Carta al
silencio (Monólogo de un suicida arrepentido)
...Ya sabes que hace unas horas yo debería
estar muerto, pero estás aquí, aunque como siempre callado, quieto...y aún
vuelves a extenderme tus brazos sin hilos para acunar otra vez, el lamento
aniñado de mi soledad; permaneciendo como último refugio del eco cretino de mi
voz, rebelándote compañero inseparable que inventa en mi alma rincones soñados,
surgidos de tantas sombras, e intuyes sutil, que mis lágrimas más secas, no
llorarán río herido si acaso no convierto deprisa en palabra, el ruido cansado
de un suspiro...
Pero ya ves como de repente, en el efímero
vuelo de un instante, la vida toma distinta forma ante el espejo de mis ojos, y
su imagen escasa, vacía, lucha incansable por buscar un reflejo que le permita
un día más seguir existiendo...
...Y créeme si te digo, que desde el primer
momento supe que ella tenía un amante...era ese pliegue diferente en su
sonrisa, un gesto desordenado que al mirar, sin darse cuenta, salía huyendo, la
leve caricia que dejaba lava fría donde antes hubo hielo ardiente.
Y mientras compartías, cómplice el tiempo y
el espacio de mi destino, ella respiraba ajena a mis dudas, a mis indecisiones,
perseguía las huellas de una quimera tan falsa, como ella ciega...y dejé que
pasaran las mañanas inútiles, las noches ahuecándose de pena pura, las ganas de
vivir se perfilaban entre fugaces y eternas, y el amor a pleno pulmón, que late
y rompe la extraña rabia que iba creciendo, poco a poco, en lo más lejano y
desconocido de mi calma...
Pero ahora dime amigo, no me dejes a medias
en pensamiento de nadie, dime aunque sea con el susurro mentiroso del viento,
que han sido sus pasos los que llegaron, su nombre el que ha escapado etéreo de
mi boca, sus manos la que quizás me rocen...y por favor no me juzgues si la
desesperación por su ausencia, me hace valiente y cobarde, cuando me atraviesa
el doble filo de la espera...
Metáfora del
espejo
El
espejo sigue empañado, como los azulejos de otoño y como la mampara de la
bañera, que permanece en pie, aunque hace tiempo sólo es un adorno sin gracia y
roto. El vaho convierte el hueco cuadrado en una nube de trazos indefinidos,
ocultando entres sus grasas de algodón los vestigios materiales, que hace unas
horas relucían limpios y discretos a los ojos de Mateo...
Le gustaba aquel cuarto, se hacía íntimo y
suyo cada vez que necesitaba que su pensamiento no huyera, como precisamente
esa noche que harto de dar vueltas, abrió la ventana y vio volar sus ideas
hacía un cielo vacío de luna, que se vestía despacio con el silencio
transparente de la madrugada...
Así fue gastando insomnio y minutos, hasta
que descifró el sueño de un nombre, Clara, cosido al brillo aterciopelado de la
última estrella; entonces sin dudar, se había encerrado en su sitio preferido,
y sumergiéndose de lleno en el ruido incansable de grifos abiertos, dejó
embriagar por el rezume húmedo de la espera...
Y en la indecisión de soportar más aquel
castigo, no le importó dibujar otra vez, entre la niebla ya pegajosa, los
objetos que de ella convertían cada gota de agua en clavo y martillo, de obras
por su memoria...y saboreó uno a uno los perfumes inolvidables, intuyó la
primera sospecha, ordenó los cremosos tarros que contenían mil y un secretos de
colores, descubrió el misterio de tanta ausencia, y definió otras cosas y más
celos, que sin tiempo ni espacio, hacían imposible el truco del recuerdo...
...Mientras al otro lado de la puerta, más
que mojada, le pareció escuchar lo que quiso fuera el grito de unas llaves, y
deseó el gesto impreciso de unos pasos mudos que regresan, y entonces,
llamándola a ciegas, dudó solo un instante, si naufragar en medio de tanto
oleaje, con el rictus amortajado de una sonrisa sin vida, o con la herida
abierta que sangra lágrimas muertas, pero llora eterna...
Mañana,
quizás otro sueño...
Qué me llame Clara no me autoriza una vida
sin mentiras, que me guste mi nombre no me obliga a fingir transparencia, donde
de por sí haya errores, que sea una palabra con significado nato, no implica
que al margen de mis actos, derroche sinceridad y poesía...
Es por eso que he vuelto, aunque la verdad,
nunca me fui del todo...él sólo dejó de percibir mi presencia, reconozco que
algo vacía desde aquel momento, que soñé despierta el más nómada de mis deseos
en la engañosa frase de una cartel: “Regálese unas vacaciones”...y de repente
fue, que día a día, el monótono amanecer de sus brazos alrededor de mi piel aún
mojada de noche, agotó el latir ya cansado, de la patética inercia de su
pasión, cien caricias sin vida, veinte besos de cartón piedra, y toda la
ilusión que sin querer, vierte en su propia hipocresía...
Quizás creyó, que en la frustración agónica
del mismo ansia por hacerle feliz, y el encuentro con una nueva realidad, que
me situaba al otro lado del mundo, no eran más que inútiles simulacros,
obstaculizando su afán por encontrar en un amante lo qué él se volvía loco por
entender...pero como explicarle, más allá del cariño y el respeto, parásitos en
la costumbre, que nadie tuvo la culpa de mi huida. Fue en el arrebato de luces
de colores, cuando creí necesario el engaño, que todo ha resultado un viaje a
ninguna parte, sin esquirlas en el alma, sin equipaje, ni en la espalda, ni en
las manos...
Y abro la puerta despacio, y en mis suelas
el miedo al reencuentro con una posible emoción acaso perdida, y es apenas que
oigo susurrar mi nombre, el sonido de mis gestos se vuelve escaso, entonces mis
dedos se tienden sumisos a otro sueño, esta vez el de su ser...y salimos juntos
del cuarto de baño...
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