domingo, 5 de mayo de 2013

Agua caliente y hojas de té


Supuesto: Descripción minuciosa y detallada de un proceso en ejercicio formal
                Intercalando una historia. Ritmo creado por el proceso.









...Una vez que el maestro de ceremonias ha sacado los utensilios de la sala, hace una reverencia en silencio ante los invitados con lo que indica que el rito ha terminado, los invitados entonces abandonan la sukiya, seguidos por la mirada del maestro de ceremonias…
   …Hubiera querido que aquel momento fuese infinito, quedarme abrazada al siempre del silencio, creyendo que tal vez, en su boca callada estuvieran todas las respuestas, mientras sus ojos permanecían quietos en los míos unos instantes de más, quizás los justos para entender que, irremediablemente yo, ya estaba enamorada…

 La ceremonia completa dura unas cuatro horas, aunque muchas veces se limita a la última fase o usucha, que dura alrededor de una hora.
   …Nunca fui creyente de flechazos, ni amores a primera vista, sin embargo desafíe al destino y su manto de azar, arropó mi suerte…

Aunque la ceremonia del té se puede celebrar en casa, es costumbre el llevarla a cabo en una casa especialmente dedicada a ello, que recibe el nombre de sukiya. Consiste en una sala de ceremonias, propiamente dicha (cha-shitsu), una sala para los preparativos (mizu-ya), una sala de espera (yoritsuki), y un camino de acceso (roji) flanqueado por un jardín, que acaba en la puerta de la casa de té. Dicho edificio suele estar situado en una zona arbolada.
   …La mansión de los japoneses en una urbanización de lujo a las afueras de la ciudad, se escondía entre pinares de un verde intenso y las vallas disimuladas por una cuidada naturaleza salvaje…de estructura sencilla, la casa invitaba al sosiego, sus líneas rectas y una decoración precisa eran alimentadas por la luz clara de inmensos ventanales, la mayoría orientados al jardín, matizado como en el mejor de los lienzos, por las pinceladas exactas de detalle y color de la belleza…

Los utensilios son la tetera (cha-wan), el recipiente para el té ( cha-ire ), el agitador especial de bambú (cha-sen), y el cucharón de servir, de bambú también ( cha-shaku). Estos utensilios suelen ser valiosos objetos artísticos, y muchos de ellos suelen pasar de generación en generación….
El anfitrión alimenta el fogón, cuyos cinco elementos representan el mundo material del taoísmo: el metal de la tetera, la madera del carbón, la tierra de la cerámica, el fuego y el  agua.
   …El día era inmejorable para disfrutar del hermoso espectáculo de césped, flores y piedra que culminaba con la sorpresa y el encanto de una construcción en miniatura, de lo que bien podría ser el hogar de un duende, o el refugio ideal para el recogimiento y la soledad…pero se supone que mi intrusismo en ese mundo de sutileza, correspondía a mis funciones de secretaria y al empeño de mi jefe en que le acompañara, junto con otro directivo importante, a lo que al principio se trataba solo de trabajo…y es que a sabiendas del sentido de la hospitalidad oriental, la tarde guardaría un secreto…

En cuanto al vestuario, es preferible elegir los colores poco llamativos. Cuando se trata de ceremonias formales, los hombres llevan kimonos de seda de colores lisos, con los blasones de la familia y los tradicionales calcetines (tabi) blancos.
 Los invitados deben traer un pequeño abanico plegable y unas cuantas servilletas de papel pequeñas (kaishi), cada uno.
   …El ambiente era tan agradable que cuando el matrimonio anfitrión disculpó su ausencia unos minutos, aún levitábamos en una nube borracha de embrujo, salpicada con gotas de tradiciones ancestrales…las mismas que acompañaban su regreso al salón, los dos vestidos con originales kimonos de seda, negro aterciopelado él, flor de loto roja en la manga y verde oliva ella, con un gran dragón amarillo en la espalda…

Fases:
1) una comida ligera, llamada kaiseki
2) el naka-dachi o pausa intermedia
3) el goza-ire, que es la fase principal en la que se sirve un tipo de té espeso
4) el usucha, fase final, en la que se sirve té claro
...Hasta entonces mis pensamientos habían transcurrido ágiles y distendidos, dejándose llevar por el ritmo cordial de las conversaciones, el destello luminoso del paisaje y el aire fresco, que sin pretender embriagar, inundaba cada rincón de aquel edén de tierra, calma y ladrillo, pero fue al confiarnos a cada uno en una caja de cartón rectangular un pequeño abanico, cuando mi mente se transformó en papel en blanco, y dejé mi alma abierta a los sentidos…
 
