domingo, 26 de mayo de 2013

Gómez

Supuesto: Alguien se queda encerrado o apresado sin salida, en principio no depende de
                él…describir el transito emotivo de la tranquilidad a la ira, de la ira a la
                resignación, de la sorpresa al miedo, de la sorpresa a la risa, dar un final.
                El personaje tiene un urgencia.



                                              




   …Claustrofóbica, obsesivo compulsiva, maniática, supersticiosa…con todos estos adjetivos a cuestas, Gómez, tiene que bajar al cuarto trastero…ya lo sabía ella, seguro que lo había hecho a propósito, sabiendo que no podía, que era algo superior a sus fuerzas…el cabreo va tomando forma según el ritual metódico al levantarse le deja hueco, entre apoyar primero el dedo gordo del pie izquierdo, acariciar a la gata que duerme sobre la colcha a sus pies, y como se acuesta desnuda, ponerse el pijama y calzarse las zapatillas en el orden inverso a como la noche anterior lo hubiese hecho…esto antes de ir al baño cinco minutos exactos, prepararse un desayuno mecánicamente, sin pensar por que si no se liaba, tomarse las pastillas por colores, encender la televisión sintonizada en el mismo canal, y…se ha ido tan pancho…¿ahora que hago yo?...si ni siquiera sé donde está…
   Y Gómez tiene razón…sólo había visitado aquella parte postiza de su casa, una vez…cuando hacía más de veintiséis años habían comprado el piso…pues no hago las maletas y que le den, luego vendrán las prisas…con los gruñidos atravesados en la garganta, intenta convencerse esquivando al mosqueo de un manotazo imaginario, mientras intranquila e inquieta, moja la magdalena en el café contando hasta cuatro,  para metérsela en la boca…empeño inútil, se pasa de número en las cuentas, y la rabia salpica la mesa de mala leche…lo que faltaba, ahora los nervios…claro, siempre ocurría…al mínimo error de cálculo, la inoportuna equivocación o un despiste inesperado en su matemática rutina, y allí estabas ellos jodiendo la marrana, acompañados de sus inseparables, el puñetero vuelco en el estomago, el sudor frío y los colores incendiados de las mejillas, vertiendo fuego en la cara…
    Descartado el rito de la ducha madrugadora a las siete en punto, que seguro volvería a poner la carne de gallina y los pelos de punta en su sitio, por que está de vacaciones y son las nueve y media, Gómez no sabe muy bien qué hacer, ni por donde seguir, el desbarajuste de las neuronas en su cerebro la tienen bloqueada, y el único impulso capaz de volverla a programar consiste en saborear una surtida ristra de reproches y una más que posible venganza…aunque antes tendría que solucionar el asunto que estaba alterando su estado de ánimo hasta limites insospechados y desconcertaba el funcionamiento de sus habituales y raras extravagancias…
   Con la duda como espada de Damocles sobre su cabeza, de si armarse de valor merecería la pena o no…total que era una llamada de teléfono, y lo a gusto que se iba a quedar cantándole las cuarenta…abre las ventanas por una hoja, hace la cama con las sabanas del revés, y recoge salón y cocina en las fases previas al establecido episodio del zumbido de la aspiradora, como colofón final, y pausa momentánea, de la insaciable y desagradecida limpieza básica…
   Pero en el segundo respiro que le permite la mañana y el malhumor, dando un repaso virtual a la planificación del resto de la jornada, comprueba con la indignación inflamándose en las meninges, que ésta se reduce a preparar el equipaje…lo más a mano que encuentra para estamparlo contra el suelo es la taza del descafeinado que se estaba tomando, victima inútil e inocente de un rebote que la hace por fin, decidirse…
Le mato…juro que le mato…con los ojos desorbitados, la nariz echando humo y los labios en conversación con ellos mismos susurrándose conjuros y oraciones, machaca el parqué del pasillo con sus idas y venidas, retrasando la visita al maldito cuartucho, con la fútil excusa de situar más o menos su probable ubicación…y si al menos estuviesen los chicos o tuviera confianza con la vecina…pero vaya por Dios, tendría que enfrentarse ella sola a su destino, con los  temblores que la paralizaban, la absurda suposición del absurdo, y los terribles miedos que convertían sus pasos en anclas de cemento…
   En que hora dichosa había aceptado la locura propuesta por su marido…con lo bien que estaría ahora trabajando en su despacho, con su monotonía cotidiana dirigiendo su agenda, y qué prepararía el domingo de comida para la reunión familiar, como máxima preocupación…en cambio tenía que disfrazarse de un valor que no existía en el carácter de su persona, compuesto por tres cuartas partes de excentricidad y una de sentido común, para buscar el juego de sansonites pasadas de moda, que vete tu a saber si no las habían devorado ya las polillas o se habrían oxidado cierres, candados y cremalleras…
