lunes, 6 de agosto de 2012

Feliz cumpleaños


   …Elisa fue el inesperado regalo de mi cuarenta y nueve cumpleaños. Ernesto, mi marido, se había empeñado en ir a bailar después de la cena y yo accedí no de muy buen humor, pero él como siempre, conseguía engatusarme inventándose historias, que hablaban de leyendas y dichos de los lugares que proponía, y así despertó mi interés más que curioso por aquel local caribeño donde, según se comentaba, la práctica del vudú y la magia negra antes del amanecer, se había convertido en un espectáculo que dejaba sin aliento, contagiando a los visitantes que aguantaban hasta finalizar el ritual, de un hipnótico hechizo que cristalizaba con una última danza en un animo eufórico y jovial…
   El garito estaba en el centro, sin carteles luminosos, ni porteros que delataran alguna puerta prohibida…la entrada era libre y desde la esquina del callejón ya sonaba la música sabrosa que invitaba a una fiesta de calor y ritmo…pensé que más que discoteca aparentaba por su vestíbulo angosto y haciendo embudo,  un cuchitril sórdido con forma de cueva donde la oscuridad sería la reina de la sala, pero para mi sorpresa un inmenso espacio de luces claras y asientos blancos devolvieron confianza a mi sonrisa tan escondida casi toda la noche…

