domingo, 21 de julio de 2013

Amigas

Supuesto: Dos amigos están charlando apaciblemente, algo intrascendente casi
                banal, de todo un poco, saltan de un tema a otro…de repente, casi sin
                venir a cuento, uno de ellos le echa en cara al otro algo ocurrido hace
                un tiempo que afecta a los dos, dar tiempo al recorrido (monologo
                detallado), cuando acaba:
a)     El otro se levanta, le insulta y se va
b)    El otro se levanta, le responde y se va
c)     El otro se levanta, da una excusa absurda y se va.






Era Inés…le ha llamado su suegra…con eso de la boda de la cuñada no la dejan vivir…

   Una mujer que parece joven sin serlo, atractiva pese a sus facciones duras y que se contonea en chandall y zapatillas como si vistiera traje de noche y tacones de Blahnik, se acerca a una mesa baja de diseño y madera oscura, vestida con mantel de hilo y porcelana blanca, preparada con esmero y toque para el ritual del café de las cinco...

—Pues Aurora tampoco puede venir...antes de montar en el coche con Ricardo ha llamado al telefonillo para decírmelo...

   Con gesto de fastidio, un rostro ovalado y de armónicos rasgos casi perfectos, dirige su mirada intensa y expectante hacía la figura que atraviesa el espaciado salón donde ambas se encuentran...


—Vaya que suerte he tenido esta semana con mi turno...ahora ¿qué le pasa a Ricardo?...
—...bueno, ya sabes, lo de siempre...que se agobia...
—...él y los que le rodean...la pobre Aurora parece que está siempre en vilo...pendiente del móvil y en un estado de ansiedad permanente...desde luego no se merece eso...
—Los hombres hija...son una calamidad para depende qué asuntos...como le pasa a Inés...el idiota de Arturo no fue capaz de sacar la cara por ella ni una sola vez, y ella siempre aguantando las impertinencias de la familia política...que hay que ver...
—...y cargada de hijos...seis...y ni mirarlos...y de repente...se casa Elvirita y...
—Te digo yo que no hay quien entienda ciertas cosas...en el fondo quien se traga que Ricardo tenga estrés un día sí y otro también...que conocemos a Aurora y es un alma cándida...
—...ahí está el asunto...yo creo que demasiado buena...y tonta...
—...para mi que se la está pegando con alguna de las lagartas del bufete...
—Chica...esas son palabras mayores...si te oyera Aurora...
—...ni mu...que en el fondo se huele algo...el martes me contó que había encontrado un posa vasos de no se que garito de copas en el bolsillo de la chaqueta...
—...¿le preguntó?...
—Claro...le contestó que un cliente se había empeñado y...
—...ya...las excusas baratas...

   Sentadas entre las caricias dulces y los abrazos tiernos de un sillón de piel demasiado caro para ser de un animal muerto, las dos permanecen en una extraña pose inquieta, juntas sin rozarse y atentas únicamente a su taza y a que pase el tiempo entre frases superficiales cosidas por palabras vanas y silencios espesos...

—...y yo que he hecho café para un regimiento...
—...me tomaré otro, esta vez con leche...
—...¿no tendrás prisa tu también?...
—...no, la verdad...los gemelos tienen entrenamiento y a Paula la recoge su padre del conservatorio...
—...que bien...así tenemos la tarde para las dos solas...
—...van a volver a subir la cuota del mantenimiento de las zonas comunes...parece ser que se han quejado los jardineros...
—...tienen derecho...les darán dos perras y...con lo cuidado que lo tienen todo...que da gusto pasear por los caminos y los jardines del parque...
—...no sé...supongo que no les llegará...como a la asistenta de Lupe que le ha pedido que le suba el sueldo al mínimo que establece la ley y Lupe que nanay...y la otra que la denuncia por tenerla ilegal y Lupe, que se vaya si quiere que ya encontrará una que lo haga por menos...
—...desde luego...si es qué...

   La dueña de la casa se levantó de repente, impulsada quizás por el aire de desdén que respiraba su amiga, tan sorprendida como espantada por lo que ella misma estaba contando...

