…Es muy fácil para mi
volver a la niñez, basta abrir una bolsa de gusanitos y como por arte de magia
me encuentro en el salón de casa de mis padres, colocando aquel sillón que ya
no existe frente al televisor, todavía en blanco y negro, un sábado por la
tarde...entonces cuando faltaba un cuarto de hora para que empezaran mis series
favoritas y con la emoción y los nervios a flor de piel, corría hasta el frutos
secos del Tio Cañas en la esquina, para comprar la última novedad de la marca
Risi, por solo un duro, y que había coincidido con el estreno de “La piedra
blanca” y “Soldado y yo”…
…No sé si el sabor
del maíz de hoy es el mismo, no me acuerdo de su gusto en los setenta, aunque
juraría por la sal que sí, pero el olor desde luego me transporta instantánea a
momentos inolvidables de inocencia, travesuras e imaginación…por eso, por
que necesito rejuvenecer en mi memoria y
por que el corazón se me sale del pecho, voy a abrir el paquete gigante que
guardo, por si acaso, en el armario de emergencia…
…Y es que mi hija,
inesperadamente, acaba de darme la noticia por el móvil, está, según ella, ilusionadísima
con la idea de un oportuno embarazo que bla, bla, bla…y ha sido suficiente que
entre los hipos bañados en llanto y los gemidos de sofoco feliz de las dos, se
le haya escapado ese abuela, para que el cerebro, vacío de razón, se me enrede
con el alma, que aún después de callado el teléfono, y rota la algarabía de la
dichosa sorpresa dichosa, con el silencio entrecortado de mis aún incontrolables
lágrimas, hay sigue, hecha un guiñapo melancólico, atravesada en su presente
del ahora mismo por la lanza nostálgica e inmisericorde del pasado…
Y quiero pensar ya,
con sonrisa boba y baba tierna, en el mañana de pañales, biberones y mimos…pero
ahí viene otra vez al rasgar el plástico fosforito, con crujiente
estremecimiento y dedos pegajosos que me chupo, y se sienta junto a mi…la
sensación de que se escapa el tiempo, con su vestido de indecisión y duda,
calzada de preguntas sin respuesta…y trae un regalo envuelto en terciopelo del
más emotivo y barato, con lazo tristón de evocación y ensueño, me resisto pues
a su disfrute cerrando los ojos, invocando un universo infantil de algodón y
pétalos de rosa, pero de poco me sirve…por que se apelotonan en mi mente sin
permiso ni orden, imágenes sueltas, palabras bordadas, episodios de mi vida que
articulan el recuerdo al que regreso complaciente y de tantas maneras…
Así entre prosa
caótica y versos sin poesía saboreo, chocolate para hacer en invierno, en la
cocina de mi abuela, escenario de tantos instantes enmarcados para la
eternidad, mis tías me dejaban raspar con un cuchillo la tableta negra y gruesa
para luego cocer las virutas…boniatos feos de carne naranja y hermosa, asados
al calor de una placa de hierro que también hacía las veces de estufa…los reyes
magos permanentes en mi oído y su “máquina” de hacer palomitas que me trajeron
aquel año, como me asustaba…palpo bajo el almohadón de mi cama los caramelos
del ratoncito Pérez y sus veinticinco pesetas…suspiro por las tardes de verano
sin siesta, aburrida, aprendiendo, sin éxito por inútil, a adornar las
mantelerías de mi futuro ajuar, ¡que risa!, con hilos de tonos degradados, del
más claro al más oscuro, y fugarme en un despiste al solar del Corralón o a la
calle, punto y final de cualquier frase a la explicación de hacía donde se
dirigían mis pasos, paraíso anónimo desnudo de limites, humos y neumáticos, con
el peligro justo y asumido de peripecias y avatares impacientes…a jugar a las
canicas, a las chapas o a la taba, a la caza y captura de los cromos únicos del
Maga e intercambio tramposo de los comunes y repetidos, con el insulto estrella
de la época escrito en la frente “eres una asquerosa, ya no te ajunto”…apostar
a las cartas una prenda o a la botella un beso, el tejo, el hinque o el
infernute, el pasimisi y la zapatilla por detrás…y contar, con el entusiasmo de
estar contemplando un tesoro recién descubierto, los bonis prestados por las
mayores, colección de alfileres con elegante y delicada cabeza esmaltada de arco
iris, que los convertía al admirarlos en joyas, quien lo iba a decir, de la
diferencia y la rebeldía…
…Veo a mi abuela ir a
la compra con su perenne capacho marcando el camino, haciendo dulces, leyendo “El
Caso” o en un susurro recitar de carrerilla la obra de Quevedo…y a mi abuelo en
su carro con burro, al que acompaño como en el más interesante de los viajes, a
por verde a la vega para que coman las vacas, o le sigo por el patio, a la
sombra acogedora y amarilla de un enorme membrillo custodiado por cientos de
tiestos, “arreglando” a sus bichos, conejos, gallinas, los pollitos de colores
