lunes, 19 de agosto de 2013

Trampas para novelistas

Supuesto: a) Contar una historia
                                                 El domador de palabras
                                                  La dieta de un caníbal
                                                Trampas para novelistas
                                                  Métodos para domesticar el silencio
                                                  Me parezco a las llamas/yamas
                                  b)Titulo, personajes principales, tema, argumento extenso…







Me parezco a las llamas, decía…y el muy mamón empezaba a escupir y nos ponía tibios…pero que fin de juerga…

   La tarde primaveral había adelantado las ganas de tertulia en la terraza del café Gijón…sentados a aquellas mesas mudas, testigos de mármol de tantas conversaciones, se reunían los incondicionales de siempre alrededor de, a veces un algo que tomar con derecho a una opinión o, a veces una hoja de papel preparada para irlas anotando…así ese jueves 10 de mayo los habituales se vieron sorprendidos por la visita inesperada de algunos esporádicos y principiantes que al calor de la noticia de la muerte de uno de los grandes habían querido rendir respeto y admiración de la única forma que consideraban digna para honrar la memoria del maestro…


—…pero no se corte usted don Ramón…cuéntenos con pelos y señales…
—…Camilín muchacho, no quieras saber todo tan pronto…deja que el tiempo te enseñe a descubrir…
—…¿el qué, los misterios de la noche?...
—…el alma de la colmena, insolente...ésta donde moramos…
—…pero al menos léanos algún párrafo de su obra…don Ramón…
—…¿y de donde has salido tú tan suelto de osadía y tan impacientado?...

   Un joven moreno e inquieto de ojos oscuros sonrío a los presentes con un descaro  travieso y curioso brillando entre los labios…

—…me llamo Federico don Ramón, y es que…por más que busco no encuentro el libro...
—…¡chico!...¿has estado esta mañana en el entierro?...
—…claro señor Poncela…no me lo hubiera perdido por nada del mundo…
—…pues allí hemos disfrutado de algunas frases…nuestra queridísima Celia ha puesto la voz a sus sentencias más celebradas…
—...yo tampoco las he escuchado…y eso que estaba al lado del sepulturero…
—…vamos don Benito…que sabemos que está más sordo que una tapia…

   Sánchez Mejías, el torero de moda, se acercó con paso altanero y con reverencia exagerada arrancó alguna carcajada cuando señaló las orejas del viejo...

—...ya está bien de bromas señores...hoy deberíamos aprovechar la ocasión para homenajear a nuestro contertulio y amigo como se merece...desde donde quiera que esté
que se enorgullezca de nosotros...

—...ya veo que sigue ignorándome don Pío...¿es por ser mujer o cantante?...

   Don Pío se encogió de hombros como si con él no fuera el asunto, sacó su boina del bolsillo y la estrujó entre las manos...estaba nervioso...

—...insisto...
—...ni caso Celia...don Pío solo es un cascarrabias con una fuerte herencia de fin de siglo...no se ha adaptado a los nuevos tiempos...
—...mira quien fue a hablar...el que se dedica a mirarse en los espejos del callejón del gato y descojonarse de la risa...
—...don Pío tiene razón...

   Camilín adelantó su cuerpo para hacerse notar y lo consiguió...

—...quiero decir que...el domador de palabras como se le conoce y se le conocerá en la historia de la...
—ejem, ejem...
—...¿tiene algo que objetar don Pío?...

   Don Santiago, que había permanecido callado y a la expectativa de las circunstancias hasta ese momento se puso en pie y levantó su copa de coñac...

—...era uno de los buenos...brindemos por los ratos que hemos compartido con él y ofrezcámosle con humilde pleitesía un reconocimiento común...

   El grupo guardó silencio...(menos uno que murmuró en un susurro y se quedó sentado):

—...¡matasanos!

...e imitó los gestos del doctor asintiendo con la cabeza...

—...por él...por su estilo inteligente...
—...por su sentido del humor...
—...por su aportación a la literatura de este país tan necesitado de mentes despiertas...
—...por su honradez y modestia...
—...¡aduladores!...era un soplagaitas...

