domingo, 29 de septiembre de 2013

12 Abril

   ...¿Eran lágrimas o gotas de lluvia las que se le escurrían por la cara?...si bien era cierto que el día y la noche habían coincidido en su gusto por la tormenta, no lo era menos que la última vez que se le vio sonreír estaba contigo...¿no lo recuerdas?...hace ya algún tiempo no se habla de otra cosa en el lugar...pero supongo que tus quehaceres de desidia te obligaban a no prestar atención a las habladurías de unos cuentos cotillas, que además seguro se mueren de envidia...pero dime...¿es lo que dice esa canción?...en la tasca de la calle Oscura hasta los borrachos la entonan, y en la tienda del Callejón los niños buscan el ruido de la dueña tarareándola mientras busca en el almacén...no puede ser que vivas aquí, que pasees por estas calles que te vieron jugar y crecer como si nada, sin mirar al suelo una sola vez...no puede ser...tu no eres así...

   ...Tu no eras así...aquel día era hermoso, como la vida que te retaba desde el horizonte...y decidiste irte...dejaste tu pasado, tus recuerdos, las personas...y creo que hasta tu nombre...si, lo sé, te hiciste llamar como otra, avergonzándote de llevarlo como el peor estigma en la frente...algo que sólo tenía validez dentro de estas casas, de estos adoquines, de nuestros corazones...que ilusión me hizo la primera vez que te vi en las noticias...me pareciste más que nunca el ángel al que rezaba todas las oraciones...y sin embargo había eso en tu mirada, diferente, y releí todas las fotos intentando lo que ya presentía imposible...no eras la misma...pero tu y no iba a clamar al cielo pidiendo una explicación...luego la oscuridad del vacío, la soledad de la nada...¿y para qué?...y volviste...hace ahora más de...que importan los años...

   ...Que importaban los años...y supongo que es tarde para rectificar...traer viejos pensamientos a tu memoria es pedirte mucho...a ti, que apenas diste limosna...y más ahora que escarmientas en tu conciencia sin que nadie perciba lo más mínimo en tus gestos...pero yo te amé lo suficiente para interpretar en tu hielo lo que ni siquiera él fue capaz de oír cuando a gritos le desafiabas a que te siguiera...y se quedó...como un perro abandonado a sus pulgas, ¿o tengo que decir amo?...y durante meses sin lluvia pasó desapercibido también para sus cuatro paredes...pero yo oía su silencio, los lamentos callados de su alma, el derroche de su llanto cuando tu ausencia estallaba al atardecer...era en ese instante, efímero y rojo, que su ternura y mi compasión, se mezclaban en lo que los dos compartíamos...y no nos decíamos nada...no hacía falta...bastaba el eco de esa oscuridad, de esa soledad, para abrigarnos con la misma frase desgastada a golpes en el hueco más duro del corazón...tu no estabas...y sus ojos en los míos...y sus manos en las mías...y el olvido fresco del presente adquiría tonos dramáticos al evocarte...

   ...Y el olvido fresco del presente adquiere tonos dramáticos al evocarte...pero ¿por qué?...estoy aquí, delante de ti, mirándote a los ojos, escupiéndote ayer y rencor, sufrimiento y heridas abiertas...estoy rozándote con los mismos sentimientos que el desprecio de tu orgullo me obligó a esconder...es inútil que extiendas tus manos intentando que resulten limpias...yo te vi...no hubo sangre que las manchase, pero te vi huir...las noticias contaban tu gesta, tu boda...él nunca quiso enterarse de nada...y aquella tarde derrotada como tu...su mirada...tu sonrisa...el reloj se volvió a parar en ninguna hora...y la hierba muerta bebió, ya para qué, el agua salada que te siguió...nunca supimos desde donde...




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