   En estas estaba cuando cierra la puerta, y como si no fuera a volver, ya ha revisado enchufes, caldera, llaves de gas y dispuesto, agua y provisiones alimentarias para su micifuz, por si acaso vienen mal dadas…y es que cavilando en pos del enojo, la idea de quedarse encerrada, había conjurado un retortijón en las tripas con una leve urticaria que en previsión de no ir a más, resuelve con una mochila con capacidad para el botiquín de primeros auxilios y otros artículos en exclusiva y de cosecha propia…el móvil cargado a tope o eso espera, una linterna por si acaso y un sándwich por que nunca se sabe…ah! Y un pito…alguien lo oiría si se quedaba incomunicada…y baja lenta las escaleras hacía el sótano del edificio…¡Tonterías!, no me va a pasar nada…
   En contra de lo que creía, Gómez no tiene ninguna dificultad en localizar al hermano gemelo de un armario empotrado tamaño tres por tres, y repleto de cajas, estanterías abarrotadas y trastos...toneladas de trastos...madre mía, ¿pero esto qué es?...el perplejo resoplido levanta el polvo acumulado a su alrededor...mira que si después de haberse atrevido a sumergirse en esta selva de oscuridad y losetas rechinantes, tentando a la suerte como si se tratase de la mayor aventura, resulta que el panorama se resumía en quedarse estupefacta ante tanto caos, desastre y espanto...desde luego era para cometer cualquier disparate...cierra los ojos al impacto inicial, y una interrogación envalentonada nubla su clara y convincente doctrina de a la minima dar la vuelta y marcharse...¿por donde empiezo?...
   Intuye, con la inestimable ayuda de la lógica, que si mueve el arcón de resina unos centímetros, desplaza hacía la izquierda las baldas de aluminio y levanta los plásticos del fondo, hallará el tesoro que anda buscando...pero debía ser genético, eso de organizar ignorando la sensatez de un método, como exigían las circunstancias de excesiva cantidad y escasez de espacio, por que después de sortear la lámpara rota que le regaló su abuela, cuestión sentimental, patines y tablas del skate ese, sin ruedas, que algún día se arreglarían, las herramientas de bricolaje intactas y sin estrenar, capricho del padre, y otros cacharros que prefiere no identificar...lo que se encuentra en aquel rincón es al fantasma de su pasado bostezando en un baúl…como había podido olvidarlo...bueno, bueno, a lo que vamos...aparta la mirada de sus recuerdos incrustados entre anclajes metálicos y estampados de grecas rojas, doradas y negras...para reanudar la búsqueda...y sin darse tregua sensiblera, insiste removiendo montones hasta que allí están, envueltas en una tela de aspecto inclasificable...haciendo gala de su particular modo de hacer las cosas, Gómez, las va sacando al corredor una por una y comprobando que para esta vez valen, las alinea en fila india, añade el bulto de mujer prevenida que lleva consigo y se dispone con la alegría, todavía en periodo de contención, y algo de urgencia precipitada, a sellar la entrada de aquel agujero que solamente servía como almacén de memoria y taller en paro de utensilios inútiles...vaya que casualidad, este picaporte se ha enganchado...y dejando al margen razonamientos ridículos y acomplejados, quiso arreglarlo...así es que enclaustrada entre paredes grises, techo agobiante y milímetros de suelo disponible, ocupado por su huellas, manipula el pestillo y...tanto va el cántaro a la fuente que...
   La sangre bulle por sus venas a quinientos por instante, su piel transpira en segundos litros de adrenalina, y en su sano juicio, el símbolo del pánico dispara en un soplo la alarma, y pone en guardia las alertas tan intempestivas como esquizofrénicas...Gómez como había temido, cae prisionera en la trampa, por osada e intrépida y con un testigo fiable y de confianza, su impetuoso brío...no me lo puedo creer y mi salvación ahí fuera...hace un llamamiento a la calma imposible con el presentimiento de que alguien vería la mochila y las maletas y no tardaría en acercarse...pero el tiempo desprecia las agujas que marcan su transcurso y se hace eterno entre la quietud y el silencio, Gómez se desespera...respira profundamente contando despacio hasta mil, se narra a si misma el cuento de Juan Sin Miedo, relata en alto las hazañas de el Sastrecillo Valiente y pesadísima interpreta el ejemplo de orgullo y superación siendo ella como es el colmo de la calamidad emocional y perfeccionista...nadie da señales de vida...¿y ahora qué?...un tanto cansada de las fatales expectativas y con los músculos contraídos gritando basta...gira en redondo para darse de bruces con aquel maremágnum de cachivaches, reliquias y bártulos que parecen esconderse en el presente, sin huir completamente del ayer...