   Don Pío dio un manotazo en la mesa que concentró la sorpresa y la atención de los concurrentes...


—...¿pero se puede saber que demonios le ocurre don Pio?...
—...si eran inseparables...
—...no entiendo...hace unos instantes era usted mismo el que pedía seriedad y decoro...
—...efectivamente...por el hombre, pero no por el escritor...
—...eso significa que...
—...que a regañadientes le publicaron un puñado de folios rellenos con lo primero que se le pasaba por la cabeza...
—...¡que barbaridad!...como puede usted decir eso don Pio...
—...exijo una explicación por su parte ante semejante aberración...

   Don Santiago con el ceño fruncido y la bilis revuelta por la indignación que tales afirmaciones habían provocado en su estado de ánimo, buscó la aprobación de los demás fijando su mirada en una cartera de cuero ajado, que posaba adormilada recostando el peso de su contenido en el respaldo fibroso de una silla...

—...Federico, si es tan amable de alcanzarme...
—...como no don Santiago...

   El ambiente se estaba cargando y no precisamente por el sofoco y el polen de la primavera con matiz evidente de verano adelantado...

—...¡ufff!...y este bochorno insoportable...tenía que morirse ahora precisamente...con la falta que nos hacía para soportar estas tormentas...

   Aunque con sutil frivolidad y doble intención, Celia añadió con su sarcasmo y el meneo de sus manos abanicándose contra su pecho, un toque distendido a la refriega preliminar de lo que se avecinaba como una interesante contienda...

—...¿alguien aparte de don Pío, duda de la calidad y el valor de esto?...

   Don Santiago colocó con sumo cuidado y en delicado equilibrio sobre las tazas vacías, un ejemplar bastante desgastado del titulo “Trampas para novelistas”...el texto que estaba motivando la discusión a la que con oculta emoción e ilusionadas expectativas estaban asistiendo Camilín y Federico que cruzaron una mueca cómplice y satisfecha, disimulada y contenida para el resto...

—...bueno, para ser sincero don Santiago, algunos capítulos pecan de incoherencia...
—...como sus lances con el capote, Ignacio y eso no es óbice para una faena perfecta...
—...quizás con menos metáforas...

—...no me diga don Ramón...
—...a mi solo me gusta ese apartado casi al final...como se llama...Métodos para no sé qué...
—...uy doña Celia, es que Métodos para domesticar el silencio es un ensayo magistral...una lección de supervivencia…
—...Federico hijo...si dijiste que no habías encontrado su obra...
—...pero la he leído...don Pío me dejó el manuscrito dedicado tres meses antes de la primera edición...
—...y única...cincuenta copias...la mayoría regaladas...
—...está bien...está bien...dejemos a don Pío que nos instruya con su critica ácida y sagaz...¿está de acuerdo don Santiago?...
—...estoy de acuerdo con lo de la critica ácida y sagaz don Ramón, no tanto con que don Pío nos instruya, las excelencias de este tomo hablan por si mismas de...
—...¿ciencia?...Pío no me digas que todavía le estás dando vueltas a eso del árbol...
—...excelencias don Benito, excelencias...

   Como pillado en un renuncio, el anciano se atusó el bigote presumido, ignorando el reproche con sorna del matador, que parecía tenerla tomada con él...total por un despiste...

—...Pidamos otra ronda...esto va para largo...
—...como todas las batallas de egos Poncela...un pacharán para mi por favor...
—...Celia es el tercero y no son las cinco...a esta paso...
—...hoy libro Ignacio...me lo puedo permitir...
—...¿y vosotros que queréis?...

   Rufino el camarero de chaqueta blanca impoluta y pajarita negra torcida se dirigió a Camilín y a Federico con ademán cansino y fastidiado...

—...la verdad es que...
—...anís... y tráigalos el del mono que invito yo...
—...muchas gracias doña Celia...
—...gracias señora...
—...no hay de que...hoy me siento especialmente generosa...
—...y beoda...
—...¿quien coño se casa?...
—...nadie don Benito, nadie...

   El camarero sirvió sin prisas el pedido y se alejó con la bandeja debajo del brazo con el aburrimiento mermando su sombra...don Pío presto a dar rienda suelta a su vanidad empezó su perorata dirigida a una audiencia dispar, algunos entregados, otros con cierta reserva...

