…Me llamo Isabelle, aunque todo el mundo me
conoce como anorexia, y no es de extrañar, desde que me hice famosa mostrando
mi cuerpo esquelético, represento como nadie la estética de esta moda, tan
deseada para algunos, tan repulsiva para otros…mi imagen enfermiza se adapta
perfectamente a los síntomas de un mal social y bastaría arañar
superficialmente los carteles con mis fotos, empapelando edificios y sembrando
carreteras, para comprender ahora después de muerta, como me han utilizado para
habitar el asco y las conciencias…De todas forma, si después de esta broma
inventada y patética, alguien es capaz
de mirarme bien y aguantar el tajo repelente y mortal de mi estampa, dirá que
al pellejo y a los huesos apenas hay que hacerles caso, que quizás son mero
reproche a una vida de excesos, basada en la belleza efímera del instante, en
la confianza ciega de retener en cada momento lo que en realidad ya se ha
escapado, y competir descaramente por seguir siendo una misma, sin querer darse
cuenta que hay otra siempre empujando, que te devuelve más fuerte el mismo
descaro y sin respeto, ni vergüenza…
Pero también dirá que es mi rostro el que
importa, el que enseña y cuenta la verdad…cuantas noches en vela, buscando los
pedazos rotos de un sueño frustrado, cuantos días gastando el tiempo,
deshojando la margarita hasta que el espejo te engaña diferente y entonces como
eterna enamorada te dejas convencer y coqueteas con las trampas peligrosas que
la razonable locura dispone en tu mente…ese alguien que observa mi retrato,
leerá detenidamente mis ojos y verá que se esconden asustadizos en la timidez
verde y profunda de un océano intimo y en calma…me pregunto si resistirá el
envite de una nariz trazada a juego del espacio, pendiente y pérdida en mitad de
mi gesto… y sé que pondrá nombre a las pecas de mi piel si soporta el mapa
imposible que las dibuja, el color atrevido que las encuentra inocentes y
desnudas… y no hay palabra que salga de mi boca, casi perfecta, si acaso las
ganas de ofrecer aliento y espanto al que necesite escuchar consejo mojado en
lágrimas, pero mis cejas están en alto, desafiando osadas la llegada de la
nausea, la exclamación y el terror que esperan agazapados en la sombra y la
sorpresa de quien intenta averiguar en minutos compasivos, el silencio y el
rechazo de mi mueca…y es que ya no duele la soledad, ni escuece el alivio ajeno
al pasar de largo, por que nunca fui tan distinta, tan igual…
…Claudia estaba atrapada en aquel atasco, un
embrollo de obras y semáforos obligó a desviar su coche a una calle paralela
por la que nunca pasaba, pero la hora clave de la salida del colegio se encargo
de convertir la situación en desesperante, media hora de lio y había avanzado
solo unos metros…las prisas siempre exigentes con los nervios, abandonaron las
expectativas de puntualidad y echada a perder la tarde, que mejor que disfrutar
del paisaje desconocido y quieto a través de las ventanillas…armada de extraña
paciencia, y envuelta en la música tranquila de una emisora recomendada, ojeó
sin mucha atención edificios y escaparates…
Claudia, sin embargo, prefería imaginar como
sería la vida de quien caminaba por las aceras, y de cuando en cuando mezclaba
su propia historia entre otras cosas, componiendo un mosaico gigante que le
levantó dolor de cabeza…fue entonces al despistar la mirada que sintió el
escalofrío que dio la vuelta a su estómago, sin apenas darse cuenta, los ojos y
demás sentidos habían confundido la dirección y se dieron de bruces con aquel
cartel…le pareció una broma macabra, una fotografía cruda e indecente la estaba
mirando, y además le hablaba en ese idioma cruel y amargo de la verdad que tan
bien entendía...su corazón, un disparate trémulo, iba latiendo lluvia en la
misma proporción que disminuía el ruido de la radio, los motores en marcha, o
las conversaciones que se colaban por las rendijas de su piel, y así en un
momento, el diluvio inundó de ahogo sus ganas…la memoria asalta con golpe de
estado las circunstancias de su presencia, y en un rato insustancial, el
esfuerzo rebelde de su lucha en el pasado, se rinde a los recuerdos,
impacientes por salir del agujero negro de la derrota, para invadir
inmisericordes cada bocanada de aire, que su alma atada a la tormenta, necesita…Sin
saber que hacer, inmóvil y sumisa al asombro de sus pupilas traidoras, apartó
como pudo de su mente aquella escena frágil y delicada de atracción sutil, que
le estaba provocando con agria condescendencia y rencorosa lastima…y se tapó de
angustia invisible los oídos para no escuchar los susurros jurando amor eterno
de la mentira burlona…por qué ella también sucumbió al encanto envenenado de la
delgadez extrema, a punto de cumplir los dieciséis, y después de un desengaño
como luego vinieron muchos…pero el cepo del lamento ya la carcome, ya le ha enganchado…
…una maraña de luces hizo desviar su contemplación divina, tan ingenua unos
segundos antes, para descubrir en el espejo retrovisor la cara mas oscura, la
esencia del miedo… pero no era su rostro el que se reflejaba…
La cabeza grande, en proporción, de ovalo
triangular, en otro tiempo casi perfecto, cabello anaranjado, seco, tan pegado
al cuero cabelludo como si estuviera pintado a mano, raya blanca en medio
dividiendo el recogido supuesto o una coleta intuida, frente despejada, justa y
cejas altas apenas marcadas por una expresión expectante y valiente, parpados
ignorados, pestañas desnudas y ojos grandes, profundos y verdes, nariz personal
y chata, de pómulos marcados, vértices exactos de la barbilla pequeña y
redonda, rematando el mentón en pico, para completar el equilátero, mejillas
escasas, repletas de pecas, tez clara, pálida, transparente, labios que acatan la belleza, dibujados para callar y besar, dientes
escondidos, boca entreabierta queriendo decir, orejas grandes, seguras de
libertad, y al descubierto esperando escuchar palabras, carcajadas, su nombre…
…Claudia no atinó a pronunciar las letras,
una figura sin forma ni rastro, se acercaba a ella muda de gritos y agitando unos
brazos que se movían demasiado deprisa para comprender lo que estaba
sucediendo…de repente no había nada ni nadie, y creyendo estar hipnotizada
todavía por el juego mágico de una quimera, con el escaso valor reunido,
desperdigado por los recovecos de su pulso, volvió a interrogar al espejo…no
llegó a reconocerse, los nudillos de alguien que machacaba el cristal y las
insoportables bocinas despertaron su breve ensueño de suspiros rotos…antes de
girar la llave, tan desconfiada como herida, había buscado el estimulo de
aquella aparición con el aliento sobrecogido, en su lugar un anuncio de ropa
interior masculina invitaba a la sonrisa… arrancó desconcertada y hueca,
dejando que el viento empapara su llanto y se llevara consigo la complicidad de
un testigo que se escapaba de su conciencia con el gesto fugaz de un niño travieso
durmiendo…cuando el acelerador rugió su huida, un periódico recién editado que
reposaba su buche en el asiento de atrás, se abrió de par en par, el reportaje
especial sobre Isabelle Caro y la anorexia vomitaba salvaje y brutal el
espectáculo despiadado y duro de su penosa muerte…
Descripción de cuadro o fotografía con rostro
ResponderEliminar07/02/2011