domingo, 2 de septiembre de 2012

Gusanitos dulces


   …Es muy fácil para mi volver a la niñez, basta abrir una bolsa de gusanitos y como por arte de magia me encuentro en el salón de casa de mis padres, colocando aquel sillón que ya no existe frente al televisor, todavía en blanco y negro, un sábado por la tarde...entonces cuando faltaba un cuarto de hora para que empezaran mis series favoritas y con la emoción y los nervios a flor de piel, corría hasta el frutos secos del Tio Cañas en la esquina, para comprar la última novedad de la marca Risi, por solo un duro, y que había coincidido con el estreno de “La piedra blanca” y “Soldado y yo”…
   …No sé si el sabor del maíz de hoy es el mismo, no me acuerdo de su gusto en los setenta, aunque juraría por la sal que sí, pero el olor desde luego me transporta instantánea a momentos inolvidables de inocencia, travesuras e imaginación…por eso, por que  necesito rejuvenecer en mi memoria y por que el corazón se me sale del pecho, voy a abrir el paquete gigante que guardo, por si acaso, en el armario de emergencia…

   …Y es que mi hija, inesperadamente, acaba de darme la noticia por el móvil, está, según ella, ilusionadísima con la idea de un oportuno embarazo que bla, bla, bla…y ha sido suficiente que entre los hipos bañados en llanto y los gemidos de sofoco feliz de las dos, se le haya escapado ese abuela, para que el cerebro, vacío de razón, se me enrede con el alma, que aún después de callado el teléfono, y rota la algarabía de la dichosa sorpresa dichosa, con el silencio entrecortado de mis aún incontrolables lágrimas, hay sigue, hecha un guiñapo melancólico, atravesada en su presente del ahora mismo por la lanza nostálgica e inmisericorde del pasado…
   Y quiero pensar ya, con sonrisa boba y baba tierna, en el mañana de pañales, biberones y mimos…pero ahí viene otra vez al rasgar el plástico fosforito, con crujiente estremecimiento y dedos pegajosos que me chupo, y se sienta junto a mi…la sensación de que se escapa el tiempo, con su vestido de indecisión y duda, calzada de preguntas sin respuesta…y trae un regalo envuelto en terciopelo del más emotivo y barato, con lazo tristón de evocación y ensueño, me resisto pues a su disfrute cerrando los ojos, invocando un universo infantil de algodón y pétalos de rosa, pero de poco me sirve…por que se apelotonan en mi mente sin permiso ni orden, imágenes sueltas, palabras bordadas, episodios de mi vida que articulan el recuerdo al que regreso complaciente y de tantas maneras…
   Así entre prosa caótica y versos sin poesía saboreo, chocolate para hacer en invierno, en la cocina de mi abuela, escenario de tantos instantes enmarcados para la eternidad, mis tías me dejaban raspar con un cuchillo la tableta negra y gruesa para luego cocer las virutas…boniatos feos de carne naranja y hermosa, asados al calor de una placa de hierro que también hacía las veces de estufa…los reyes magos permanentes en mi oído y su “máquina” de hacer palomitas que me trajeron aquel año, como me asustaba…palpo bajo el almohadón de mi cama los caramelos del ratoncito Pérez y sus veinticinco pesetas…suspiro por las tardes de verano sin siesta, aburrida, aprendiendo, sin éxito por inútil, a adornar las mantelerías de mi futuro ajuar, ¡que risa!, con hilos de tonos degradados, del más claro al más oscuro, y fugarme en un despiste al solar del Corralón o a la calle, punto y final de cualquier frase a la explicación de hacía donde se dirigían mis pasos, paraíso anónimo desnudo de limites, humos y neumáticos, con el peligro justo y asumido de peripecias y avatares impacientes…a jugar a las canicas, a las chapas o a la taba, a la caza y captura de los cromos únicos del Maga e intercambio tramposo de los comunes y repetidos, con el insulto estrella de la época escrito en la frente “eres una asquerosa, ya no te ajunto”…apostar a las cartas una prenda o a la botella un beso, el tejo, el hinque o el infernute, el pasimisi y la zapatilla por detrás…y contar, con el entusiasmo de estar contemplando un tesoro recién descubierto, los bonis prestados por las mayores, colección de alfileres con elegante y delicada cabeza esmaltada de arco iris, que los convertía al admirarlos en joyas, quien lo iba a decir, de la diferencia y la rebeldía…
