domingo, 25 de noviembre de 2012

11-M


   ...Y sin razón que consuele, cierro los ojos y aprieto el alma, mi gesto se confunde en esa mueca inútil que sólo el dolor inventa, después...después nada...aunque repita a mi memoria que no olvide ningún nombre, aunque intente convencer al olvido que no recuerde, que no hay rabia sin traje rojo de venganza, es entonces que el silencio de todos los gritos ahoga mi voz, y alfileres como navajas clavan mi sufrir en todas las heridas abiertas, en las palabras cortadas antes de callar, en las vidas amputadas que mueren y viven una y otra vez, en este sentimiento negro que respiro en un sueño insomne, y esperar, esperar que cada detalle del vacío enquiste el duelo, en lo imposible del levantarse y andar sin saber para qué, ni adonde, en la carne anónima que nos representa, en el latido que con una lágrima, ya infinita, nos mueve y sin saber revienta en un entendimiento mudo, sordo, ciego, envuelto en el impotente presumir de su vileza, la crueldad, su maldita maldad...
Esquizofrenia elevada a la máxima potencia de unas manos blancas que se alzan en mi mente, querer y no poder estar en ese viaje, que retumba en el poder y no querer ignorar tantos destinos coloreados de azul cielo...y lloro, claro que lloro, lluvia que moja el almidón tieso que disfraza mi tristeza, el corazón crudo que conoce el secreto y la saliva de esa y todas las mañanas, la garganta que aguarda y guarda el nudo del basta, que golpea cada instante con un solo motivo para coger las armas...un lápiz y un papel.
   ...Y sin locura que consuele, escribo en mayúsculas: ESPERANZA

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