del mercadillo ambulante, y algún chucho callejero, cobijándose asustado del terror
que suponíamos mis primos y yo corriendo a su alrededor, y huyendo de sus
ladridos…y aquel pasillo largo, infinito, pintado de sueños y poblado de todas
mis fantasías, río que remontar paralelo a los muros de la fortaleza donde
habita el monstruo, y que desembocaba en el océano donde capitanear en barco
hundido mi aventura…o en película sin titulo, montada en mi caballo de aire,
desafiando a los fantasmas que trémulos de cobardía acechaban desde ventanucos
y rincones oscuros mis gestos osados, era tan valiente, tan libre…
El sonido lejano de
un timbre agudo y tenaz, despierta la escena de mi cuerpo en brazos del pretérito
anterior, amante espontáneo y conocido que da placer con caricias fáciles y
expertas y enamora con falsas promesas de sentido común y sensatez,
alejándonos, aunque sea efímeramente, del abismo de los socorridos complejos y
traumas de la infancia…me cuesta dejar de galopar al viento en busca de
castillos perdidos, disparando a indios y vaqueros por igual, abandonar mi
coche especial hecho a medida de piernas humanas, diseñado al detalle en la sesión
continua de las cinco, la entrada al cine a seis pesetas…pero al final
reacciono sin saber bien quien pueda ser a estas horas tan insistente y
machacón…sospechando que es nadie, como otras tantas veces, alguien que
simplemente se equivoca, y se disculpa con el “perdone” habitual…contesto, con la
ignorancia fingida y educada de una buena vecina, pero un zumbido hueco me hace
encogerme de hombros, abro el portal de todas formas y antes de que me dé
cuenta, unos nudillos fuertes aporrean el barniz de mi calma…
—Elvira abre…
— ¿Andrés?...¿qué haces tu aquí?...son más de las diez…
De pasmarote en la
puerta, con la cara dibujada en una mueca absurda, mi exmarido es la pura expresión de la felicidad…
—bueno, ya sabes…la niña me ha llamado y…¿puedo pasar?…espero
no molestarte, es que…estas sola ¿no?...he traído champán para celebrarlo…
—pasa, pasa…anda siéntate donde quieras…voy a por unas copas…
Andrés y yo habíamos
decidido dejar de convivir de mutuo acuerdo un mes de agosto a finales de los
noventa, cuando se exigía estar dos años separados antes de solicitar el
divorcio…después de casi veintidós años juntos, afortunadamente, no había
habido demasiados problemas ni en la teoría, que pena tirar a la basura una
relación con más bueno que malo con patéticos modos o peleándonos por las
tonterías acostumbradas, ni en lo práctico, firmamos los documentos legales como
personas demasiado civilizadas diría yo, custodia compartida, reparto de
bienes, coche para él, piso para mi con su consecuente hipoteca claro está…la
propiedad es lo que tiene…pero un objetivo común, el bien de nuestra hija…por
lo tanto nuestra relación siempre había sido y lo seguía siendo, que remedio,
sosa, pero fluida y cordial, independientemente de nuevas parejas o como en mi
situación, mi maravillosa y elegida soledad y sin tantos papeles…
—…y luego escucho abuelo…y entonces el estomago se me hace un
nudo, y tuve que quitarme la corbata y la chaqueta de los sudores que me
entraron y pensé…
…Aparento escucharle
pero la verdad es que no me apetece asistir de espectadora a su monologo de
jesuita egocéntrico, y sin plantearme que Andrés pertenece en parte a la famosa
cuestión de si cualquier tiempo pasado fue mejor, conecto el piloto automático
de asentir de vez en cuando y me dejo llevar por el guiño inquieto y cómplice
del puñado de gusanitos sobre la mesa…
…Ipso facto retorno a
la calle de la Libertad ,
me enteré ya adulta que así se llamaba la calle donde la casa de mis abuelos se
erigía formidable como el palacio de los cuentos del érase una vez y comieron
perdices…aunque en realidad fuera una construcción antigua de muros sólidos y
distribución imposible de habitaciones interiores y sombrías que a mi me
parecían entonces, bocas de lobo secretas, disimuladas en las paredes, a la espera
de desarrollar un sutil mecanismo que dejara escapar por una rendija invisible
su aliento misterioso, invitando a penetrar en otro planeta…
—…no le va a faltar de nada, hasta ahí podríamos llegar, como
le he dicho a la niña…
—…claro, claro…tienes toda la razón…
…las piruetas del
destino tienen estas cosas, cuando crees que la locura se ha instalado en tu sesera
y estás infectado de un mal incurable, otro te devuelve en el espejo de su
cordura, la tuya propia, para que insistir o llevarle la contraría…prefiero
concentrarme en volar sin alas, gozando como cria, con “un globo, dos globos,
tres globos”, “la casa del reloj” o “los chiripitiflauticos” mientras merendaba