Los invitados entran a gatas, como gesto de humildad. En la sala hay un horno de albañilería fijo; en número de cinco, se reúnen en la sala de espera. El maestro de ceremonias aparece y los conduce, por el camino del jardín, hasta la sala de ceremonias.
A un lado del camino hay un recipiente de piedra con agua fresca, en el que los invitados se lavan las manos y se enjuagan la boca. La entrada a la sala de ceremonias es muy baja, lo cual quiere decir que los invitados tienen que llevar un hornillo o un brasero portátil para calentar agua.
   …La fascinación llegó segundos después, al presentarse quien sería la maestra de la ceremonia del té, el obsequio final de la familia, con forma de rito, del que habíamos oído hablar pero ninguno conocíamos…no podría explicar con palabras lo que sentí al verla, supongo que el misterio que envolvía su figura a contraluz, fue suficiente para alimentar la curiosidad de mi corazón…la armoniosa expresividad de su rostro hechizaba, y el dibujo perfecto de su sonrisa, soñé despierta, firmada al viento con especial dedicación, completó un circulo imantado y atractivo, hacía el que sin pretenderlo, me dirigía…

Cada invitado se arrodilla ante la capilla o tokonoma y hace una reverencia respetuosa. A continuación, con su abanico plegable colocado ante sí, admira la estampa o pintura colgada en la pared de la tokonoma. Luego hace las mismas operaciones ante el hornillo o brasero.      Una vez que todos los invitados han terminado de admirar estos artículos, se sientan; el invitado principal se coloca más cerca que los demás, del maestro de ceremonias. Una vez que éste y los invitados han intercambiado las cortesías de rigor, se sirve kaiseki, que termina con unos dulces a manera de postre.
   …En la elegancia de sus movimientos se hallaba el poder de seducción que cualquiera hubiera confundido con la sensualidad, si no fuera por que hasta en un gesto tan simple como lavarse sus manos, flotaran, en la coqueta fuente destinada para la ocasión, reflejos innatos de inocencia infantil, que espantaban con el rubor en sus mejillas otras ideas que se apartaran de la timidez y algo de obligada exposición intima…y que casualidad, la unanimidad en ser yo la invitada principal, me colocó tan cerca de ella que fui capaz de respirar su aliento…

Cuando el maestro de ceremonias lo indica, los invitados se retiran a un banco destinado a ello, colocado en el jardín interior que rodea a la casa de té (es la pausa intermedia o naka-dachi)…
   Aturdida por la emoción y el descontrol de mis latidos, la pausa del paseo puso un tanto de cordura a mi razón, desbocada un rato antes en el interior noble de la sukiya (precioso nombre para una residencia de muñecas)…

El anfitrión hace sonar un gong de metal, situado cerca de la sala de ceremonias, con lo cual indica el principio de la fase principal del rito. La costumbre establece que el gong se haga sonar cinco o seis veces. Después de repetir las abluciones purificadoras en el recipiente de agua fresca, los invitados vuelven a entrar en la sala.
   Un sonido metálico excitó las ganas de mi ansia, y la necesidad por repetir sensaciones,  hizo acelerar el ritmo de mis prisas…correr, mojarme, sentarme…adelantar a mi propio entusiasmo para naufragar en el asombro de su mirada, tan dulce como el tartamudeo de mi torpe excusa que me descubrió vulnerable, pero al menos le hizo reír…

Un ayudante retira las persianas de juncos que cubren las ventanas por fuera, con el fin de dar más luz al interior. La estampa o pintura ha desaparecido y, en su lugar, se ve en la tokonoma un recipiente con flores artísticamente arregladas. Los recipientes de cerámica para el agua y el té están ya colocados en sus sitios. A continuación, entra el maestro de ceremonias, que lleva en las manos la tetera, con el agitador de bambú dentro y el cucharón de bambú encima.
   La caída del sol amenazaba oscuridad…el tiempo parado en el ensimismar de tabúes y prejuicios, advirtió de soslayo que también se acababa, y un empuje de melancolía acordó una tregua con lo que yo estaba viviendo…aunque debo reconocer, la imaginación añadió un grado al desconcertante ridículo de mi embobe, ante el semblante sereno de su persona, al aparecer de nuevo portando bambú, cerámica y el compromiso formal y serio del ritual que nos ofrecía, desplegando arte y profesionalidad…
Los invitados admiran el adorno floral y la tetera, igual que hicieron anteriormente con la estampa y el brasero, al principio de la primera fase.
El maestro se retira a la sala de los preparativos y no tarda en volver con el recipiente para el agua sobrante, la cuchara y el soporte para la tetera o la cuchara. A continuación, limpia el recipiente del té y el cucharón con un paño especial que recibe el nombre de fukusa y enjuaga el agitador en el cuenco del té, después de verter en éste agua caliente del recipiente colocado al fuego. Luego, vierte esta agua en el recipiente destinado a ello y limpia el cuenco con el chakin  o paño de hilo.
   Si tuviera que enumerar el orden o las normas, los procedimientos, el protocolo o la liturgia del culto al que estaba asistiendo, el resumen sería un esquema reducido al escozor áspero de su ausencia, y al pulso explotando mis venas con el roce de su ser, extendido por esquinas y rincones con la misma delicadeza con la que ella convertía la vulgaridad de ciertos actos, en hábiles y diestros regalos, de contenido profundo y estético…increíble, si tengo en cuenta y me remito a lo difícil que había sido hasta contemplar su estampa por primera vez, embaucarme con enredos y patrañas o conquistarme con complejos juegos de seducción… quizás por eso, en mi afán de sinceridad, estaba sola…

