domingo, 31 de marzo de 2013

Zacarias Pampa


 Supuesto: In media res…de exposición-nudo-desenlace…empezar con parte del nudo.
                Inicios: a) Cuando vio la navaja supo que iba a morir
                            b) Pídeme lo que quieras pero eso no
                            c) Lo tuve claro, algo se escondía detrás de esa sonrisa tan falsa
                            d) Crear propio inicio









  …El escritor sabía que destruyendo el manuscrito, el fuego reduciría a cenizas no sólo el papel…aún así…asumió que ya para siempre sería nadie…
   La culpa de todo la tuvo Zacarías Pampa, el verdadero protagonista de la historia que vamos a contar, por supuesto con permiso de nuestro autor que nunca calculó al alza el éxito de un inútil, y por eso, a estas alturas en su mente, todavía se debate con la duda…
   Zacarías apareció de la nada una mañana cualquiera en el espejo del cuarto de baño, el hombre que se miraba en el cristal no reconoció aquellos ojos azules, ni los labios demasiado finos, ni siquiera el pelo, que aunque parecido en el color al suyo, era más largo y tenía un corte distinto, como pasado de moda…pero el hombre no se alarmó…si bien a uno no le ocurre todos los días que otra cara que no es la tuya usurpe tu reflejo, nuestro amigo, tranquilo hasta en su pereza y poco dado a reaccionar con impulsos rápidos, se limitó a lavarse los dientes y a afeitarse como si tal cosa…el único pensamiento que cruzó su intento de sorpresa, fue que había sido victima de un despiste…quizás anoche soñé más intenso y todavía ando dormido, o peor, soy sonámbulo y esto es una proyección del subconsciente…el caso es que volvió a su habitación sin dar importancia a lo sucedido y se dispuso a vestirse…pero sin darse cuenta a simple vista, al anudarse la corbata se percató que los topos amarillos que estampaban la tela no correspondían a ninguna compra de su elección, por lo tanto o bien había olvidado el cuando o si era un regalo, el quien…lo cierto es que sin ganas de darle más vueltas al asunto, se tomó de un sorbo el café y con urgencia por continuar con su rutina cerró la puerta de su apartamento para marcharse al trabajo…fue al tacto en su bolsillo que al guardar el llavero cayó en un detalle que no encajaba en el recuerdo de sus pertenencias y que al observar detenidamente le hicieron fruncir el entrecejo y preguntarse de donde narices había salido aquella calavera que le guiñaba un ojo descarada pirateando sus llaves…
   Sin que le afectara lo más mínimo ese cúmulo de lo que consideró coincidencias de un lapsus, llegó a la oficina, como siempre puntual y educado y como siempre, con el empeño característico de su disciplina saludó a sus compañeros antes de encerrarse en su despacho, una fortaleza a salvo de asaltos curiosos y cotillas, y que solo abandonaba media hora en el almuerzo…entonces pasó, antes de levar el puente que permitía el acceso a su castillo, el eco de un susurro intimo y sensual se coló provocador pegado al cuello de la camisa, resonando en cada uno de los poros de su cerebro la frase que repetiría hasta la saciedad y sin conseguir entender…un qué tal Zacarías que traspasaba la frontera de su memoria, incapaz de asociar ese nombre con ningún conocido y que encima, la secretaria del director, un bombón, todo hay que decirlo, le había destinado y de esa manera tan picarona, precisamente a él…
   A pesar del enredo entre vergüenza, rubores y timidez, nuestro hombre supo mantener la calma, convenciéndose a si mismo con el afán de la tozudez que tanto disparate solo podía ser resultado de un confuso equivoco o una broma con cámara oculta que serviría para que alguien en el otro lado se estuviese descojonando de la risa…
   El resto de la jornada transcurrió con la normalidad de la monotonía y la costumbre,
incluso la última llamada de rigor a las seis menos cinco sonó sin predecir que algo extraño estaba a punto de cocerse…el hombre contestó con la sonrisa dibujada en la cara, intuyendo al dueño de la voz y el mensaje que recibiría, pero al escuchar, Zacarías te espero abajo y nos tomamos una cerveza, la boca apenas se le torció en una mueca de desconcierto mientras balbuceaba silabas ininteligibles y colgaba el auricular sin miramientos y sin dar explicación…
   En realidad parecía no haberse inmutado pues con la santa parsimonia de elaborar un ritual sagrado por excelencia, no cedió un ápice en su proceder metódico y compulsivo, pero lo cierto es que no le apetecía quedar con el colega de turno y eso era raro, muy raro en él…
