domingo, 10 de marzo de 2013

Perdón


        Supuesto:  ELEMENTOS                         A                        B                      C
                          Fecha                              02/08/75           03/07/56         14/09/92
                          Lugar de Madrid             Gran Vía              Cava Alta           Plaza Castilla
                         Árbol                               Abeto                   Olmo                 Olivo
                         Adverbio "mente"           Intencionado       Simple               Dulce
                         Prenda de vestir             Bufanda               Medias seda      Gorra rapero
                         Nombre masculino          Jacinto                Miguel                Pablo
                         Nombre femenino          Adriana                Cordelia             Carmen

                         INICIOS
                         a)     Me quedé mirando fijamente la ventana y…
                         b)    Hay veces que sumas dos más dos y nunca son cuatro
                         c)     Ella pensó; Él pensó. Silencio, risas y chocolate.







   Me quedé mirando fijamente la ventana y…escapé del presente. Pero es ahora, al ponerse el sol, en alas de un viento quieto y hacía un horizonte inmóvil, cuando mi mente se entrega a la aventura de una página en blanco… sé que probablemente los cuentos vendrán de la mano de cualquier historia, cargando en sus palabras anchas, sacos de letras infinitas y eternas, para después, jugar a los dados de la inspiración, y dejarse llevar al azar por un río de tinta…entonces, recorreré con el alma un universo espontáneo rico en esquinas y rincones, y encontraré el tesoro escondido en el secreto de un corazón enamorado, en el misterio de un crimen oculto o en la razón loca de una fecha de almanaque…y cautivo en mi imaginación el destino fugaz con forma de memoria, un recuerdo olvidado convertido en futuro escrito, para efímeramente compartir entre líneas, puntos y comas, princesas con medias de seda, un asesinato, y el 3 de Julio de 1956, otro martes…doña Cordelia me deja entrar por la puerta de atrás a su particular mundo de oropeles, espejos y putas…me da unas cuantas monedas a la semana por algunos recados y cambiar el agua sucia de los cubos en las alcobas…por el día soy aprendiz de zapatero en el taller de abajo, los domingos limpio botas en las calle de los cines, y al caer la tarde y sin horario, siempre acabo en el prostíbulo…
   …Fui por primera vez una noche de febrero cuando Miguel, mi hermano mayor, me dijo que me regalaba su colección de cromos y canicas,  si le acompañaba a un sitio en la Cava Alta y no se lo contaba a nadie…sólo tuve que ver el recibimiento que le hicieron, para comprender algunas de las broncas con las que mi madre desahogaba su desesperación, empeñada en echar sapos y culebras por su boca, contra los parcos argumentos con los que Miguel se defendía de las acusaciones de sinvergüenza y pendenciero…mi madre limpiaba escaleras de portar en portal, no conocí a mi padre, murió de una borrachera mal meada al salir de la cantina, cuando ella estaba sola la fiesta de Reyes con Miguel de seis años, harta de espera y dolores y a punto de parir…poco le quedó de paga y menos de ahorros que se los llevó un entierro  cristiano y digno por el que dirán y el usurero de turno del Monte de Piedad que a cambio del escaso valor de tres joyas le hizo sudar honra, saliva y sal…pero Miguel pronto despuntó en sus maneras de pillo y el poco dinero que aportaba en casa era el resultado de algún chanchullo que mi madre no aceptaba…así es que nos resignamos a la miseria y a las necesidades como a los ecos de una posguerra que bien es cierto empezaba a remitir a favor de algún claro en convivencia y progreso…de hecho la ciudad se iba llenando de gente buscando trabajo y oportunidad y ciertos negocios prosperaban por una mezcla de suerte, inercia y censo…
   Las mujeres que yo conocía, recién cumplidos los catorce, no eran así, en aquel salón de dimensiones teatrales con puesta en escena de cortinas y adornos excesivos y recargados…se desarrollaba el fantástico espectáculo de la hombría y lo prohibido…en el foso de la orquesta, la tentación, directora y madame del vicio, con gesto y sonrisa de maquillaje, y al fondo en el patio de butacas, la seducción y el pecado, como virtudes disfrazadas de clientes con el deseo y los billetes verdes en el bolsillo…una docena de chicas, inquietas unas por falta de costumbre, confiadas otras por haber abandonado el lado oscuro de la calle, aguardaban, todas amaestradas en el arte del sexo y la discreción, que se levantase el telón para salir al escenario…
  Pero Miguel jamás pagaba entrada, abonado a un palco fijo en la número quince, era dueño de sus juergas, asuntos más o menos sucios y su tiempo…un bribón guapo y simpático que supo ganarse respeto y hueco entre las paredes del burdel, la paciencia y el cariño de doña Cordelia y el cuerpo de sus pupilas…