—...como es bien sabido, el maestro y yo discutíamos mucho...se empeñaba en la fatalidad de las letras y para remediar la casualidad se limitaba a dejarse llevar...poco se esforzaba en rebelarse y asumir el riesgo de lo original o utilizar algunos recursos fáciles como la imaginación o el dialogo para mostrarnos un fondo a la altura de lo aparente y superficial...y eso que la personalidad del autor queda muy bien reflejada en ese personaje principal...Silvestre...que cazó al vuelo la agilidad de su verbo, el derroche de simpatía, el lado canalla de su atractivo...y por supuesto tenía su pelo rubio y trote desgarbado...el que cuando bailaba volvía loca a las mujeres...una de ellas...ya intuimos quien, se convierte en su conciencia...y resalta a mejor el panorama sórdido y gris que nos pinta...
—...pero don Pío, si Mata-Hari estuvo solo por aquí un par de veces...como es posible que...
—...y tu que sabrás chaval de la intensidad de sus encuentros...ahí están las huellas...
—...Poncela no dé más pistas que Camilín es un crio...
—...a mi me contó que hubo tema en el Palace...
—...como para no contarlo don Santiago...
—...bah...vanidad masculina...fanfarronadas de un piojoso...
—...eso no Celia...un piojoso no...pobre si...y decente...

   Don Pío continuó su discurso inalterable a las aportaciones jocosas y con un tanto de mala idea que le salivaron aún más la boca...

—...le aconsejé que aunque el tema elegido fuera el amor por ella y como le destrozó el corazón...debería haber buscado maneras menos obvias de mostrar sus sentimientos...desnuda su sensibilidad para entregársela al lector envuelta en la seducción de una come-machos...el resto de personajes secundarios no entran al juego y nos deja pendientes de la pasión y el deseo entre dos seres arrastrados al abismo por sus propias decisiones, erróneas y predecibles...ni Balbina, la pitonisa de feria, ni Alvin el sabio de la otra dimensión son capaces de seguir ni el rastro, ni el ritmo del relato...

—...¿y qué me dice del argumento don Pío?...¿se sostiene o no se sostiene?...
—...Buena pregunta Federico...conteste, conteste...somos todo oídos...

   Don Ramón aplaudió la intromisión del que llegó a considerar más adelante y a su sano juicio, un poeta con un futuro prometedor...

—...su lógica es aplastante...
—...si don Santiago, pero no basta para darle consistencia...recuerde que hasta esa especie de epilogo que es Métodos para domesticar el silencio...todo transcurre en un
espacio atemporal...no hay fechas, ni direcciones, ni siquiera una triste descripción que nos saque del agobio de una atmósfera asfixiante...Silvestre y Milenia se encuentran fugazmente en el primer párrafo y quedan atrapados como el que lo lee en lo absorbente de la relación que han creado...no hay coraje, ni ambición por escapar...
—...¿y para qué?...son felices así...
—...¿felices Camilín?...¿pero tu lo has leído?...
—...bueno...trozos...no se que me pasa pero es cogerlo y el sueño me vence señor Poncela...
—...orgullo herido...
—...¿que dices Celia que vas a tener un niño?...con quien andarás liada ahora...
—...no don Benito...que el maestro estaba enamorado y pretendía darnos una clase transparente y al detalle viviendo su decepción, su fracaso y su desencanto...
—...esos tres vocablos definen una época...
—...y definirán muchas más si no aprendemos...
—...por eso es importante analizar hasta que punto las aventuras y desventuras de los protagonistas tienen potestad para hacernos reflexionar si son suficientes unas sabanas, la piel y unos roces para darnos esperanza...
—...la ternura es universal don Pío...
—…y el sexo…bueno no me miréis así…me callo…
—...no es ternura Federico...ni el cariño más profundo...tampoco apego...es humanidad en estado puro...instinto salvaje disfrazado de comunicación, costumbre, rutina, dentro de unos limites educados...y nos intenta convencer que a través de su saliva y su sudor se nos abre el cielo...
—...explícitamente...casi...
—...don Ramón por dios...tanta pornografía...
—...en eso fue un innovador...
—...usted cree Ignacio...le recomiendo que se de una vuelta por los clásicos o el renacimiento...el erotismo está ya inventado...
—...me refiero a recorrer en unas cuantas páginas y sin salir de lo que suponemos una habitación de hotel que llega a ser claustrofóbica, prácticamente dos personajes, no me negará que muy bien dibujados y siendo un poco voyeur de su intimidad...repito, a recorrer nuestras entrañas, las miserias que nos hacen vulnerables y los secretos que escondemos para compadecernos...y que nos compadezcan...
—...vaya Ignacio...eso si que ha sido un muletazo...a ver si me invitas a una de tus corridas...¿que tal un paseíllo para echarle ganas?...