—...¿donde ibas?... me has asustado, estamos hablando y sales corriendo como alma que lleva el diablo...
—...perdona, es que me había parecido oír el teléfono...

   El semblante de la anfitriona había cambiado...su cara era una mueca que desfiguraba en un borrón el dibujo a trazo fino de sus detalles...la invitada reaccionó cogiendo las riendas de la situación con condescendencia...

—...él no va a llamar y lo sabes...por qué te haces esto...

   Pero un inesperado reproche convertido en monologo cortó las intenciones, el aliento y hasta las ganas de seguir saboreando el cortado que la mujer con vaqueros ceñidos y camisa azul clara acababa de servirse...


—...¿qué por que me hago esto?...y me lo preguntas tú...cobarde...no es la llamada de él la que espero...es la tuya...aún estoy esperando que suene el maldito cacharro, y sea tu voz la que convenza a mis oídos que lo ocurrido esa mañana no sólo había sido un sueño...que por cierto, aún se repite en mis noches de insomnio y soledad cuando la rabia y la pena me dejan imaginar si tu hubieras tenido el coraje y el arrojo de seguir adelante con lo que las dos queríamos...por qué te recuerdo que eras tu la que insistías...y mientras buscabas tu ropa revuelta entre las sabanas, me lanzabas advertencias que...no sé por qué, a mi me sonaban a música...y cerraste la puerta decidida a volver al rato con las maletas hechas o un papel firmado, o pidiendo una tregua que obligase al dialogo de unas condiciones civilizadas…tonterías...después de aquello seguiste con tu vida como si nada...pero...que curioso...no te guardo rencor...aunque ya era hora de que tocásemos el tema...y no precisamente es que necesite ninguna explicación enredada en argumentaciones y justificaciones absurdas...por qué si yo pude hacerlo...tu también podías...y merezco una disculpa, sobre todo por haber jugado con mis sentimientos de esa manera tan infantil...supongo que más de una vez habréis follado a la salud de una estúpida como yo...y en el fondo, créeme, no me arrepiento de haber puesto punto y final a un matrimonio que nunca tuvo consistencia...él era un buen hombre según se mire, terco como una mula, y tan egoísta que ni se le pasaba por la cabeza compartir con sus propios descendientes...me acostumbré al vuelco en el estomago cada vez que se acercaba un niño y me escocía no ser madre...como me acostumbré, que remedio, a su cansancio, a su apatía...me ignoraba...ya sé que representábamos la pareja ideal, cuando salíamos con vosotros y el resto del grupo, era el más divertido, el más ocurrente, no se agotaba de tanto baile ni escatimaba en bromas...se le daba muy bien engañar con su falso cariño por aquí, cielo por allá...para luego en la intimidad, ser un témpano aburrido...hasta llegué a pensar que era yo, que no le comprendía o que no entendía su enrevesado carácter más allá de su posición social...y luego apareciste tú...supuestamente...tan ingenua...y esa sonrisa que derretía hasta las esquinas y los rincones de las estatuas...te abrí mi corazón y mi hogar...que lista fuiste...la nueva...en el club se comentó el ascenso de tu marido...aún te veo llegando el primer domingo al restaurante de la urbanización, saludando desde tu timidez a las presentaciones y sonrojándote las mejillas cuando te dabas cuenta que eras el centro de atención... y a pesar de las habladurías de que el chalet que comprasteis necesitaba una reforma, no tardasteis mucho en instalaros y haceros con las simpatías de los vecinos...y los gemelos, y Paula…¡qué suerte!...Inés y Aurora quedaron desde el principio prendadas de tu encanto, las reuniones del colegio, los desayunos en el centro si surgía alguna exposición, o las compras, que hay que ver siempre dispuesta a conducir con lo perezosas que éramos nosotras...fuiste renovando poco a poco el surtido del catalogo de nuestra rutina, lo cotidiano tenía un sabor distinto estando contigo, no había monotonía con tus sugerencias, dando en el clavo...que si podíamos acercarnos al estreno de...o he leído de un asador qué...y...os recomiendo este libro...hasta en la peluquería creaste cátedra de cuchicheo con ingenio y clase...nos reíamos...como nos reíamos...pero llegaron las vacas flacas...