   Ernesto me dejó sola mientras atravesaba la pista de baile buscando una barra larga señalizada con luces verdes y con un denso índice de población tanto de bebedores a un lado como de camareros al otro…imposible calcular cuando volvería con las copas, me senté entonces en un sillón, mirando sin ver los habitantes que se movían febriles y concentrados, intentando sincronizar sus constantes vitales con las notas embriagadoras, que emanaban de los gigantescos altavoces, custodios en los ángulos del
cuadrado exacto de, en ese instante, el centro del universo…y la vi sin mirar, atrapé su
imagen con el rabillo del ojo, y ya no pude hacer otra cosa que enamorarme, de sus pestañas, sus dedos, sus dientes, la sombra de su anatomía y hasta de su nombre desconocido, y su piel mulata vistiendo sus gestos de diosa…
   A partir de ese momento, que sencillo ha sido amarla…Ernesto y yo, hace tiempo que hemos dejado de ser un matrimonio ejemplar, compartimos casa y amantes, cuenta millonaria en el banco y confidencias, somos dos buenos amigos, cómplices sexuales de ternura y fantasía, infieles y leales desde el aburrimiento hasta la tentación, seguimos nuestras propias reglas y respetamos la independencia del otro, aunque es cierto que en compañía casi todo se disimula mejor y los secretos de una pareja no tienen por que condenar a una doble vida…por eso, por que a estas alturas, la superficialidad e hipocresía que nos rodea es tan absurda, que las apariencias ya no son importantes y por qué después de más de veinte años de convivencia nos conocíamos de memoria, bastó aquella madrugada con un guiño para que Ernesto comprendiera que había acertado en su elección, y respondió con su aplauso a la mía…
   Sin demasiado esfuerzo por mi parte, Elisa se dejó seducir, y arrastrando la mueca del misterio hasta hoy, aún me pregunto si adivinó su futuro en una cincuentona adinerada y caprichosa o como nunca ha querido contestarme, yo fui, que oportuno mi afán, su vía de escape…
   Una semana de emociones y sentimientos, un cuarto alquilado en una maleta y tres cajas, y se mudó con nosotros, para recordarnos a ratos la hija que no tuvimos, y en la cama, la maestra intima y privada, experta en el placer del cielo en la tierra…pero pronto descubrí que Elisa, el sexo, lo practicaba con la mirada, disfrutaba cuando Ernesto y yo, despistados por la excitación, no hacíamos cuenta de su ausencia y atrapados en un teatro imaginario de pasión y gloria, representábamos para ella, sin papeles aprendidos, ni guiones previos, la escena justa y precisa que complacía su goce…poco a poco, lección a lección, mi convencimiento sobre la sexualidad fue adquiriendo tonalidades nuevas y sensaciones diferentes…Elisa me mostró, ella detrás de mi, yo frente al espejo, el deleite de contemplar la desnudez madura empapando de coraje la esencia erótica de mi ser, sacó de dentro los resquicios rancios que pudieran quedar de pecado y vergüenza y me obligó entre susurros y caricias a creer que al satisfacer mi deseo, soy consciente y hermosa…en unos meses, gracias a sus enseñanzas, era una mujer segura y firme que se entregaba con dedicación y libertad a la tarea recomendada, y a los ejercicios del amor en cuerpo y alma…entre los brazos de Elisa desaparecía el mundo, pero para no comprometer la ilusión y descumplir promesas cumplidas, aceptábamos de buen grado que Ernesto y yo no fuéramos los únicos alumnos, y a condición de sinceridad y transparencia nos hicimos responsables, y cada uno a su  manera, de adaptarnos a una situación distinta y digerir lo mejor posible el latigazo del veneno celoso en la sangre…
   …Ahora hace una año del milagro, del despertar y tantas vivencias, así es que aquí estoy, en la puerta de un hotel para celebrar que cumplo cincuenta, y mi puesta de largo en este arte singular y atípico de parecer observar sin parecer ser observado… me gusta mirar y ellos lo saben, por eso Elisa con una pizca de perversión y la chequera de mi esposo ha preparado este juego, una dádiva que rompa la costumbre y la rutina para provocar, aún más si cabe, una razonable exclamación y una corazonada de latido loco…
   El salón es magnifico, lo suficientemente amplio para pasar desapercibida y acogedor en la medida perfecta de sonido, luz y decorados…el grupo de personas que me recibe, no muy numeroso, destaca la elegancia de sus galas y la impertinencia de una mascara que cubre parcialmente el rostro, imitando los rasgos necesarios del animal que identifica…en el ambiente flota un halo conocido, familiar, pero no sé distinguir, quizás por el estupor, los detalles que matizan la intranquila expectativa de mis nervios, desisto pues y me dejo llevar…
  …Me llama la atención el águila, alto y enjuto, de boca fina y nariz errante, gesticula rápido cada frase y asiente confiado al cruzar mi huella por su mirada, me tiende unas manos anchas, francas, cálidas, que asoman sin recelo de una chaqueta exquisita, corte de sastre y marca exclusiva…estalla mi mente adivinando un hombre cariñoso y servil, dispuesto a cualquier acto a cambio de dejarle presumir de acompañante, puede ser un coleccionista o un filántropo generoso, aunque obsesivo y vivaz, lo presiento sin hijos y retraído a la hora de declarar sus temores…paso esquiva y me doy de frente con la jirafa, que contraste, una mujer pequeña y oronda me sonríe, deja al descubierto una boca grande de labios gruesos y rematada por una hilera de dientes nacarados y simétricos, de cuello corto y ancho, destila alegría y carcajadas cuando alguien se acerca y, sobona, toquetea hiriente, el pudor del ingenuo que acude al embrujo de su risa, ¿será una encantadora de serpientes, una bruja en extinción, una renegada madre superiora?...la examino bien, pecho lechero, brazos cortos, manos mullidas y escritas, sin casi uñas, el traje azul no favorece ni el color rojizo de su cabello, ni la línea perdida de su cintura, ¿dos, tres, cuatro, cinco, seis hijos?...la dejo en paz con su juerga y avanzo en dirección contraria, la ardilla me corta el camino de tajo…me sorprende su silueta esbelta dibujada en rojo, zapatos y labios del mismo color y unos ojos negros, profundos y temerosos que insinúan el alboroto rebelde de su conciencia…de cuello estrecho y tenaz, los pómulos caídos declaran a favor de un pasado mejor, sus manos duras, extensas, curadas de espanto, se abandonan maniáticas sobre los rizos castaños de su melena, quizás rechazando el miedo o peor amenazando tormenta, huyo al furor de los truenos y relámpagos de una supuesta gobernanta,  matrona, enfermera…pero no tengo descanso, debo seguir la pauta marcada, Elisa me apremia para que salga de mi refugio y siga buscando…escoger tres invitados, con