¿y por qué no?...la vista impaciente de Gómez se clava en el baúl...semejante a la pereza pero en grado sumo de excitación resuelve arriesgarse y de par en par el contenido de tan hermoso continente, los pedazos de su historia saltan por los aires...minuciosa y cuidadosamente repartidos en carpetas, archivos y paquetes, su niñez, la infancia de sus hijos y las cartas de amor de una breve juventud la obligan a distraer con el corazón empapado de añoranza, al paladar seco, la tos envenenando los pulmones y el reuma chillón de las rodillas...entonces, acaricia con manos enguantadas en dulce ternura, sonajeros atrapados entre chupetes, algún juguete triste y perdido, enredándose en las redes egoístas del crecer, cuadernos y notas, manualidades de papel charol y cartulina, dos gorras de los mayores y media docena de lazos de las pequeñas...no puede evitar que las lágrimas del alma derritan la ira y cólera que saturaban su voluntad...abandonada ya sin remedio a la ñoñería y sujetando con sus ojos  palabras mudas y atenta a sordas explicaciones, Gómez invocó, cobrándose una vieja deuda, al espíritu burlón de sus padres qué por obra y gracia de una broma del santoral y una apuesta mutua, la inscribieron en el Registro Civil como Escolástica Gómez...bautizada luego a su manera y para el futuro por el apellido, cuando volvió llorando del colegio por que le daba vergüenza contestar cuando la señorita pasaba lista...les había perdonado, como no...se lo ganaron a pulso...eran geniales, cariñosos, sacrificados en su entrega responsable, con un peculiar sentido de la felicidad y un toque de rebeldía que los hacía diferentes a los demás, y que les educaron a ella y sus hermanos en la libertad y el respeto...ojala a ella la recordaran así...Gómez se siente extraña como levitando en una nube mágica...sin darse cuenta está leyendo párrafos sueltos, ingenuos y cursis, de un sobre elegido al azar, fechado a principios de los ochenta y con el original remite de las iniciales de su esposo y una margarita pintada de amarillo...la mili, el noviazgo, ahorrar y entre líneas, el deseo, la pasión, el pecado...¡qué romántico!...con intimo mimo, roza suave el mensaje contra su pecho...
   De repente,  un ruido y una sombra irreconocibles devuelven a Gómez a la tierra, de un salto se estrella de espaldas y estrepitosamente contra el marco de la salida y...¡increíble!...la celda de su secuestro se ha rendido...Gómez está confusa...tres horas allí metida y estaba abierta...pero por más que lo repetía no se enfadaban sus gestos, ni se irritaban sus cuerdas vocales, tampoco el disgusto guió sus movimientos recogiendo todo y volviendo al punto de partida...se sienta en el sofá contenta por haber cumplido la misión, pero con mueca agotadora…aún queda lo peor…el felino maúlla con su presencia y se restriega exigente contra las tibias y entre los tobillos, no tiene hambre, ni sed…pero melancólica necesita hablar con sus hijos, así es que fácil de complacer su angustia, marca el fijo de su hermana…
   Con el eco de sus voces aún retumbando en el echarles de menos, se dirige a su dormitorio con el poco empuje que conserva, abatida por la nostalgia de tanto ausente, y desde ese centro de operaciones distribuye impecablemente por categorías, rangos, funciones, grupos o jerarquías…ropa interior, champú, camisetas, cepillos de dientes, pantalones, desodorantes, camisas, cosméticos, calcetines, colonias, medias, crema de afeitar y un largo, etc.…que meticulosa va colocando en el interior de…es él…el sonido aprendido del hombre al que ama desata el instinto y un escandaloso y salvaje revuelo de mariposas, amenaza con la armonía de sus alas el estallido adolescente de sus hormonas… no, si encima estaré enamorada...e interrumpe su tarea para sincerarse en el espejo…sin embargo, honesta no se reconoce, renovada de energía, y con tantas sensaciones recorriendo con naturalidad y serenas el equilibrio de su mente, alejada como final feliz de película de rencores y resentimientos anteriores…pero si hasta hace un rato le hubiera asesinado…                

―¿Cariño?¿donde estás?...tengo una sorpresita para ti...
  Gómez presta, acudía con premura, con el latido acelerando y cortando un aliento que se transformó en carcajada al contemplar un elegante y moderno conjunto de bolsos de cuero y ante, imitando los de viajeros de época y que tanto se llevaban en los escaparates...

―...pensé al verlos que te iban a encantar y...por eso anoche no te subí las...¿te pasa algo mi amor?...
  Gómez presa de un ataque de risa no reaccionaba...

―...bueno parece que has tenido un buen día...ya me contarás con detalle...tenemos una semana para nosotros solos, aeropuerto, avión, París y la Torre Eiffel...vete mentalizando...

   El guiño y la sonrisa cómplices contagian el ambiente,  Gómez toca madera, mientras un escalofrío estremece someramente la espontaneidad de su frase...pero remuerde la paz de su conciencia, tan sistemática en reglas y normas...y como no, algunas aversiones  rondando su pensamiento...gente, alturas, hoteles, vértigo...que asumiendo el tránsito, luego se dan a la fuga…

―...si dignamente he sido capaz de sobrevivir de mi caída a los infiernos, la subida a los cielos será pan comido...digo yo...aunque…

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