   Celia con el impulso de la insinuación tiró un par de vasos...los cristales se esparcieron por el suelo y Rufino acudió con el recogedor y la escoba justo cuando la luna esquivaba bailando el rojo del horizonte para ser otra vez la reina de la noche...

—...ya me tiene harto, señorita...luego se queja de mi falta de aprecio por su persona...es valiente y audaz en algunas de sus pretensiones, pero burda y vulgar en los planteamientos...además de una impertinente...
—...ah si...pues le diré misógeno y soberbio gruñón que no hace más que contemplarse el ombligo, marear la perdiz con pamplinas y buscar los tres pies al gato de una autentica tontería...es un libro...maldita sea...que nos cuenta los pensamientos y las inquietudes de nuestro fiel compañero...y usted don Pío debería estar en deuda con él...no había nadie más leal, ni que le tuviera tanto afecto, era más que su familia...se volvería a meter bajo tierra si le escuchara hablar así de lo que le costó tanto esfuerzo, tan cínico, con ese menosprecio...no aspirará a premio Nobel, pero a mi me estremece...y eso créame es mucho...cada uno tenemos nuestra quimera particular…la suya Mata-Hari…¿Qué hay de malo?...

   Don Pío con cierto recelo agachó el mentón...un velo de envidia cubrió su calva cuando se encajó la boina, y ese silencio que el maestro ansiaba domesticar se instaló dócil y suave con el frescor de la medianoche...

—...lo sentimos señores, pero es hora de ir recogiendo...cerramos en veinte minutos...

   El camarero se acercó bostezando...la profesionalidad se la había dejado en el mostrador con el último servicio...

—...si, es el momento ideal para estirar las piernas hasta casa...
—...¿mañana trabajas Celia?...
—...Si Poncela...entro más tarde de lo normal...pero os haré una visita si es qué soy bien recibida...
—...no te preocupes...se le pasará...
—...adiós, Camilín...Federico...ha sido un placer invitaros...
—...¡mujeres!...¡presuntuosas!...
—...¡mujeres don Santiago!...quien las entienda que las compre...
—...eso digo yo Ignacio...
—...por cierto don Ramón...Celia sigue viviendo cerca de la Ventas...
—...seguro...por lo brava...
—...don Pío, don Pío...¿como se atreve después de...?
—...la dieta de un caníbal...ya me acuerdo...

   Estupefactos y pegados al cemento, como estatuas cinceladas en figura imposible, clavadas a la existencia, se mantuvieron estáticos, y fingiendo no darse cuenta que don Benito era el más sensato y a pesar de su sordera selectiva, el más cauto en sus comentarios, espontáneamente pero al unísono reiniciaron sus pasos volviendo a sentarse alrededor del que se había convertido por el arte de la magia de polvo de estrellas y el oportuno y experto genio de la lámpara, vamos que Los Episodios Nacionales fueron un capricho del destino, en el nuevo maestro a elogiar…¡qué ironía!...

—…¿Puedo?...

  Rufino, deshecho el lazo de la pajarita torcida y abandonada la chaqueta de blanco inmaculado en algún armario, se arrimó a tribuna…si no puedes con ellos…únete…¡que remedio!...

—…y digo yo, si se comen a la gente…¿se les atragantarán algunos nombres y apellidos al masticar?...

No hay comentarios:

Publicar un comentario