viernes, 16 de noviembre de 2012

Sin titulo


   ...Y ella siempre oliendo a escuela...espero sin respirar y quieto verla venir hacía el escaparate, y derramar su sonrisa de tiza, que atraviesa inocente el cristal hasta confundirse con un escalofrío de tinta azul que mancha entre mis piernas...Intento disimular, escondiendo mi excitación detrás de una mochila, e impaciente, atrapo al vuelo su mirada papel-seda imaginando su sutil ansiedad por encontrarme, como otras tardes, al final de la última estantería, erótica y amor, en el rincón de la fotocopiadora, junto a las cajas de archivo, diccionarios y mapas...
Entonces saboreo, antes de tenerla cerca, su perfume de estudiante aplicada, que lleva en los bolsillos borradores de nata y lápices de cera, prestamos olvidadizos para guardar en el estuche de adolescente aún pueril, soñadora de historias diferentes, sexo y lujo, sacapuntas de un romanticismo añejo de pergamino...mientras yo planeo y provoco un encuentro fugaz en el roce intimo de sus pechos leves, y grapo mi mano temblorosa y torpe a la suya dulce charol, en un deseo por atrapar el instante que se rebela único, en ese preciso momento como rescatado de cualquier guión repetido, cuando su carpeta cae al suelo y bolígrafos, cuadernos y folios en blanco crean el perfecto lecho, como cartón piedra de película, para acariciar nuestros cuerpos despacio y sin miedo a tantos testigo colocado en orden alfabético, y así rendirnos a la tentación, que también nos desafía, escrita en miles de versos, pasión anónima y pérdida entre tapas duras y hojas amarillentas, libros que llueven sobre nuestras desnudez sus letras...
   Pero el tiempo, compás y regla, pasa deprisa para los amantes, las tijeras del cierra avisan como en un sueño de celofán, y apuramos el deseo en los besos más tiernos, labios ardientes, pegamento Imedio y en la cartulina-piel, derrochamos a carboncillo, el arco iris de todas las pinturas, de todos los rotuladores, de todas las acuarelas, que cómplices desde su sitio, vigilan nuestro adiós-couche, como otro día, quizás mañana, sin respirar y quietas...



1 comentario:

  1. Precioso, huele a escuela, a infancia cercana ya a la adolescencia, y por supuesto tiene una brisa poética que me encanta leer y sentir.

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