   …Veo a mi abuela ir a la compra con su perenne capacho marcando el camino, haciendo dulces, leyendo “El Caso” o en un susurro recitar de carrerilla la obra de Quevedo…y a mi abuelo en su carro con burro, al que acompaño como en el más interesante de los viajes, a por verde a la vega para que coman las vacas, o le sigo por el patio, a la sombra acogedora y amarilla de un enorme membrillo custodiado por cientos de tiestos, “arreglando” a sus bichos, conejos, gallinas, los pollitos de colores del mercadillo ambulante, y algún chucho callejero, cobijándose asustado del terror que suponíamos mis primos y yo corriendo a su alrededor, y huyendo de sus ladridos…y aquel pasillo largo, infinito, pintado de sueños y poblado de todas mis fantasías, río que remontar paralelo a los muros de la fortaleza donde habita el monstruo, y que desembocaba en el océano donde capitanear en barco hundido mi aventura…o en película sin titulo, montada en mi caballo de aire, desafiando a los fantasmas que trémulos de cobardía acechaban desde ventanucos y rincones oscuros mis gestos osados, era tan valiente, tan libre…
   El sonido lejano de un timbre agudo y tenaz, despierta la escena de mi cuerpo en brazos del pretérito anterior, amante espontáneo y conocido que da placer con caricias fáciles y expertas y enamora con falsas promesas de sentido común y sensatez, alejándonos, aunque sea efímeramente, del abismo de los socorridos complejos y traumas de la infancia…me cuesta dejar de galopar al viento en busca de castillos perdidos, disparando a indios y vaqueros por igual, abandonar mi coche especial hecho a medida de piernas humanas, diseñado al detalle en la sesión continua de las cinco, la entrada al cine a seis pesetas…pero al final reacciono sin saber bien quien pueda ser a estas horas tan insistente y machacón…sospechando que es nadie, como otras tantas veces, alguien que simplemente se equivoca, y se disculpa con el “perdone” habitual…contesto, con la ignorancia fingida y educada de una buena vecina, pero un zumbido hueco me hace encogerme de hombros, abro el portal de todas formas y antes de que me dé cuenta, unos nudillos fuertes aporrean el barniz de mi calma…
   —Elvira abre…
— ¿Andrés?...¿qué haces tu aquí?...son más de las diez…
   De pasmarote en la puerta, con la cara dibujada en una mueca absurda, mi exmarido      es la pura expresión de la felicidad…
—bueno, ya sabes…la niña me ha llamado y…¿puedo pasar?…espero no molestarte, es que…estas sola ¿no?...he traído champán para celebrarlo…
—pasa, pasa…anda siéntate donde quieras…voy a por unas copas…
   Andrés y yo habíamos decidido dejar de convivir de mutuo acuerdo un mes de agosto a finales de los noventa, cuando se exigía estar dos años separados antes de solicitar el divorcio…después de casi veintidós años juntos, afortunadamente, no había habido demasiados problemas ni en la teoría, que pena tirar a la basura una relación con más bueno que malo con patéticos modos o peleándonos por las tonterías acostumbradas, ni en lo práctico, firmamos los documentos legales como personas demasiado civilizadas diría yo, custodia compartida, reparto de bienes, coche para él, piso para mi con su consecuente hipoteca claro está…la propiedad es lo que tiene…pero un objetivo común, el bien de nuestra hija…por lo tanto nuestra relación siempre había sido y lo seguía siendo, que remedio, sosa, pero fluida y cordial, independientemente de nuevas parejas o como en mi situación, mi maravillosa y elegida soledad y sin tantos papeles…
—…y luego escucho abuelo…y entonces el estomago se me hace un nudo, y tuve que quitarme la corbata y la chaqueta de los sudores que me entraron y pensé…
  …Aparento escucharle pero la verdad es que no me apetece asistir de espectadora a su monologo de jesuita egocéntrico, y sin plantearme que Andrés pertenece en parte a la famosa cuestión de si cualquier tiempo pasado fue mejor, conecto el piloto automático de asentir de vez en cuando y me dejo llevar por el guiño inquieto y cómplice del puñado de gusanitos sobre la mesa…
   …Ipso facto retorno a la calle de la Libertad, me enteré ya adulta que así se llamaba la calle donde la casa de mis abuelos se erigía formidable como el palacio de los cuentos del érase una vez y comieron perdices…aunque en realidad fuera una construcción antigua de muros sólidos y distribución imposible de habitaciones interiores y sombrías que a mi me parecían entonces, bocas de lobo secretas, disimuladas en las paredes, a la espera de desarrollar un sutil mecanismo que dejara escapar por una rendija invisible su aliento misterioso, invitando a penetrar en otro planeta…
—…no le va a faltar de nada, hasta ahí podríamos llegar, como le he dicho a la niña…
—…claro, claro…tienes toda la razón…