sentada en el suelo, aunque la tele nunca funcionase bien por problemas de
antena, que jamás se solucionaron, ni con la nueva en technicolor, ni con la
mas moderna excavadora recogiendo por toneladas la nieve que llovía en la
pantalla…y fui creciendo con las carreras del bote, del rescate y del
escondite, el uniforme del colegio, y el aroma adictivo de los libros a
estrenar al principio de curso, que te contagiaba curiosidad sana al forrarlos,
para que no se estropeasen y así, poderlos utilizar toda la familia, los
recortables, y los tebeos, que como las novelas de Marcial La Fuente , que leía mi padre,
podías cambiarlos por otros, aún sin leer, en el quiosco de Santi…los fines de
semana Coca-cola para comer comprada fría en el bar del Rula…”Crónicas de un
pueblo” precedente de cine español o los “Autos locos” con Penelope Glamour y
Pedro Bello como héroes, animados y castos, del amor que se estilaba, sin roce…
…y las noches de estío sofocante y luna encantada, vigilados de
soslayo, entre tertulias y sillas al fresco, cuando cansados de andanzas
sudorosas y salvajes, haciendo un corro carcajeábamos los chistes sin gracia, por
que eran chistes, y nos sacábamos los colores cuando, ingenuos y sin picardía,
le poníamos al pudor de la conversación, intimidad y los dos rombos, con la voz
baja de confesionario y la vergüenza subiendo al cielo, obligada en la misa de
las once, o inventábamos historias de miedo para no dormir…deseando que no se
acabaran las prisas sin pausa, para seguir despiertos en el verbo estar…
—…y eso…de capricho…¿tu que opinas Elvira?...¿te parece
bien?....
—…perfecto…como tu veas…
—bueno…pues ya esta…este es el último sorbo…ha sido estupendo
charlar contigo…
—lo mismo digo Andrés…
… y saltándose el protocolo habitual de saludos educados y
rituales hipócritas me da un abrazo que entiendo de verdadero cariño…he de
reconocer que durante milésimas de segundo, el impulso es devolvérselo, pero
apenas tengo opción...
—...por cierto, casi se me olvida…¿sabes la urbanización que
se construyó donde tus abuelos?
—Si…donde viven mis tías…¿ha pasado algo?
—No, que va…es que vamos a hacer un reportaje publicitario para
la inmobiliaria y se me ha ocurrido que gire en torno a la reja de la ventana
que conservan como vestigio del lugar y…si quisieras convencer a tu madre y tus
tías para unas fotos…bueno pues entonces…me llamas y me dices algo… yo me voy,
que madrugo…
—…les encantará…precisamente hoy llevo toda la…
—...el domingo Laura y yo vamos a preparar una comida, vendrán
los chicos y querríamos contar contigo…si no tienes otros planes…no se es
abuelo cuando uno quiere…no sé…tu…
—…iré…por supuesto…
…Algo de culpa
antipática me sale de dentro en una mirada de gratitud, para transformarse con
su reflejo, en un mohín compungido que quiero evitar a toda costa y que en el
ridículo más espantoso, ¿disimulado remordimiento?, resume mis rasgos a meros
testigos de lo que fue antaño carácter enérgico o intuida fama de bruja…
—…pero Elvira…
—…es que estoy muy sensible, debe ser la menopausia…vete,
vete…no me hagas caso…
Le empujo fuera y
cierro con llave, dejar la conciencia en blanco, eso es, dejar la conciencia en
blanco…llevo las copas al fregadero, y recojo las migajas y restos de mi
frenesí con el ayer, me lavo los dientes y me quito la ropa, en la mesilla unos
cuantos exámenes de ciencias me esperan discretos, cautos, sin hacer ruido…estoy
yo para corregir a la sabia natura, pero me acomodo perezosa y leo de refilón…”los
gusanitos de seda se crían en una caja con agujeros, se les alimenta de hojas
de parra y cuando se hacen una bola amarilla nacen las mariposas…”, como un veredicto
sentenciando mi crédito a más reminiscencia, que frena mi pulso y acuna mis
latidos…y me muevo con el empuje suave de saber que hacer, ¡por fin!, para
arrancarme esta congoja, que me está asfixiando de extraña añoranza...tan
lejana como cercana, emprendiendo la excursión al centro de gravedad del
sentido…
—…¿mamá?...si ya se que son más de las doce…perdona, si te he
asustado…¿dormida?...
pero déjame hablar…no, no ha pasado nada malo…no importa…si,
te he llamado a ti primero para decírtelo…verás llevo todo el día…me
alegro…yo…yo, estoy muy contenta mamá…no, no he podido llamarte antes…si…es
para quedar el viernes…juntas…con las tías también…y comentaros que nos
podíamos hacer unas fotografías con la reja…
preciosa mamá…tan formidable…si…escucha…si, mi hija
también…claro agarradas a ella, claro…transmitir a mi nieto su origen y su
espíritu…un poco ñoña…claro, claro…un cargamento de kleenex…no,
tatarabuelos…eso…nos vemos pasado mañana…yo también te quiero…
Tiempo (enlazar presente y pasado)
ResponderEliminar16 Mayo 2011