martes, 31 de julio de 2012

¡¡Qué condenados minutos!!


  …Que las prisas no son buenas, que más vale perder un minuto en la vida que la vida en un minuto, que sí, que me peines despacio…
   He pillado la indirecta…pero no sigas insistiendo con el absurdo del reloj parado, no te escudes en las horas muertas, no vaciles ni un segundo que los instantes desaparecen sin haber aparecido nunca…y deja de reírte de mi por perder la pista del despiste que luego vuelve emocionada y atrevida al girar el jamás valiente de la razón torcida, para naufragar en los mares sin profundidad ni playa de la casualidad, otra mentira, por vender firmados, a la baja y mal, los papeles locos e imposibles de la libertad, tan sensata, tan perseguida…y no me hagas más burla, que aunque no quiera te veo, en todos los espejos, en la cara escondida de la luna, en los vértices enredados de un trapecio colgado del tiempo, el mío, el que me sobra, el que cuento, el que me espera…
   …Amarrado a la soga que arrastra la sombra, sin fondo y sin forma, del verso y la duda en que me encuentro, y si decides consumir mi ansia con la lenta y silenciosa calma del momento, y ahogar mi aire en la espesa apariencia de la paciencia, decapita antes mis ganas de un tajo, arrancando oportuno y preciso el fardo del recuerdo y la memoria…y que ya no te importe mi nombre sin adorno ni artificio, o los ridículos gestos a un destino sin cruces ni caminos, que el trazo caprichoso y vericueto de una lágrima partida no abra la pena herida a la decepción y la derrota…
…Préstame a cambio la pausa, el paréntesis y la coma…la palabra muda que viste a solas esta poesía, el espacio hueco y vacío que encuentre a ciegas el corazón callado entre la tranquilidad de tu alma y la desnudez de la mía…y no me abandones a la soledad rota, a la sigilosa tristeza sucia de los rincones, a la angustia infernal y helada que con viento efímero y salvaje me clave para la eternidad en el siempre de una esquina…méceme, por favor,  en el borde y en el casi, de los brazos quietos y calientes de tu boca, y duerme el grito de mi voz niña y rebelde, que mojada en sentimiento desea amando y te dice amor, no me dejes…

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