Supuesto: Un poco de imaginación
a)Una visión rara: Fui al armario, abrí la
puerta, quise coger una percha pero solo encontré una nota...
b)Una percepción extraña: Sabía que alguien
se encontraba ahí, pero sinceramente, no me atrevía a abrir los ojos
c)Un suceso: Aquel domingo no pude comprar
el periódico, ni pude desayunar en mi cafetería de siempre, ni pude decir
buenos días a nadie
Aquel domingo no pude comprar el periódico, ni pude desayunar en mi
cafetería de siempre, ni pude decir buenos días a nadie...supe el por qué
cuando ya era demasiado tarde para comprenderlo...
Me había levantado
extraño, con un sabor amargo en la boca, reseca, supongo que por respirar con
ella abierta de par en par, como si en algún momento del sueño el aire me
hubiese faltado, y en una última bocanada, hubiera conseguido atrapar el
aliento al intentar escaparse, que aún permanecía caliente, pastoso, notaba su
densidad mientras abría el grifo del cuarto de baño, bebí agua, no podía
tragar...el picor en la garganta me hizo toser, me dolía el esternón, se
quejaron las costillas...quizás por eso no me dí cuenta que mi imagen no se
reflejaba como otras veces en el espejo, me fijé en su tamaño, desproporcionado
con respecto al resto de los accesorios, me estremecí con el presagio de un
escalofrío, ahí debió empezar todo...
en el anticuario escondido de un callejón
sin salida, en el centro de una ciudad con nombre grandilocuente y desconocida
por mi hasta entonces...la casualidad me había llevado a recorrer sus entrañas
como si buscara algo...como si la vida me fuera en hallar no descifraba el
qué...¿o sí?...empecé a sudar a la misma vez que los recuerdos volvían a mi
memoria, mientras mis pupilas espantadas contemplaban el contorno vacío de una
sombra oscura, gris, la mía, que se evaporó al volver transparente y confusa a
la habitación y tumbarse de nuevo en la cama revuelta...¿qué había pasado esa
noche?...el libro que estaba leyendo descansaba tranquilo en la mesilla, el
despertador marcaba la hora que no me había molestado en comprobar, y que había
dejado de importarme desde que ella se había ido...de un vistazo situé la
ventana cerrada con la persiana en alto, las cortinas recogidas en un nudo de
remordimiento, la lámpara resentida por su inutilidad…y de repente la maldita
obsesión, martilleando mis sienes, su risa carcajeando en mi oído...ya me
acordaba...medianoche y perdido, como en otras tantas anteriores, la rutina no
había funcionado, el trabajo, unas copas, la cena escasa y frugal...el
aburrimiento desesperando mi ser, la soledad abrazándome entre las
sabanas...estaba cansado pero no acertaba a contar las ovejas necesarias para
dormirme, me quedé helado con el primer ruido...conservaba fresco en mi tacto
el roce de un cuerpo... el único que deseaba, el suyo, acaricié con la mano el
hueco vano de su ausencia…la echaba de menos...el frío se había apoderado de la
totalidad del espacio, los rincones y las esquinas tiritaban el anhelo acogedor
de un ambiente desgraciadamente en estado de añoranza…cuando todavía estaba
ella…me contagié de temblor, luego el desasosiego exigente, un sobresalto y lo
sentí nítido, el miedo…sabía que alguien
se encontraba ahí, pero sinceramente no me atreví a abrir los ojos...debería
haberme acunado el agotamiento hasta despertar, pero…una calma sospechosa
invadió el dolor de mis parpados apretados…los músculos tensos comenzaron a
relajarse y fui capaz de estirar mis huesos más allá del ovillo en el que
estaban enredados…un sopor dulce empalagaba la reacción de los nervios,
empeñados en concentrarse en rígidas y tercas sensaciones…y quise incorporarme
aunque fuese a ciegas...una melodía lejana se mezcló con el ritmo lento de mi
pulso y mis latidos y se acompasó al sonido fúnebre de un susurro aterrador...otra
vez paralizado, hice un titánico esfuerzo más allá del pánico y recuperé la
vista en un impulso de osadía ejemplar mirando solo al frente, hacía una
rendija entornada...huir, esa idea apuntalaba las neuronas de un cerebro
asustado que no atinaba a dar la orden de andar, ni a las piernas, ni a los
brazos de sujetar el pecho que me estallaba...el esqueleto débil, se cimbreó al
contacto de una brisa que quemó mis pies...y el tiempo se paró, como cuando
ella dejó sin huellas mis pasos, sin destino mi suerte, y el presente intacto,
entre la intriga y el suspense de una madrugada recién nacida y mis ganas de
