domingo, 5 de agosto de 2012

Caos


   …Marchita, oscura y tétrica, así es mi vida desde que ella se ha ido. Todo a mi alrededor se ha contagiado de pena y nada ni nadie hace creer que en un tiempo razonable las cosas cambiaran…no me siento victima pero las pocas ganas de ser consumen el aire que respiro y existir es casi un milagro, el de arrastrar el alma esperando desesperado que el mundo se quede quieto, que mi locura se moje de calma y que pueda pedir consejo a la memoria aunque los mejores recuerdos se hayan escapado con ella…por que se ha llevado todo, los sueños, el deseo y la magia y me ha dejado desnudo al amparo del eco vacío y absurdo de su nombre sin presencia ni letras… y aquí permanezco, en el hogar ansiado en su día para compartir, un agujero perdido en el intento de seguir adelante, un hueco entre pasado y presente donde habita en soledad la tristeza…
y es que el jardín de la entrada ya no tiene flores, se secaron la mañana que la vieron marcharse, muy digna y con templanza, dos bolsos de viaje y una promesa por cumplir, el césped ya no es verde, la esperanza fresca de la hierba se pudre en amarillo enfermizo, sembrando el sendero de fantasmas y sombras que dibujan sus pasos con anhelo, y hasta el rosal se ha desenredado de su belleza, y yace retorcido y agonizante entre baldosas resquebrajadas y pétalos muertos, que envenenan la brisa con el sabor descompuesto de su aroma…y por si regresa, me visto de momentos y harapos, los que olvidó bailando en el ambiente, el te quiero desgastado de una frase sin terminar, un raquítico beso en la mejilla y su voz difuminada entonando tentadora un dulce son y sobre la colcha manchada de miedo, el pijama anodino y gris que me regaló envuelto en el rencor del último reproche…decrepitas las horas, envejecidas al viento, anuncian la vuelta a la rutina de contar uno a uno los azulejos que la humedad y el descuido han ido arrancando, pintar de colores invisibles las paredes pálidas y mustias que aprisionan el horizonte de mis ojos ciegos de tanto mirar sin ver, sujetar en la imaginación las vigas ajadas de madera, que achacosas amenazan con dejar caer a trozos el techo de este espacio sin tiempo que es el suplicio y la tortura de amar y perder…
   Los rincones como los sentimientos no tienen forma, la suciedad acumula riqueza más allá de la emoción, ya no importa el orden o el desaliño de los sentidos, ni la comida sana infectada de heridas, ni la nevera caduca y repleta de recortes y sobras,
en la despensa un nido de ratas y en mi cama su ausencia, la llama apagada que aún quema las sabanas descoloridas y rotas donde tantas veces durmió su placer, las ascuas latentes en mi vientre de una pasión apestosa que provoca nausea…
   Como la frágil caricia que sonríe desde alguna de sus fotos  y se esfuma con gesto delicado hacía el inmundo sopor, el asco vergonzoso de haber convertido una opera perfecta que languidece al compás del mas repugnante de los ruidos, el que estremece las venas, el que destroza indecente los cimientos y muros, el que no se queja y hace oídos sordos ante el desastre del abandono al grito indiferente y mudo de la impotencia.
   …Y no hay lugar en ningún sitio, ni habitación, ni estancia para el reposo lívido y mugriento de este dolor con espinas, que busca entre el sótano y el desván, la cocina y el garaje, los ladrillos y cientos de cachivaches el rastro escondido de las palabras calladas, el llanto enamorado y dueño de mi persona…hoy tan desaliñada como flácido el capricho de un destino que se antoja desfigurado y soez tormento…
   Ha pasado un siglo desde que huyera, una eternidad sin causa ni efecto, una puñalada mortal de la noche que atraviesa con luna de plata negra las ventanas roñosas y lacias, cerradas a cal y canto de esta nuestra casa, tan deprimente e inhabitable como el latido cadavérico de mi débil e iluso corazón…tan deprimente e inhabitable como la verdad, fría y cruel, de una celda de hospital, donde desde siempre vive mi mente obsesiva y tramposa, que inventa jugando la misma mentira traviesa, una historia lucida y fantástica de una novia y una casa que nunca tuve y que jamás tendré…




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