El maestro de ceremonias levanta el cucharón y el recipiente del té y coloca el matcha (tres cucharadas por invitado) en le cuenco; a continuación, llena el cucharón de agua caliente, que toma del recipiente colocado al fuego, vierte un tercio del agua en el cuenco y devuelve el resto al recipiente. Luego agita la mezcla con el agitador de bambú, hasta que adquiere un aspecto y consistencia similar a una sopa de guisante espesa. Esta mezcla recibe el nombre de koicha.
   …Sin pareja, sin ataduras, libre…sin más responsabilidad que el miedo emergente en el ahora, dueño y señor de un revoltijo de recuerdos empapados en la nostalgia de la mediana edad, cuando el recuento de las experiencias se decanta del lado de la juventud pasada o se ilusiona con el futuro de un horizonte canoso por llegar, y entremedias el presente fiero y hambriento que devora con la inmediatez del reloj el olvido y la memoria…la niña que fui, la adolescente perdida, la joven rebelde, la mujer que soy…

El matcha que se utiliza para esta fase de la ceremonia está hecho de las hojas jóvenes de plantas que tengan más de veinte años de edad (hasta un máximo de setenta o más años). El maestro de ceremonias coloca el cuenco en su lugar correcto cerca del brasero o hornillo y el invitado principal se desplaza sobre sus rodillas para tomar el cuenco. Este invitado hace una inclinación a los demás y coloca el cuenco en la palma de su mano izquierda, al tiempo que lo sujeta por uno de sus lados con la derecha. Toma un sorbo, alaba su sabor y toma otros dos o más sorbos. Luego limpia la parte del borde que ha tocado con los labios, sirviéndose de una de las servilletas de papel (kaishi), y pasa el cuenco al invitado siguiente que repite las operaciones del invitado principal.
  …Y en estas estaba, divagando sobre los entresijos de la existencia, y esas cosas ininteligibles que de repente y sin querer, en un despiste absurdo, te arrastran al borde consciente y triste del impulso y el caos, que no supe prevenir el temblor, el escalofrío, el brutal aviso del estomago cuando una suave piel de raso acarició la mía, llamando mi atención, para aceptar la ofrenda humeante y aromática que como maestra, mostraba al recién estrenado deseo, que se apoderó de mis fuerzas, y que concentré en beber de aquel cuenco, como si me entregara al beso fugaz y espontáneo de sus labios, rezando, para que no se hubiera notado, ni lo más mínimo, como se me escapaba el juicio en cada sorbo, y se travestía mi carácter en locura, con el regreso al deleite de la divinidad de sus rasgos… 

El cuenco pasa luego sucesivamente a los demás invitados hasta que todos han bebido su parte del té. Una vez que ha terminado el último invitado, éste devuelve el cuenco al invitado principal, que lo entrega al maestro de ceremonias…
El maestro de ceremonias se prepara para la última fase o usucha
   Entonces, encomendé a la inercia el esfuerzo inútil de ir contracorriente, y en la decisión de abandonarme a las olas peinadas de furia, celosas de cielo y sal, me sumergí en el océano simétrico de la nada y la esperanza, encontrando conformismo y tregua, para afrontar los últimos retazos sentimentales de carne herida y espíritu impresionable…

4) Usucha
Se diferencia del koicha sólo en que el matcha que se utiliza está hecho de las hojas jóvenes de plantas que tienen entre tres y quince años de edad. La mezcla verde que se consigue así tiene consistencia espumosa.
   Así es que mecida por el vaivén de despedidas y agradecimientos, rayando mi educación en el descaro, dudé si atreverme o no, a rasgar de un tajo valiente la etiqueta y la costumbre cultural, vaciando en mí saludo la integridad sinvergüenza de mis entrañas, con un suspiro y en un susurro…

El té se prepara individualmente para cada invitado con dos cucharadas de matcha. Cada invitado debe beber su cuenco entero. Cada invitado debe limpiar la parte del borde el cuenco que ha tocado con los labios con los dedos de su mano derecha y luego limpiarse los dedos con el kaishi…
   …Pero la exquisitez de su paciencia también era digna de admirar, e ignorando mi propuesta de si pudiera ser, volvernos a ver, dejó en suspense la mueca de un invisible tal vez, inclinando amable la cabeza y permaneciendo firme hasta que yo me diese la vuelta, y saliera de mi espejismo por la misma puerta por donde había entrado…

   Y aquí estoy, esperando por si acaso, como un fantasma errante, hipnotizada aún por la sombra de su rastro, a tres semanas de la tormenta que destrozó los moldes de mi ternura, leyendo en alto instrucciones solemnes para preparar infusiones, y llorando la amargura de lo imposible sobre agua caliente y hojas de té…

No hay comentarios:

Publicar un comentario