desertar, sin futuro...a tientas fui al
armario, abrí la puerta, quise coger una percha pero solo encontré una nota...me
entretuve en responderme con la incredulidad de quien ni siquiera sabe la
pregunta, solo había pretendido colgar la cobardía en el mismo sitio donde se
mantenía firme la dignidad, hilvanada en un traje que tapara mi desnudez,
aunque la otra, la de dentro, en carne viva, seguía expuesta a la angustia,
turbia, me estaba asfixiando...el trozo de papel ardía entre mis dedos pero no
podía parar de correr, un pasillo estrecho, las escaleras abajo...por fin la
acera, desierta...el coche me prestó su refugio antes que la locura me empujara
a vagar con rumbo equivocado, arranqué el motor para despistar mi ansia que
luchaba por desdoblar torpemente la pista de un misterio...era su letra...una
dirección escrita en líneas torcidas me confirmó sus intenciones...un encuentro
intimo, secreto, que quizás tuviera la consecuencia que más volaba en mi
imaginación...el reclamo aceleró mis prisas, faltaba poco para amanecer...la
luna guiaba con ternura de plata el sinsentido de lo que intuí como el rastro
de una pesadilla...pero las señales eran claras...existían...la ciudad
desconocida, la tienda de antigüedades en una calle sin posibilidad de fuga y
por fin la incógnita, el espejo ocupando el minúsculo escaparate...¿o era el
espejo el que era descabelladamente grande?...desde luego desmedido como mi
desconcierto ante mi propia copia, gesticulando espontáneo el absurdo y el
disparate de semejante tontería...y de pronto surgió fugaz para hacer enmudecer
a la quimera del olvido...al otro lado del cristal, casi la podía tocar...era
ella...desafiando a la razón de mi cordura, invitando a mis instintos a
atravesar la frontera, a cruzar los limites, a vulnerar las reglas estrictas y
sensatas de la lógica común...su figura perfecta se dibujaba en el vidrio del
espejo...no había sido el azar el que me había llevado allí...había una
causa...la que utilicé para romper consciente el muro translucido que separaba
mi pasión enamorada de ella, aunque estuviese atrapada en el embrujo retratado
de una reliquia, que robé...tenía que llevármela conmigo, a casa...regresé por
el mismo camino que me había llevado...los primeros rayos de sol pedían permiso
para estrenar su amarillo en día de fiesta...
…La evocación de lo
ocurrido se nubló en el momento que el eco de un reloj de cuco piaba el
mediodía, y en mi mente franqueaba la entrada a mi apartamento, convertido por
arte de invocación en un campo de batalla y portando sobre los hombros un
tesoro y el mundo...sin embargo el retorno a la realidad fue pausado, todavía
con la emoción a flor de piel y un propósito, reviví el hechizo del espejo
seductor, dispuesto pared por pared, como el cuadro absorbente que atrae
imantadas las miradas, nada, ella no estaba...en todas partes, como el adorno
imprescindible, el toque imposible que confiere hogar y encanto, tampoco...un
truco de prestidigitador y me dejé llevar...acabó encima del lavabo, un
delicado capricho reposando el peso de su madera seca y enmarcando quien sabe
cuantos espíritus...volví allí para observarlo, por un resquicio de tristeza,
se recortaban trazos imprecisos de algunos detalles, que aludían a una verdad
congelada en la rememoración de los acontecimientos..perplejo...arrastrado por
la calamidad, y lo insustancial de lo que consideré maravillosa y mágica
fantasía, me palpé raro, barrunté insano mi juicio y percibí un alma arrepentida
en pose perenne de orgullo...mientras palabras y frases sueltas suspendidas en
mi entendimiento y la percepción de un suceso me hacían libre...dejarme, asumir
el abandono, celos, el derecho a pasar página en otro lugar, reiniciar un
origen mancillado y perseguido...letras que se escurren en la precipitación de
una hoja en blanco, caída en la inoportunidad rabiosa de mi ira... y un vuelco
en el estomago, las tripas estranguladas de bilis, el sofoco arrancando de mis
pulmones un grito callado...sobre el suelo un bulto con mis formas y un rostro
con mis rasgos se ahogaba en un charco de sangre, con el puño vanidoso lleno de
cortes y una esquirla elegida por cruel, clavada en el corazón por decisión
propia...
Aquel domingo...yo ya
era un fantasma, como ella...tan hermosa herida de muerte rebelándose en el
espejo...ahora y en el nunca jamás del sufrimiento, destrozado...
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