...Y
por fin suenan campanas de boda...antes fueron los nervios rebeldes, el miedo
dulce, la impaciencia infinita...y todo por dentro, en el alma, en el corazón,
las entrañas, dejando desnudos por fuera los impecables trajes de alegría y
celebración rozando la piel erizada, y las sonrisas inquietas dibujando su
mueca expectante entre gestos únicos, irrepetibles, los saludos ciegos y las
palabras inconexas...y antes de eso los planes esbozados y fugaces en una
conversación inesperada, la decisión atrevida por osada y valiente, la sorpresa
enigmática en el tiempo efímero y el espacio fugaz...esto después de la ilusión
que flanqueó de estrellas el momento, los sueños salpicando el camino largo y difícil,
el roce compartido que acariciaba
la
emoción y las sensaciones de cada encuentro...y en la base una primera mirada
que busca y encuentra, un primer beso entre sombra y luna y dos nombres
enamorados, revoloteando el presente eterno del cielo claro y el
futuro rizado en la intimidad por desconocidas certezas y franca vida, en este
día tierno rebosante de amor, miel y universo....
Segunda parte:
Segunda parte:
La mariposa se
posó sobre el hombro del joven príncipe y le preguntó:
-¿Por qué miras
con tanta insistencia al cielo?
El muchacho
contestó con una sonrisa en la boca:
-Si alguien ama a
una flor de la existen más de un ejemplar entre los millones y millones de
estrellas, es bastante para que sea feliz mirando las estrellas…
…En el planeta del príncipe crecían flores
que ni ocupaban lugar, ni molestaban a nadie. Aparecían y desaparecían. Pero un
día un tallo que no se parecía a los demás despertó en el joven una enorme
expectación por el tiempo y el cuidado que se tomó en aparecer por primera vez.
Era una rosa especialmente bella que regaba en los ocasos y abrigaba en las
noches frías.
Un día el príncipe marchó de viaje a otros
planetas. En uno de ellos tras haber pasado por multitud de dificultades,
encontró un camino que le condujo hasta un jardín de rosas idénticas a la suya.
En ese momento descubrió que su rosa no era única en el universo, si no una
rosa más…y tendido en la hierba lloró desesperadamente hasta que las lágrimas
le dejaron ver y comprendió que cada rosa era distinta y ninguna como la suya.
La mariposa
revoloteó curiosa y volvió a preguntar:
-¿Si es una rosa
igual por qué la tuya es diferente?
El muchacho
mirando al infinito contestó:
-Ellas no son
nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Son muy bellas pero están vacías y nadie
daría la vida por su color. Cualquiera que las vea podrá creer que mi rosa es
igual que todas, pero ella se sabe más importante
porque ha sido a
ella a la que cubrí con mi calor a la sombra de la luna, porque yo sacié con mi
agua la sed de sus raíces, y es a ella a la que he oído quejarse, alabarse y
alguna veces hasta callarse…porque es mi rosa, en fin.
Como el joven
príncipe sabía, en algún lugar del mundo, existe una rosa única, distinta de
todas las demás rosas, una cuya delicadeza, candor e inocencia harán despertar
de su letargo al alma y al corazón.
Esa rosa
existe…rodeada de amapolas multicolores, filtrando todo lo bello a través de
sus ojos aperlados, cristalinos y absolutamente hermoso. Tu, has hallado
tu rosa, la tienes a tu lado, cuídala por que es Tu Rosa…
Una idea en julio del 2012
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