no debería haber visto la escena, ni oído la conversación, ni siquiera haber confirmado origen, causas y consecuencias...pero allí estaba en un rincón del pasillo a treinta segundos de, sin pretenderlo, despejar una incógnita sugerida cada vez que me reflejaba en un espejo, y que ilusa de mí, fue el descubrimiento de un secreto y su misterio, guardado celosamente entre comportamientos extraños y a ratos y por las esquinas, declaraciones de guerra...pensarán ustedes que quizás la casualidad o el hado...o tal vez la justicia divina hilvanando milagros entre fatalidad y suerte...que va, que va...errores, un cúmulo de absurdos y fatuos errores...de ahí y del despiste distraído de mi dignidad, surgió el caos…

―...mañana cumple doce años...es mucho tiempo ya para seguir lamentándose y no hacer nada al respecto...¡ella no tiene la culpa de nuestros errores!...
―...¡¡tú error!!...el mío sólo estuvo en confiar...
―...¿en serio?...al principio no lo llamabas así, hasta te gustaba la idea, presumías de ir contracorriente y despreciabas a los hipócritas que valoraban las apariencias más que los sentimientos...supuse que me habías perdonado...
―...y lo hice...
―...entonces, no entiendo como...
―...por que olvidar es imposible...la historia de la adopción ya no se sustenta, el mundo habla a mis espaldas...¡y sí!...soporto los cuernos, pero la traición...esa no cicatriza, y escuece cada vez más cuando la miro, cuando la escucho, cuando la presiento...
―...ella te adora...se le partirá el corazón si...por favor te lo suplico...
―...no puedo…juro que lo he intentado de mil maneras, pero nunca pertenecerá a esta familia...su cabello se está encrespando, su piel está cada vez más renegrida, y su nombre...¡su nombre es la marca del engaño!...tenemos dos hijos maravillosos por los que desafiar al universo si fuera necesario, pero con esto no puedo...¡¡no!!...lo siento...
―...dime al menos que no nos odias...

  No me permití la humillación, la imagen vencida y desesperada de esas dos figuras desdibujándose al borde de una mesa, como cayendo en un abismo, fueron suficientes para darme a la fuga...me aseguré que el portazo retumbara en sus sienes para los restos, cuando al arrepentirse se pudriera el respirar de sus alientos...
   El sol había vuelto a salir entre nubes pálidas para ocultarse con prisas en un horizonte de color rojo, como mis ojos inyectados en sangre...busqué en los alrededores los hormigueros conocidos, grité al viento mi cólera y los fui destruyendo con la ira de mi venganza cosida a los zapatos, los puñetazos y las patadas...
   Era más de medianoche cuando la luna en sus brazos, me devolvió extenuada a las fauces feroces de colmillos impacientes, que me ofrecían besos de plástico, carantoñas de cartón, y frases preocupadas compuestas con ingredientes artificiales...
   Diez minutos de rigor fingido y falso, y allí en el salón, dejé a los cuatro...una estampa perfecta en equilibrio y armonía, mientras huía a mi cuarto y cerraba con llave...a partir de ahí, les prometo que me dejé llevar, por que comprender en lo que dura un suspiro que el pelo rubio y la piel clara era el matiz imprescindible para ser de su estirpe, conllevaba aceptar que mi rebeldía tenía razones, motivos y derechos, y un enorme privilegio que solo ahora ante ustedes tengo el honor de reconocer, no ser amada por ninguno de ellos...
   Tumbada en la cama me abandoné a la fantasía de otra casta, otros parientes y a los cuentos chinos de una sociedad que no marginase la diferencia...en estas estaba, cuando sentí cosquillas en los pies y comprobé emocionada como colegas con mandíbulas, antenas y tres abdómenes, estaban llegando desde los agujeros más inverosímiles para estar a mi lado y consolar mi espíritu...a la mayoría les había dejado sin hábitat a base de porrazos, y ahora sin reproches ocupaban el espacio del mío...el pulso del arrebato y las paces del sosiego estaban en tablas...
    Ya podría contemplar con deleite como las hormigas, unas tras otras formarían la misma fila, recorrerían el mismo camino y se esconderían en el mismo hormiguero...
    Una música apenas perceptible se coló por alguna rendija y a ritmo de felicitación de cumpleaños, una voz femenina se rebeló de mi conciencia liberando un susurro...pide un deseo...un tirón de orejas, apreté los parpados y con el entusiasmo a flor de sonrisa, divagué por reflexión, inteligencia y juicio para no equivocarme al elegir...y abrí las pupilas para perder la cordura y sorprenderme con los detalles del sueño cumplido y por cumplir...entre un claroscuro grisáceo, mi doble en el cristal sobre la cómoda, me devolvía mi nuevo retrato en negro y blanco...una especie de armadura cubría mi esqueleto, seis extremidades enredaban huesos, músculos y tendones, y en mi espalda dos alas transparentes crecieron espontáneas y en un instante...sí, vamos, exclamen loca...así debía estar, pero nunca había sido tan feliz...recién coronada reina por millones de súbditos, tomé el poder de un ejercito letal, e iniciamos juntas una nueva etapa, y juntas nos hicimos dueñas de la vivienda, su contenido y alrededores...nos identificaron para el exterminio como plaga, pero tuvimos provisiones para sobrevivir con decencia durante muchos meses...como me salvé es el acertijo…

   Mi padre. Mi madre. Mi hermana mayor. Mi hermano el idiota. Cumplí treinticinco años el mes pasado. Sigo aquí...hablándoles desde hace veintitrés y desde esta celda de un psiquiátrico, acusada de asesinato y enajenación mental, y resignada a que cuando mañana me levante el sol no haya salido y que cuando me acueste aún no lo haya hecho, será 31 de agosto de 1989...pero sean sinceros conmigo...¿ustedes como hubieran actuado?...por que yo solo pedí un deseo...

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