     Aquel martes de invierno, Miguel había quedado con un antiguo estraperlista que ahora dirigía una banda dedicada al contrabando de documentos, medicinas y objetos robados…supongo que pensó que llevándome con él le daría a la entrevista cierto aire de responsabilidad y rebajaría el peligro a la altura de mi inocencia…Al principio la charla era densa y aburrida, yo no entendía nada…cuando los alientos supuraban alcohol, complicidad y carcajadas, cierta relajación contagió el ambiente y pude escabullirme por aquel laberinto de pasillos estrechos, escaleras difíciles y estancias dominadas por la intriga de sus habitantes…los gritos y golpes de una pelea, interrumpieron mi paseo por recibidores y habitaciones…Miguel había desaparecido, dejando en el suelo un reguero de sangre y a doña Cordelia, una deuda, que como dama curtida en mil batallas de supervivencia había desarrollado una intuición lista y sagaz y que me hizo pagar a mi, secuestrando mi testimonio a sus tejemanejes y engatusando mi despertar al placer y los sentimientos con el uso y disfrute de conversaciones y mirillas…y dado que doña Cordelia había observado como invisible a los ojos de meretrices y visitantes me deslizaba como una sombra, supo también muy bien utilizar esa peculiaridad en beneficio propio para prevenir rebeldías, fugas, y algún que otro mamporro como pago presumido o cosas peores de esas de las que los cobardes confunden con ser hombres…
   Y fueron pasando los meses, de Miguel ni pío…mi madre lloraba sin lágrimas el silencio de su ausencia y yo me fui convenciendo de que no estaban tan mal las circunstancias, hasta que aquella mañana de mayo, doña Cordelia recibió una postal sin saludos, ni despedidas, un paisaje con mar, y una frase de agradecimiento con advertencia, que la puso de mal humor y alborotó sus nervios…su semblante alegre y vivaracho se tornó en ojeroso y melancólico…nadie comprendió el suceso y sus consecuencias, su discurso inteligente cayó en el vacío y su figura altiva y orgullosa en una caricatura de si misma…Encerrada en su despacho la sorprendió el miedo y el calor…apenas si me dirigía un leve aspaviento al cruzarse conmigo en vez de gruñir o darme ordenes…su soberbia y poder dejaron de ser osados para ser los más temidos…
   Aquel otro martes del relato, ese 3 de julio del 56…pasada la medianoche sentí un escalofrío, retrasé mi marcha y me dejé guiar por la identidad fantasmal de mi presencia, el cuarto de Miguel estaba ocupado…valiente, miré por la cerradura, a fin de cuentas ese era el fin de un propósito y mi cometido, el estomago me dio un vuelco…doña Cordelia yacía en cueros, al amparo de las embestidas de un traje masculino que no reconocí hasta que con cuchillo en mano, sin dudas y sin clemencia, levantó el brazo para asestar la puñalada mortal…
   Doña Cordelia no recibía invitados, como le gustaba nombrar a los que se dejaban caer por allí…de edad incalculable, las malas lenguas la situaban en los cincuenta, las envidiosas la tildaban de vieja y arrugada y las que eran beneficiadas con sus favores la dejaban en la frontera entre los treinta y los cuarenta…a mi no me importaba, me parecía la más hermosa…a menudo me sorprendió espiándola incluso en la más intima y desnuda soledad, pero callada se limitaba a rozar sus labios suavemente con el dedo índice exigiéndome el compromiso de mis colores en la mejilla y el bulto de la entrepierna, así es que aprendí de lealtades a fuerza de sentir como el pulso se me aceleraba al pensar en ella y como los latidos de mi pecho amenazaban con estallar, si cruzaba el guiño de su mirada…
   …Así es que no tuve mucho que decidir, franqueé la entrada como un toro de furia embistiendo a Miguel, que aturdido por tanto ímpetu no pudo reaccionar, ni tampoco quiso al impulso celoso y caótico de los puñetazos, ni al afán inconsciente de querer seguir pegándolo cuando ya estaba casi muerto…
   Entre los brazos maternales de doña Cordelia desahogué mi ira, me acunó en su regazo con la nana inventada del merecimiento justo, era un canalla, una sanguijuela…huí de la finca comprado con parte del dinero por el que los dos habían llegado al limite del odio, y grabada en mi conciencia a fuego remordido, con una profunda herida, la idea de una quimera falsa, un sueño de engaño que reventó de mentiras cuando doña Cordelia se hizo cargo de todo sin verdad, sin testigos, sin la guardia civil, e iluso iba comprendiendo sus ambiciosas artimañas, aun a costa de crear en mi, un asesino…
   Cada uno a su manera, los dos fuimos victimas de una trampa, y mi madre subió al cielo ignorando que Miguel aunque para reclamar lo que era suyo, sí había vuelto…
   Me quedo mirando fijamente la ventana y…escapo del pasado. Amanecía, al borde del abismo penitente, tan cercano que lo mismo nombraba como repudiaba, simplemente presté mi pluma trémula al vestigio, enredado entre la tierra y las raíces de una pobre herencia, una confesión, y aquellas marcas que nunca cicatrizan, en equilibrio imposible, una pirueta perfecta de armonía desde el espanto, la nostalgia y cualquier martes perdido en el calendario…
   Y es que desde aquella madrugada, cargo con el peso tortuoso del suplicio, y arrastro los pasos cansados de mi culpa, que encerré con mi vida en esta celda, en el monasterio más apartado, desde donde contemplo el imponente olmo, tan solitario como yo, y que custodia los restos, juntos y unidos, como último homenaje de tristeza y arrepentimiento, a mis seres, que ojala escuchen esta humilde oración, más queridos y amados…

No hay comentarios:

Publicar un comentario