¿te acuerdas de lo mal que lo pasamos todas?...el paraíso feliz se vio alterado por aquellos rumores que tanto te afectaban...y te refugiaste en mi...vulnerable, con miedo…fue la puntilla para caer en la trampa de tus suspiros, sucumbí como una adolescente a las lágrimas de tu llanto...me entregué en cuerpo y alma al desahogo de tus lamentos...me despertaba sobresaltada con la piel sudando obsesión, desde muy temprano en estado de alerta por si acaso requerías el presente de mi sombra protegiendo la triste fragilidad a la que estabas expuesta...cuantas veces me traje a los niños entre protestas y empecinamientos, con habitaciones y devoción de sobra...de verdad con tal de verte bien, cualquier esfuerzo, la tensión a la que estabas sometida...teníais que solucionar vuestros problemas...a solas...y cuando eso pasó...volvió el vacío...un hueco del tamaño del mundo ocupó el sitio de tu presencia...normalizada en las citas estándar de antes...me costó...aunque reconozco que no supe que estaba enamorada de ti hasta esa mañana...hace unos años, pero parece que fue ayer...habíamos quedado aquí ¿te acuerdas?...Aurora tenía que preparar una cena especial, Ricardo acababa de ser nombrado socio y la acompañaríamos a ir de escaparates por Serrano...Inés y ella se retrasaban...luego avisaron que ninguna de las dos podía, como hoy...Inés, no se qué de una de las niñas y Aurora la inoportuna de su hermana...que también hay que echarla de comer aparte...tú como hoy tampoco tenías prisa y yo empecé a ponerme nerviosa...se rompió el plato de las tostadas y te hiciste un corte leve al ayudarme a recoger...instintivamente me llevé tu dedo a la boca...no me rechazaste, no te pareció raro...a mi sí...me dio vergüenza...las dos nos quedamos calladas mientras te curaba la herida...subimos a mi habitación...el deseo dormido durante tanto tiempo...os burlabais de mi al hablar de sexo...frígida...menopáusica...tu me sentiste...me tocaste, me hiciste el amor...tiene su gracia...ni nos levantamos a comer...nadie te reclamaba, a mi tampoco...te confesé con resignación apasionada que tu reflejo era mi debilidad...y me ilusioné cuando tu también me confesaste esa atracción que envolvía de magia hasta los encuentros más insulsos...me besaste con los labios trémulos hasta que te abandonaste a mi y...¿era otra mentira lo de tus orgasmos?...respondo yo...si...nos susurramos el futuro mutuamente acarameladas, intuyendo en una carcajada el escándalo...y hasta evocamos, imitando sus reacciones conservadoras y convencionales a quien ya no nos importaba...me equivoqué...confié en ti...desesperé la madrugada...para verte impasible, distante...testigo de mi drama, ni acudiste cuando más te eche de menos...el divorcio, la depresión...era urgente tu complicidad y no estabas...en realidad nunca estuviste...me volví loca...acaso a veces precisaba compasión en tus guiños dedicados...me lo prometiste entre exigencias sutiles...vivimos una quimera efímera y espontánea...tu, los limites...yo sobrevivo en la infinita decepción de lo eterno...tu...¿por qué no lo dejaste todo por estar conmigo?...

   Sus facciones duras y contraídas, se habían relajado...agotada y vencida en el discurso de su resentimiento y frustración, se dejó caer en una butaca orejera estilo inglés de lujosa firma, alejada en la otra punta de los aspavientos mudos, que continuamente modificaban la postura del aspecto imponente y hermoso, de la victima culpable de su despecho, distorsionándola en una caricatura inútil y borrosa...y qué se levantó con la barbilla apuntando al suelo, marchándose despacio después de lanzar su calma oculta al vuelo libre del viento entrando por la ventana y la puesta de sol huyendo del horizonte en fuga...

—...tu pudiste elegir...yo no...nunca tuve ni tendré elección...ni amándote, ni renunciando a ti...

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