la vista y la imaginación, que casualidad, que simple…la lechuza se resigna interesante a su estado de vigilia, el tigre deambula desorientado exigiendo caza, la rata se escurre sibilina y sutil por los rincones, el caballo, la gaviota, el cerdo, la grulla…llega el limite establecido de la medianoche y he tomado mi decisión, en un reservado aparte, confieso a los oídos de mis amados amantes la lista de los preferidos y me hacen subir despacio por una escalera alfombrada, al borde del precipicio de la impaciencia vendan mis ojos, y adentran mi peso, sujetando mis muñecas, en el paraíso sin paisaje de, intuyo, una suite, y entre empujones dulces y palabras serias, me leen la siguiente instrucción…el delfín, la gata y la pantera, me dicen, permanecen quietos, sin antifaz, sin prisas y con el reproche tranquilo de quien apuesta lluvia y pesca en río revuelto… utilizando cuatro sentidos seleccionar el ganador que respirará hálito y lecho con ellos, mezclará  gemidos y orgasmos, conmigo presente y pendiente de la independencia del cuadro, su marco y su retrato…
   Callada y trémula, opto por tomar las riendas y alargo el tacto hacía la primera figura, deduzco que es la pantera, huele a sudor salvaje,  a planta exótica, su roce es suave, su beso intenso de labios rebosantes y gusto espeso, mimo su cabeza de pelo corto, rizado, áspero, ¿ raza negra?…la prenda que ciñe su escote menudo y el contorno de sus caderas, es tan liviana como el ruego de mi voz suplicando que desaparezca, y toco su estampa de carne, ¿casada, soltera?...según avanzo por sus piernas, delgadas, lisas, trazo en el boceto de mis ganas sus músculos, esculpidos, ágiles, ¿atleta?, y que se borran en el desenlace de su sexo, carbón encendido, puro fuego que seca mi garganta cuando me trago el ruido alado de su suspiro…un leve tropiezo y caigo en los brazos firmes y masculinos del delfín, que agradable sensación, derretirme con este saludo, sin pausa para el arrepentimiento,  desabrocho su camisa y restriego las mejillas ardientes en el vello lanudo que siembra su torso, tejido de vigor y acero, mis manos rebuscan su cara y releo con mis dedos su cabello lacio pero engominado, las cejas anchas, las cosquillas de sus pestañas y el poder de su nariz, y caigo en la trampa de su boca provocadora, insinuante, lasciva, de beso arrogante que sabe a sospecha herida…por sus manos abiertas sé que es joven, un artista que empieza con el descaro de quien, sometido probablemente a un complejo adolescente, acata cualquier trabajo que confirme su ego, su estima…intenta retenerme componiendo con enérgico empuje la estrategia del victimismo…pero el daño de su alma repele mi impulso, y le dejó de rodillas, afligido por la ofensa, con el verso de su encanto destrozado, vencido por la pena y la lástima…
   La alarma de un reloj en algún sitio atraviesa las paredes y en el sobresalto me estrello con ella…tiene que ser la gata, ojala de ojos rasgados y verdes, ojala de labios preciosos y eternos, ojala de cuerpo mojado en seda, ojala de lunares frescos que hielen las confusas silabas, ojala la pasión de su cintura me acune al vaivén de la nana que tararea, certeza de causa atrevida y efecto sensual, al recién nacido que duerme feliz, después de haber mamado de los pechos que yo estoy lamiendo, ¿remordimientos, lágrimas?… harta de este fatal recreo, quiero quitarme la venda, ya no aguanto más esta broma macabra...el silencio se hace dueño de mi grito y antes que el descontrol arme su furia, cuento hasta diez y simulo con semblante mareado el ímpetu de mi infantil rabieta…
   Elisa y Ernesto, listos, inteligentes, sabios, advierten quizás algo decepcionados, que el fin y final de la partida está cerca y distraen mi atención hacía el baño y sus cuidados…Elisa me acurruca en su ansia y Ernesto desaparece en la duda…en un cuarto de hora la habitación se ha llenado de voces, movimiento, gente…empiezo a entender, Alfredo, el águila, es el ingeniero contratado hace seis meses por Ernesto y que he visto sólo de lejos, recuerdo que tiene tres hijos…Amelia, la jirafa, es la carnicera, agradable y divertida, de impoluta bata blanca y moño recogido, y habita piso con un viudo sin hijos…Ana, la ardilla, es la camarera desquiciante, se tomaba el tiempo con tanta calma, del restaurante donde comimos ayer…¿qué está sucediendo?...
      …Alrededor de una original tarta de cumpleaños, mis amigos, conocidos, y algún que otro extra contratado para la ocasión, comentaban exaltados y jocosos la gracia de la ocurrencia, la buena idea, y se felicitaban por ser participes de mi asombro…   Recuperada ya de la primera impresión, del susto, del ridículo, soy capaz de mantener el tipo, e intrépida, no me dejo apabullar por el colofón de la farsa…Ernesto ejerció de director de orquesta y en un breve discurso agradece la cooperación de todos en esto de fingir a ratos y seguirme la corriente y me ofrece en bandeja de plata, literalmente, un dvd…la ofrenda tiene bemoles, han grabado desde mi entrada al hotel hasta…hay que convenir que el truco tiene los ingredientes de una gran estafa, unas cuantas mentiras repartidas con precisión, algo de engaño en cada secuencia, la ensoñación torpe del alcohol, y un horizonte sin fronteras plagado de entretenimiento, infinitos activos y pasivos de la verdad… y entre el jubilo de tanto bullicio, ellos, los dos vértices restantes del triangulo, tan poseídos y orgullosos del impacto, relatan a la minima el cuento, los datos más valientes, y matemáticamente planificados de la travesura, por cierto…la pantera, otra osada pupila de Elisa al rescate de un auténtico flechazo, es jugadora profesional de voleibol, y el delfín un modelo que cotiza al alza, que luce el palmito del dinero fácil, y que acaba borracho de ambición olvidando sus fracasos, pobre, demasiado sensible, tan afeminado…
   No me compadezco de la espectadora que aprueba raspando y por los pelos mientras cada uno está a lo suyo, y no hay rencor ni venganza, aunque ninguno sabe que la película no está completa por que aún no ha terminado…con la excusa del sueño y el cansancio abandono la reunión para acudir al encuentro somero de la brisa,  persiguiendo el eco latente de un reclamo que como puñalada en la nuca, no sé en que capitulo de la serie, me declaró con efímero maullido - “sin cámaras, habitación 515” -…una actriz en paro de veintitantos, una escandalosa delicia, abre la puerta tibia a la esperanza de mi entusiasmo y al regocijo y la dicha de alguna arruga, cuando unos ojos rasgados y verdes me cantan un especial y peligroso feliz cumpleaños…


                                                               

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