   Presa de lo que razonó como un absurdo, llegó a casa como alma que lleva el diablo, y sin proponérselo conscientemente, buscó a tientas en el buzón de correos su posible locura o la reafirmación de su identidad…entre recibos de banco, folletos publicitarios y propaganda barata del ayuntamiento, sobresalía una carta color sepia sin remite y que tenía pintas de ser personal, pero al leer el sobre, destacaba en letras azules y matizadas con privilegiado estilo, la pomposa forma del apelativo Zacarías Pampa…la rompió sin contemplaciones y con un leve rictus iracundo se dejó llevar escaleras arriba, no sin antes acalorarse por un ligero conato de rabia, comprobando, que los datos de su dirección grabados en el frontal de su casillero de chapa, eran los de un tal Zacarías y que sin tener claro el ingenio y el conocimiento, entendía, debía vivir con él…
   Nuestro hombre, el escritor, resignado al fatalismo de una situación que se le estaba escapando de las manos, se encogió de hombros, honesto e inocente, con el gesto perdido en el futuro de una importante decisión, y las ganas precisas, intactas, revolviendo cuartillas, cuadernos, carpetas, legajos…hasta que lo encontró…entre notas, apuntes y bocetos se escondía el original de una idea ambiciosa que hacía algunos años había sido un secreto, y que ahora resultaba un misterio sin resolver…con las prisas de la impaciencia y el aire melancólico de lo que huele a pasado y añoranza, recuperó del polvo la primera página de aquel proyecto abandonado en tiempos mejores, y que empezaba…Yo, Federico Pampa…no hacía falta seguir, arrastró la papelera y…
   Eh tu?...escritor de pacotilla…despierta…
   El escritor, cansado y somnoliento, tomó prestada su vista, amodorrada entre líneas y palabras de ficción y creyendo estar ante un fantasma de su propio sueño, se preparó para una conversación irracional y surrealista…
   …¿me dices a mi?...
   …¿a quien iba a ser si no?...tu eres quien me ha inventado…
   …¿yo?...
   …si tu, no te hagas el tonto, me creaste una tarde de primavera, a la sombra de tu época más feliz…eras más joven, no alquilabas piso, eran otras las compañías…
   …vaya, pues para ser de trampa y cartón…
   …bueno, bueno, eso habría que discutirlo…
   …venga ya…pero si ni siquiera existes en mi cabeza, y yo aquí dándote alas…
   …en tu cabeza no…en el corazón sí…
El escritor sintió como el pecho aceleraba su latido y el estomago le daba un vuelco…
   …no juegues con tus emociones, parece mentira que no hayas aprendido…
   …mira quien fue a hablar, el personaje de un cuento, un héroe holgazán y granuja, un sinvergüenza, un vago, un…
   …no sigas…ya me ha quedado claro…pero para no reconocerme, el rencor se te cuela…
   …tonterías…tus frases son humo y te lo voy a demostrar…
El escritor tiró el puñado de folios amarillentos y encendió una cerilla…
   …yo que tú lo pensaba dos veces…
   …el qué?...¿como quemarte?…
   …las circunstancias…ellas son las que mandan y el hecho de que yo esté aquí…
   …¡maldita sea!...¿a que has venido?...
   …a cobrarme una deuda…
El fósforo se consumió…
   …no tienes bastante con tu supervivencia, con la energía y aliento que este presente te está regalando…
   …no seas iluso, ¿te crees Dios para arrancarte una costilla y hacerme un producto a tu imagen y semejanza?, ¿ser tu cómplice, tu alter ego y conformarme con qué me dejes a medias en tu relato?...
   …escribo poco…alguna poesía…soy incapaz de retomar…
   …la soledad, la frustración, la decepción por no haber sido lo que querías…¿Qué tienes que retomar?...yo soy Zacarías Pampa, el qué deseabas ser, el dueño de tus anhelos, tus ansías, el desahogo de tu dolor y tus penas, el equilibrio del insomnio y el desvelo, la nana que mece tu juicio…y seré, la orilla donde descanse tu caos, tu desastre…el espíritu que necesita tu animo, el seudónimo de tu anónimo…
   …¿me vas a hacer responsable de mi debilidad?...
   …No, pero estás aquí, ofreciéndome la noche en vela, el desconfiar de tu mirada, y ojala en tu sentencia una promesa...no en vano, hiciste caso a las señales, hasta has triunfado con la secretaria…
  ...tú…como te atreves…
Nuestro hombre y amigo sonríe…sabe…que si el libro se convierte en brasas…
Después de una profunda reflexión, el escritor se pregunta sin remordimientos…¿y si esto es verdad?...
   Amanece despacio, lentamente la luna se pierde en el rojo del horizonte…un hombre permanece inclinado sobre recientes hojas mojadas de tinta, revuelto el cabello rubio, largo, como pasado de moda, los ojos azules derrotados y unos labios de dibujo perfecto pero demasiado finos…hay un hueco vacío en su imaginación, un reproche al miedo del abismo en libertad, un desafío a su esencia inteligente, cuando le dejan de temblar los dedos al firmar su futuro como Zacarías Pampa…

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