  …las piruetas del destino tienen estas cosas, cuando crees que la locura se ha instalado en tu sesera y estás infectado de un mal incurable, otro te devuelve en el espejo de su cordura, la tuya propia, para que insistir o llevarle la contraría…prefiero concentrarme en volar sin alas, gozando como cria, con “un globo, dos globos, tres globos”, “la casa del reloj” o “los chiripitiflauticos” mientras merendaba sentada en el suelo, aunque la tele nunca funcionase bien por problemas de antena, que jamás se solucionaron, ni con la nueva en technicolor, ni con la mas moderna excavadora recogiendo por toneladas la nieve que llovía en la pantalla…y fui creciendo con las carreras del bote, del rescate y del escondite, el uniforme del colegio, y el aroma adictivo de los libros a estrenar al principio de curso, que te contagiaba curiosidad sana al forrarlos, para que no se estropeasen y así, poderlos utilizar toda la familia, los recortables, y los tebeos, que como las novelas de Marcial La Fuente, que leía mi padre, podías cambiarlos por otros, aún sin leer, en el quiosco de Santi…los fines de semana Coca-cola para comer comprada fría en el bar del Rula…”Crónicas de un pueblo” precedente de cine español o los “Autos locos” con Penelope Glamour y Pedro Bello como héroes, animados y castos, del amor que se estilaba, sin roce…
…y las noches de estío sofocante y luna encantada, vigilados de soslayo, entre tertulias y sillas al fresco, cuando cansados de andanzas sudorosas y salvajes, haciendo un corro carcajeábamos los chistes sin gracia, por que eran chistes, y nos sacábamos los colores cuando, ingenuos y sin picardía, le poníamos al pudor de la conversación, intimidad y los dos rombos, con la voz baja de confesionario y la vergüenza subiendo al cielo, obligada en la misa de las once, o inventábamos historias de miedo para no dormir…deseando que no se acabaran las prisas sin pausa, para seguir despiertos en el verbo estar…
—…y eso…de capricho…¿tu que opinas Elvira?...¿te parece bien?....
—…perfecto…como tu veas…
—bueno…pues ya esta…este es el último sorbo…ha sido estupendo charlar contigo…
—lo mismo digo Andrés…
… y saltándose el protocolo habitual de saludos educados y rituales hipócritas me da un abrazo que entiendo de verdadero cariño…he de reconocer que durante milésimas de segundo, el impulso es devolvérselo, pero apenas tengo opción...
—...por cierto, casi se me olvida…¿sabes la urbanización que se construyó donde tus abuelos?
—Si…donde viven mis tías…¿ha pasado algo?
—No, que va…es que vamos a hacer un reportaje publicitario para la inmobiliaria y se me ha ocurrido que gire en torno a la reja de la ventana que conservan como vestigio del lugar y…si quisieras convencer a tu madre y tus tías para unas fotos…bueno pues entonces…me llamas y me dices algo… yo me voy, que madrugo…
—…les encantará…precisamente hoy llevo toda la…
—...el domingo Laura y yo vamos a preparar una comida, vendrán los chicos y querríamos contar contigo…si no tienes otros planes…no se es abuelo cuando uno quiere…no sé…tu…
—…iré…por supuesto…
   …Algo de culpa antipática me sale de dentro en una mirada de gratitud, para transformarse con su reflejo, en un mohín compungido que quiero evitar a toda costa y que en el ridículo más espantoso, ¿disimulado remordimiento?, resume mis rasgos a meros testigos de lo que fue antaño carácter enérgico o intuida fama de bruja…
—…pero Elvira…
—…es que estoy muy sensible, debe ser la menopausia…vete, vete…no me hagas caso…
  Le empujo fuera y cierro con llave, dejar la conciencia en blanco, eso es, dejar la conciencia en blanco…llevo las copas al fregadero, y recojo las migajas y restos de mi frenesí con el ayer, me lavo los dientes y me quito la ropa, en la mesilla unos cuantos exámenes de ciencias me esperan discretos, cautos, sin hacer ruido…estoy yo para corregir a la sabia natura, pero me acomodo perezosa y leo de refilón…”los gusanitos de seda se crían en una caja con agujeros, se les alimenta de hojas de parra y cuando se hacen una bola amarilla nacen las mariposas…”, como un veredicto sentenciando mi crédito a más reminiscencia, que frena mi pulso y acuna mis latidos…y me muevo con el empuje suave de saber que hacer, ¡por fin!, para arrancarme esta congoja, que me está asfixiando de extraña añoranza...tan lejana como cercana, emprendiendo la excursión al centro de gravedad del sentido…
—…¿mamá?...si ya se que son más de las doce…perdona, si te he asustado…¿dormida?...
pero déjame hablar…no, no ha pasado nada malo…no importa…si, te he llamado a ti primero para decírtelo…verás llevo todo el día…me alegro…yo…yo, estoy muy contenta mamá…no, no he podido llamarte antes…si…es para quedar el viernes…juntas…con las tías también…y comentaros que nos podíamos hacer unas fotografías con la reja…
preciosa mamá…tan formidable…si…escucha…si, mi hija también…claro agarradas a ella, claro…transmitir a mi nieto su origen y su espíritu…un poco ñoña…claro, claro…un cargamento de kleenex…no, tatarabuelos…eso…nos vemos pasado mañana…yo también te quiero…

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